Isco y Joaquín dejan dorsales huérfanos

Los dorsales son un fetiche para el futbolista. Algunos supersticiosos llegan a achacar el mal pie al problema de no haber podido elegir su número de la suerte. Llega a ser enfermizo o incluso una cuestión de estado: en las negociaciones para firmar a Bobley Anderson se le llegó a prometer que el 10 sería suyo si Julio Baptista acababa yéndose. Hay ejemplos para todo. Sin duda, lo más destacado en la elección del Málaga este verano es que los dorsales más mágicos de la pasada temporada, el 22 de Isco y el 7 de Joaquín, no tienen heredero.

El jeque Al-Thani llegó a escribir en Twitter que retirarían el dorsal del benalmadense en honor a sus servicios prestados. Aunque este hecho no tuvo lugar, ha tenido el efecto de un buen maleficio, ya que nadie se ha atrevido por ahora a recoger el guante del talentoso centrocampista, ahora en el Real Madrid. Lo mismo sucede con el 7 de Joaquín. Además, dicho dorsal suele ser muy goloso, por lo que es extraño que ninguno de los nuevos se lo haya apropiado. Lo más lógico es que el o los que vengan se queden el del gaditano.

Bobley pudo confirmar el 10, el cual también quería Pawlowski, que se ha conformado con el 19. Roberto Chen, el último en llegar, tuvo suerte, ya que el número que le gustaba, el 23, estaba vacante. Es el que luce en su selección y tiene mucha historia en su país. Tissone se adueñó del 12, el que se identifica con la afición, Flavio el 4 de Lugano y Angeleri tomó el 16 de Iturra.

Para el año que viene cambian Santa Cruz, quien se queda el 9 de Saviola; Antunes, que hereda el 5 de Demichelis; y Portillo, que cambió el 27 por el 8 de Toulalan. El 15 y el 20 pasan de Monreal y Buonanotte a Juanmi y Recio. El resto mantiene el que tenía.