Los Guindos, pata negra
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15 años después de entrar en la EBG, Alberto Díaz afronta ilusionadísimo la oportunidad de la primera plantilla: "No busco tanto minutos en pista como mejorar como jugador"
Si alguien tiene el ADN de Los Guindos incrustado, ése es Alberto Díaz. Ha llegado al primer equipo del Unicaja, quizá no como primera opción o apuesta largamente premeditada, seguramente cuando menos se esperaba. Pero ha aterrizado y ahí está, dispuesto a agarrar con las dos manos una oportunidad que se antojaba imposible. Nadie ha subido más escalones que él, desde que con seis años entrara en la EBG, saltando algún límite de edad. Recientemente sólo Domas Sabonis había sido miembro de pleno derecho del primer equipo desde tan lejos.
Alberto Díaz iba desde niño cada día a entrenar andando desde su casa, en la zona de San Carlos y el Centro Cívico. Ahora, tras hacer la mili en Bilbao y Fuenlabrada, ha regresado a casa de sus padres y le quedan la mitad de las asignaturas para terminar tercero de Magisterio. Ha aprendido que el Unicaja es un nivel superior y admite que los canteranos no son conscientes del mundo ideal en el que viven. En otro club hay que pagar un parking, lavarse la ropa y buscarse la vida.
"Ha sido un verano en el que no se sabía nada, no había ninguna noticia, pero se ha resuelto de la mejor manera. Más contento no puedo estar, es una gran alegría para mí", dice un sonriente Alberto Díaz, en un hábitat muy distinto del de Fuenlabrada. Antes de comunicarlo en la sala de prensa, Plaza se reunió con el base pelirrojo y le dio la noticia: "Me transmitió su idea y filosofía y la verdad es que no tenía nada que decir. Intenté mostrarme sereno pero era complicado (risas). Tenía una alegría tremenda".
Díaz ya formó de salida en una plantilla en la temporada 2012/13, a las órdenes de Jasmin Repesa. Debutó a las órdenes de Luis Casimiro, fue básico en un final de Liga en el que se acumularon tres victorias para salvar la Euroliga y, tras ser campeón en Mannheim con la selección junior, se chocó de bruces. "Fue un año muy duro y complicado para mí. Jugaba poco, era muy joven... Ahora estoy más maduro, sé el rol que tengo, ayudar y trabajar. Me lo tomo de otra forma, en el sentido de ser mejor jugador cada día, no tanto por los minutos en pista. Es el mejor sitio para mejorar individualmente, es lo que yo busco", reflexiona un maduro Díaz, ansioso por entrenar con Nedovic y Markovic: "Son dos jugadores top, de nivel Euroliga y mundial. Estoy deseando que vengan y aprender de ellos, para beneficiarme y mejorar".
La ausencia de los serbios en la pretemporada permitirá a Alberto Díaz llevar la dirección de juego junto a Morayo Soluade. "Vamos a rodar un poquito más. Estuve poco tiempo con Plaza en años anteriores y para mí es una ventaja meterme ya en el sistema y la filosofía de Joan, para conocer a los compañeros", dice el malagueño, que elogia a su compañero de posición británico: "Me llevo muy bien con él, es una gran persona. Tiene un potencial grande, físicamente espectacular y técnicamente muy bueno. Es cuestión de tiempo que explote y se convierta en un jugador importante en la ACB".
El teórico jugador número 12 se reencuentra con Germán Gabriel. "Fue como mi segundo padre en Bilbao, el que me acogió. Se lo agradezco mucho. Ahora sé cómo va esto de estar fuera. Él se ha despreocupado (risas). Es una alegría estar con él, inimaginable hace dos años. Con todas las cosas que han pasado para mí, para él... Coincidir con gente buena como Germán es una alegría", dice divertido el base, que asegura que la plantilla le ha causado "muy buena impresión, hay muchísimo talento, físicamente está muy bien, ritmo muy alto y juego rápido. Veo mucha hambre, ganas de demostrar que se puede estar arriba. Yo me veo bien, cómodo, como joven ves que tienes que mejorar mucho más para consolidarte en un nivel tan grande. Esa es mi mejora".
¿Y qué le pide Plaza? "Trabajo, que yo mejore. Valoro eso, que esté encima mía. Todos los minutos que yo pueda ganar o me pueda dar yo se los agradeceré", remacha Alberto Díaz. Porta el ADN de 15 años en Los Guindos. Nadie le gana en ganas.
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