Humillación intolerable (91-60)

Con el marcador 49-29 se llega al descanso tras un triple de Satoransky para acabar un ominoso primer tiempo del Unicaja. Y el Palau brama contra los árbitros, entiende la afición culé que han perjudicado a su equipo y sigue abonando el terreno para que en las dos zonas no se pite igual.

Dos maneras de afrontar unas semifinales por el título, con hambre y actitud ganadora por parte del Barcelona. Con los brazos bajados y pensando en las vacaciones, como salió el Unicaja en un comportamiento indigno de este equipo, que ayer manchó sus propios principios de entrega innegociable y ardor para combatir en cualquier escenario. Abandonó el Palau Blaugrana escaldado, devorado por un Barcelona que sólo en un tramo del segundo cuarto pareció abordable tras varias buenas defensas cajistas. Fue un espejismo. El Unicaja parecía aún en L'Hospitalet y el Barcelona sigue en esa senda insaciable que comenzó tras verse fuera de la Final Four. Y barrió al rival (91-60).

Cuesta ilusionar a la parroquia cajista y pensar que se puede pelear esa final soñada tras lo contemplado sobre las tablas del Palau anoche. El ejercicio de impotencia fue enorme y la diferencia entre los dos equipos, sideral. Se aproximó a lo que ocurrió hace unas semanas en el partido de la Liga regular que midió a ambos equipos en Málaga. El Unicaja fue un juguete indefenso en manos del ogro azulgrana, con los colmillos afilados para evitar el triplete del Madrid. En el minuto 20 perdía por 20 puntos (49-29), en el 25 por 25 (59-34), poco más tarde por 29 (67-38). Al final del tercer cuarto, por 35 (79-44), en la peor derrota en tiempos del Unicaja. Y las ha habido dañinas y perniciosas. No se llega a las semifinales de la Liga Endesa para ser un muñeco de pim, pam, pum, para ser el hazmerreír de un público que vive en euforia por los triunfos de otras secciones, no de la de baloncesto. Y que encontró al Unicaja en un pasatiempo ocioso de un viernes cualquiera por la noche. Se merece otra cosa el club malagueño, por simple respeto a sí mismo, a lo que ha hecho esta temporada esta plantilla, también a una historia lustrosa. Cuando el Unicaja aparece por el Palau se le tiene un respeto que ayer no se tuvo el equipo malagueño.

Digamos que el nudo del partido estuvo en el segundo cuarto. El Unicaja había empezado a menos revoluciones que el rival (23-11 al final del primer cuarto), pero había puesto un torniquete (27-20) en el segundo cuarto tras aplicarse defensivamente. Sucede que se perdieron varias oportunidades para meterse en el partido de lleno. Y el Barcelona aniquiló después, con recital de mates del sector llamado a liderar el futuro, no se sabe si de azulgrana: Abrines, Satoransky y Hezonja. De ahí al final fue una dolorosa letanía, con algunas excepciones y con algunas sangrantes actuaciones individuales más allá de la colectiva. Si la cabeza está en otro club o en otro lugar, mejor dar un paso al lado. El Barcelona aumentó la renta hasta las cercanías de los 40 puntos. El Palau pedía sangre y la tuvo.

El Unicaja comparecerá 36 horas después sobre los restos de la carnicería que el Barcelona realizó con sus huesos. Se pide dignidad y orgullo, algo de mala leche y un poco de baloncesto. Anoche se cruzaron líneas rojas que no se deben sobrepasar nunca. Fue una humillación indecente, la peor cara de un equipo que parecía de vacaciones e importarle poco lo que sucedía en la pista. Y jugadores y técnicos deben saberlo.

Ficha técnica:

91. Barcelona (23+26+30+12): Satoransky (14), Oleson (12), Thomas (12), Lampe (6), Tomic (13) -equipo inicial-, Navarro (8), Doellmann (2), Hezonja (5), Huertas (12), Pleiss (2), Abrines (5) y Nachbar (-).

60. Unicaja (11+18+15+16): Granger (7), Kuzminskas (4), Vasileiadis (5), Green (7), Golubovic (2) -equipo inicial-, Toolson (7), Thomas (2), Vázquez (10), Markovic (6), Suárez (-), Gabriel (3) y Stefansson (7).

Árbitros: Conde, Perea y Peruga. Sin eliminados.

Incidencias: primer partido de las semifinales de la Liga Endesa disputado en el Palau Blaugrana ante 4.377 espectadores.