Horrible inicio, peor final

El Unicaja compromete de nuevo su lugar entre los ocho primeros en un duelo en el que retomó su peor versión

Nacho Rodrigo / Alicante

15 de marzo 2010 - 07:13

La estampa recordó al segundo partido del play off de 2005. Entonces, el Etosa desataba la euforia en el Centro de Tecnificación de Alicante al poner el 2-0 en la serie de cuartos de final mientras el Unicaja de Scariolo abandonaba la pista con la soga al cuello. Cinco años después, el modestísimo Meridiano celebraba un triunfo ante uno de los poderosos de la Liga, una victoria que le mantiene fuera de los puestos de descenso y le permite seguir dando pasos hacia la permanencia, mientras el Unicaja de Aíto enfilaba el vestuario hundido y con un nuevo fracaso a cuestas. Hay una gran diferencia. Entonces se trataba de seguir adelante en la lucha por el título. Ahora se trata de ser merecedor de participar en esa lucha.

El Unicaja, que definitivamente se olvida de la quinta plaza, se complicó en Alicante un poco más su presencia en el play off. Cuesta creerlo, pero la posibilidad de ver al equipo fuera de los ocho primeros al final de la fase regular, comienza a ganar enteros. Desde luego, será algo que se gane a pulso si su comportamiento es el de ayer. Tras la esperanzadora imagen ofrecida días atrás en Gdynia, el conjunto cajista regresó a las catacumbas del baloncesto y volvió al pesimismo, la impotencia, la inoperancia... Los efectos teóricamente positivos que debía tener la victoria en Polonia no aparecieron por Alicante y los primeros 20 minutos evidenciaron que lo de hacía tres días había sido de un espejismo.

La puesta en escena fue horrible. Jiménez anotó un triple para abrir la cuenta y dar la primera renta (2-3), pero a partir de ahí todo se torció. En el cuarto minuto, Aíto no tuvo más remedio que parar el encuentro con un tiempo muerto y comenzar a mover el banquillo (6-3, Freeland y Berni por Archibald y Gomis). Un minuto después (8-3), ya sólo quedaba Omar Cook del quinteto que comenzó el choque y tres después, Stojic comenzaba a urgar en la herida (13-7). Hubo una tímida reacción (15-17 en los primeros compases del segundo periodo tras un 2-10 de parcial), pero la sonrisa duró poco y al equipo local le bastó con afinar algo la puntería para volver a sacar los colores a los de Aíto: 10-0 de parcial tras triple de Avdalovic para abrir la mayor brecha del encuentro (34-24). En el ecuador, la imagen del Unicaja estaba por los suelos y sus números hablaban de un equipo ramplón, mediocre: sólo seis canastas en juego (cuatro en el primer cuarto y dos en el segundo), 15 pérdidas de balón, hasta cinco jugadores con valoración negativa (Gomis, Welsch, Rubio, Archibald y Blanco), un 24% de acierto en tiros de dos, un 29% en triples y un 55% en tiros libres. Con ese nivel y ante un rival serio, el partido hubiese estado ya visto para sentencia, pero enfrente estaba el Meridiano Alicante (34-25).

Siguió con vida el Unicaja pese a todo. Logró igualar el choque a base, únicamente, de defensa y actitud. E incluso consiguió llegar los últimos minutos por delante (60-64 a falta de 1:53) gracias al cuarteto formado por Berni, Printezis, Freeland y Jiménez. Pero si el arranque fue horrible, el desenlace fue lamentable. Una nueva demostración de que este equipo no sabe ganar los partidos en finales apretados porque, entre otras cosas, falta inteligencia en la pista y capacidad de dirección en el banquillo. Con 60-64, 1:53 por disputar y sólo dos faltas de equipo, se permitió que Erdogan anotara un triple (63-64) en lugar de mandarlo a la línea de tiros libres, se erró un tiro libre, Berni no evitó que Erdogan volviese a sumar de tres tras un saque de fondo (66-65) y Jiménez concedió a Avdalovic unos centímetros letales para otro triple (69-68). Con posesión y 13 segundos por disputar, Omar Cook erró una bandeja por buscar el contacto más que el aro rival y con cinco segundos y posesión de fondo, el base montenegrino no fue capaz de pasar a un compañero antes de que el colegiado agotara la cuenta. Imposible hacerlo peor.

Aíto alabó después la lucha de su equipo, pero esto es algo más que entrega. Se trata de baloncesto, de trabajar bien para crear ventajas y tener buenas posiciones de tiro. De tener un ataque fluído, de sacar el máximo rendimiento a unos jugadores que conforman la tercera plantilla mejor pagada de la Liga. Es cierto, el Unicaja luchó, se entregó, pero sigue sin jugar al baloncesto. Y cada vez le queda menos crédito.

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