Hiddink abandera la ilusión de Rusia

Grupo D · los rivales

Rusia no supera la primera fase de un Europeo desde la extinción de la URSS, pero con el holandés todo es posible

El seleccionador ruso, Guus Hiddink, junto al presidente de la federación, Vitaly Mutko.
Ignacio Ortega (Efe) / Leogang

09 de junio 2008 - 05:02

No importa en qué estado se encuentre el equipo que caiga en sus manos, Guus Hiddink, el alquimista holandés, es capaz de transformar el pesimismo en ilusión, la falta de confianza en ambición por la victoria. "Mientras tengamos a Hiddink de nuestro lado, todo es posible", señaló Víctor Ponedielnik, autor del gol de la victoria en la final del Campeonato de Europa de 1960, cuando la URSS derrotó en la final a Yugoslavia por 2-1.

El técnico holandés lo hizo con Corea del Sur, lo volvió a hacer con Australia y, una vez más, ha conseguido transmitir su pasión y positivismo a los melancólicos futbolistas rusos.

Corea del Sur acostumbra a clasificarse con asiduidad para los mundiales, pero de la misma forma solía caer en la primera fase. En cambio, Hiddink rompió esa dinámica y la llevó en volandas hasta las semifinales del Mundial 2002 tras dejar en la cuneta, nada menos que a Portugal, Italia y España.

Después el trotamundos se hizo cargo de Australia, un país sin historial, una misión imposible para muchos, pero él envalentonó a los Socceroos y los condujo a los octavos de final del Mundial 2006. De no ser por un polémico penalti pitado por el árbitro español Luis Medina Cantalejo en el ultimo minuto a favor de Italia, los australianos podrían haber hecho historia al clasificarse para cuartos.

Ahora le toca el turno a Rusia, país con gran tradición futbolística, pero que sufre una grave crisis de resultados desde la caída de la URSS. En las dos europeos que ha disputado desde la independencia nunca ha pasado de la primera fase y en los mundiales no les ha ido mucho mejor.

Hiddink tenía en mente el estrepitoso fracaso del equipo ruso en 2002 con un equipo que rondaba la treintena, con Mostovoi y Karpin como grandes figuras, por lo que lo primero que hizo fue cargarse a las vacas sagradas. A la mínima oportunidad, dejó sin convocar a veteranos como Smertin, Radimov, Titov, Khokhlov, Loskov y el meta Ovchinnikov, que optó por retirarse. Seguidamente, introdujo savia nueva -Akinfeev, Torbinsky, Bylialetdinov- y le dio los galones a los jugadores con mayor talento del balompié nacional (Arshavin, Zhirkov y Zyrianov).

Hiddink, con la inestimable ayuda de su compatriota Dick Advocaat, que condujo al Zenit a alzarse con la UEFA, ha devuelto la ilusión al fútbol ruso. Incluso los más escépticos comienzan ya a creer que el milagro es posible.

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