Jerarquía intacta
UNICAJA-Powers Electronics Valencia · LA CRÓNICA
El Unicaja se sobrepone para eliminar al Power Electronics y acceder a semifinales· La excelente defensa de la segunda mitad fue definitiva
Siempre tiene el Unicaja un as en la manga, siempre guarda una manera de sacar una sonrisa y maquillar una temporada incluso cuando ya se le ha dejado por imposible. En la travesía del desierto de la temporada 2009/10, la fe había desaparecido en un equipo abrasado por las lesiones y con lagunas de todo tipo: mentales, físicas, de talento. Apostar por verle entre los cuatro mejores de España el día después de perder en Santiago o del bochorno del Prokom suponía regalar dinero. Si alguien arriesgó, ahora recogerá sus frutos. Era un ejercicio supremo de confianza. Aquellos que creyeran verán multiplicada ahora su alegría. "Nunca entierren a Aíto", decía Joan Plaza en el peor momento de la crisis malagueña. En días así se sabe por qué lo dice.
Tuvo personalidad el Unicaja para tumbar a un orgulloso Power Electronics (85-76) que negó la derrota y que asustó el Carpena. Pero el gen del equipo ganador sigue impregnado de alguna manera en esa camiseta verde. En conexión con el público, con una defensa de manual en la segunda parte, el Unicaja volteó una situación límite en el descanso y obtuvo el pasaporte para las semifinales de la ACB.
Había que pellizcarse, pero sí, la jerarquía malagueña está intacta. El equipo que más oposita a destronarle del póker de magníficos en el baloncesto patrio lleva desde 2003 sin pisar las semifinales de la ACB, sin figurar entre los cuatro mejores. Tampoco este año, tras una notable temporada con título de Eurocopa incluido. Es el triste sino del equipo valenciano, que sigue aspirando a un día tomar el lugar malagueño. Pero tiene que esperar, el Unicaja sólo ha fallado una vez en lo que va de siglo entre los cuatro mejores. Un año que se alcanzó la Final Four. El Power Electronics sólo jugó unas semifinales en su historia. Más allá de las supuestas ayudas arbitrales, hay algo de distancia entre Málaga y Valencia.
En la línea del primer encuentro, el de ayer volvió a ser un partido sísmico de alternativas poco habituales. Rachas tremendas y miserables se alternaban sin cesar, con los dos equipos entrelazándose en el marcador. Si el Unicaja ganaba por ocho puntos en el minuto 12, antes de llegar al descanso perdía por 11 (30-41). Ahí llegamos al asunto de la mentalidad, tan quebradiza durante la temporada, cuando la confianza era tan fina como un papel de fumar. Hubiera supuesto la tumba para el equipo. De hecho, sería una estocada irrecuperable para la mayoría de los conjuntos encajar un parcial de 0-13, 3-22 en versión ampliada, y ver cómo cambia la tendencia del encuentro de manera drástica.
Empujó el Carpena, que no perdió los nervios. La paciencia que otras veces no ha exhibido el respetable, pitos en el primer partido de la temporada, sí apareció esta vez. Siempre es el equipo el que acaba enganchando, pero agradece el apoyo. Ganar en Málaga en play off es muy difícil si sopla el viento de cara.
Un monumental Thomas Kelati, no hay noticias de que el Unicaja le dejara a deber dinero la temporada pasada, siguió en su línea de verdugo disfrazado de naranja. Lo hizo fenomental en Valencia, mejor aún ayer. Anotó 13 puntos en el segundo cuarto para cambiar el decorado de un partido que se escribía con mayúsculas. Sabía el Power Electronics que si perdía caía eliminado. Y sabía el Unicaja que había que ganar sí o sí ayer. Que no se podía volver a La Fonteta.
Con una pared empinada delante (37-47), el Unicaja volvió del vestuario hambriento y repleto de fe. "Aíto nos pidió energía defensiva", decía Neal tras el encuentro. El equipo malagueño encajó 30 puntos en ese segundo cuarto infame. Recibió 29 en los 20 minutos finales. Señal de cómo cambió el espíritu. Punto a punto, el equipo de Aíto debía secarse el sudor y la sangre pero consiguió igualar tras canasta de Freeland (55-55). No estaba Saúl y Aíto prefirió no forzar a Archibald. La rotación era corta, pero los nueve sanos se multiplicaban. Como Guille Rubio, completando su metamorfosis de jugador inservible a muy valiosa rotación. Y allí estaba el maestro Carlos Jiménez, el jugador más veterano sobre el parqué, el que más ha vivido. Anotó dos triples (65-61). Kelati y Marinovic voltearon. Pero el Unicaja se había enchufado definitivamente y exprimió la naranja, a la que no le quedaba más zumo que ofrecer. Había desactivado el ataque valenciano y no había motivo para temer. La jerarquía permanece intacta. Por delante las semifinales ante el inabordable Barcelona. Es un premio, no debería ser un castigo.
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