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Mikel Lejarza
Toulouse
Miguel Solís tiene 44 años y lleva montando en bicicleta desde los 17. En junio del año pasado, poco después de que acabara el confinamiento severo por el Covid-19, tuvo una experiencia traumática. Camino de Torre del Mar, en la salida de la autovía para Cajiz, un coche le atropelló. Salió disparado, por suerte si tocar el quitamiedos, y quedó inconsciente en la cuneta. Había salido con la grupeta de amigos, pero él había decidido hacer unos kilómetros más. Un amigo que iba en sentido contrario minutos después reconoció su bici personalizada tirada en la carretera y le rescató. Tuvo varias heridas profundas y cinco vértebras rotas. El coche se dio a la fuga. Se desconoce quién le atropelló, no había cámaras en la zona que registraran el choque.
Un año y medio después, Miguel está fuerte como un roble, por milímetros una vértebra no tocó la médula. Puede montar en bicicleta, incluso con más comodidad que antes. Y este miércoles completó una hazaña con aires reivindicativos. Se llama el Everesting, un reto que se hace popular entre los ciclistas. Consiste en acumular más 8.848 metros de desnivel – es decir, la altura del Everest – en una sola salida en bicicleta. Una barbaridad. Miguel Solís, con la ayuda del varios amigos, se decidió a hacer un reto de máxima exigencia. Subir desde Fuente Olletas a la Fuente de la Reina 10 veces consecutivas para simular el ascenso a la cima de la Tierra.
Los números de Strava, la particular biblia del ciclista y el atleta, dejaba registros mareantes. 13 horas y 51 minutos de tiempo en movimiento hasta completar 313 kilómetros entre subida y bajada. 9.664 calorías quemadas. 22.6 kilómetros de velocidad media, con tope de 61.1 en el descenso, 124 pulsaciones por minutos de media y un máximo de 157. Todo, para sumar 8.850 metros de desnivel, dos más que la altitud de la cima del mundo.
“Ayer más o menos estaba cansado dentro de lo normal, pero ya duele todo”, relata Miguel Solís el día después de completar un reto de alta dificultad con un afán de reivindicar que la seguridad del ciclista debe aumentar, más concienciación para el conductor. Él es el organizador de la tradicional Subida a la Reina, puerto emblemático para los ciclistas en los Montes de Málaga. La rescató después de un tiempo de ausencia. Y en el escenario en que se desarrolla la prueba decidió realizar la proeza. “Estuve en el hospital, quien me atropelló se dio a la fuga, con cinco vértebras rotas y muchas heridas en el cuerpo. Los médicos me dijeron que tenía mucha suerte por estar vivo. ‘No te has quedado en silla de ruedas, de momento. Tienes que estar quieto un mes porque hay una vértebra rozando la médula’, fue lo que me dijeron al poco de tener consciencia. Pasado el tiempo de recuperación quería montar la bici. Si no podía, pues no pasaba nada. Cuando la cogí por primera vez, fue una sensación extraña porque iba más cómodo que antes. las vértebras afectadas eran centrales, ni lumbares ni cervicales. Al apoyar se libera la postura y voy más cómodo que sentado en silla o estando pie”, confiesa Miguel Solís: “La cogí con muchas ganas e hice rutas más largas que nunca. Pensé en aprovecharlo en forma de reivindicación y de concienciación, para pedir empatía en general. Somos personas, vamos andando por la calle o en una bicicleta y la vida se puede ir por un vehículo que te atropella. Yo recuerdo sólo un vehículo que se me echó encima. Después, microflashes posteriores. Tuve suerte de no pegar contra el quitamiedos y de que un amigo reconociera mi bicicleta porque la había visto en una foto que colgué en el Facebook y se paró. Caí de cara contra el suelo y me produjo las heridas y las fracturas”.
La proeza fue entrenada previamente con otras rutas largas y exigentes. “Hice primero una ruta Málaga-Granada al Veleta en el mismo día y volver, 360 kilómetros y echamos unas 12 horas. Fue con esa motivación, reclamar concienciación y empatía. Hice otra a Sevilla, también ida y vuelta y 445 kilómetros en el mismo día. Esto lo tenía en mente lo del Everesting, es un reto que existe que es hacer la altura del Everest, en una misma montaña las repeticiones hasta sumar los 8.849 metros. La Subida a la Reina no es lo ideal porque es muy largo y se tarda en subir, contando desde Fuente Olletas. Lo ideal es hacerlas más cortas. Por ejemplo, en el Puerto del Almáchar, que se subió en la vuelta, se ascienden en 4 kilómetros 500 metros y en cinco minutos estás abajo. Desde Fuente de Olletas a la Reina son casi 16 kilómetros y son 870 metros, con algo más del 6% de desnivel y tiene parte de descansitos”, cuenta con precisión con Miguel Solís sobre cómo fue la proeza: “Fueron 10 veces subir, al final se hacía de noche y tenía la luz sin batería, una odisea. Con viento y un frío fortísimo. Empecé a las 4:40 de la mañana y acabé casi a las 19:30. Fueron 14 horas continuas, cogía agua en la Fuente, me ponía los guantes, me subía el chaleco y para abajo, en la rotonda de Emasa, me daba la vuelta hacia arriba”.
“La primera subida fue la más rápida, la hice en 55 minutos y las siguientes en 57, iba clavando pero la última hora fue en una hora y cinco, iba acompañado ahí por Gaby [autor del reportaje fotográfico], que me sirvió de mucha ayuda. Después eran 15 minutos bajando. Llevaba los bolsillos llenos con con barritas energéticas y geles, tenía hecha la idea de qué tomarme para que no me diese una pájara, guardando también fuerzas y sin ir a tope. Fueron 10.000 calorías casi, ahora tengo unos días que puedo comer lo que me dé la gana”, bromea Miguel Solís al rememorar su gran esfuerzo: “De energía estoy bien, pero tengo muchos dolores: en tobillo, cintura, cervicales, tanto tiempo ahí. También me duele el cuello, del frío que hacía y tener las abdominales contenidas tengo agujetas ahí. Cada bajada que hacía había varios grados de diferencia, arriba en la cima había seis grados. Hice dos subidas y media de noche solo, pero conforme pasa el día hay menos energía y notas más frío. El sol tampoco salió nada y no da tiempo a calentarte”.
Miguel Solís trabaja ahora en Deporinter, la empresa que organiza la Vuelta a Andalucía y que también se encargará ahora de la Subida a la Reina, prevista para el próximo 17 de septiembre. Se le dará más visibilidad y se potenciará con mejor comunicación bajo el paraguas de una empresa experimentada como la que preside Joaquín Cuevas. De fondo, también está la idea de aumentar el número de pruebas en las carreteras malagueñas. Subir al Everest en un día también ayuda a ellos, como hizo Miguel Solís en una jornada de máxima exigencia pero de mucha recompensa.
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