El Málaga ha hibernado (0-0)

Continúa sin haber indicios de repunte, aunque el equipo logra un punto ante un Atlético más mandón que incisivo ante Caballero. Los cabezazos de Weligton y Demichelis, único recurso ayer.

José L. Malo

03 de marzo 2013 - 20:45

Málaga/Es una tendencia, ya se puede asegurar sin cortapisas que el Málaga no está. Por el abandono del hogar de sus musas, por haber superado los 50.000 kilómetros en el primer año circulando por la Champions, porque quedan bastantes restos de plomo en el balazo a quemarropa del Oporto. Por uno de esos motivos o por el venenoso cóctel de todos ellos, al equipo de Pellegrini le pasa como al Barcelona. Si se queda sin identidad, se vuelve ciego. Quizá lo más acertado sea decir que el Málaga está en periodo de hibernación. Ha llegado el frío a Martiricos y sobreviven agazapados en su cueva los blanquiazules. Hay vida en la Champions y aún puede llorar con un ojo desde su cuarta plaza liguera. El futuro se escribirá en función de cuánto tarde en abandonar la oscuridad. Por ahora, pensando en ese 13 de marzo, hay motivos para tener preocupación por que el despertador no suene.

La sintomatología más preocupante se refleja en Isco y Joaquín. En su doble vertiente. A estas alturas del camino, ni les da la energía para presionar ni desequilibran cuando tienen el balón. Les han salido arrugas en una temporada genial, lógico cuando hay que soportar el peso de estar entre los cuatro primeros y llegar a octavos en la Champions. La afición lamenta su falta de chispa y ellos se ahogan en esa impotencia que va desde la magia de su cerebro al barro acumulado en las piernas. Cómo estarán de anémicos para que Antunes se atreviera a hacer tantas cosas en la primera mitad y los bisoños arrebatos de Lucas Piazon compusieran la única cadena hacia Courtois. No se les puede achacar la desaparición, sino acompañarles en el sentimiento de frustración. Ellos pusieron el teatro en pie más de una noche.

Con esa radiografía, se entiende que el ataque del Málaga haya pasado de ser un vuelo sin escalas a convertirse en un viaje en carruaje. Tras casi 350 minutos sin gol, no preocupa la sequía, sino la incapacidad para encontrar una buena venta en la que ubicar a sus francotiradores. El Málaga se busca y no se encuentra. Ni en el once inicial ni en su banquillo. Apenas la taquilla de Caballero, Antunes y Toulalan sigue siendo reconocible.

Pellegrini lo sabe. Está preocupado. Ayer apeló a la lógica y al riesgo, dos en uno. Para lograr resultados distintos hay que buscar soluciones diferentes. Por ello se sacó de la manga un viraje táctico. Un 1-4-1-3-2. Muchas balas arriba y horas extra para Toulalan. Por momento, el galo pareció un guardia civil dirigiendo el tráfico en la autovía. Había más rojiblancos en el rabillo de sus ojos que en sus anticipaciones. Dominó siempre el Atlético, aunque la historia se hubiera escrito al revés. Como el Oporto, con menos vigor físico e igual ocupación de espacios y puntería. Sólo hubo una parada de Caballero y varias flechas por encima y a los lados de los postes. El Málaga, aun irreconocible y deprimido, sí puede presumir de haber tenido las dos ocasiones más peligrosas. Con denominación de origen: a balón parado, de cabeza, a cargo de los centrales y lamiendo la madera. Otro zaguero, Godín, alimentó el pánico en el minuto 93 con un córner que se convirtió en un pinball dentro del área de Caballero, que ayer se duchó con la extraña sensación de no haber tenido que hacer ninguna parada milagrosa, ni siquiera de mérito. Quedó claro por qué él y Courtois son los porteros menos goleados de la competición.

La historia en el césped, que ya no es una excusa para argumentar poca producción ofensiva, fue divertida mientras Diego Costa estuvo en el campo. Cada pugna aérea, cada vez que encaraba a un malaguista o cuando se acercaba a presionar, amenazaba una Guerra Civil. No se veía algo igual ni en La Rosaleda ni en el fútbol español desde Darío Silva. Agitaba a los suyos y mantenía tensos a los blanquiazules. Cuando Simeone lo retiró, el partido pasó a concierto acústico. Cabe reseñar que la zaga le había estudiado. Respondió a sus provocaciones a veces con su guerra de guerrillas y a veces con la indiferencia. El Cholo lo tuvo que quitar por temor a la segunda amarilla.

Con los buenos resultados de la jornada y en plenas arenas movedizas, el punto no es tan malo. Y ayer había un señor equipo enfrente. Simeone ha logrado que el marrullero Diego Costa se arranque a jugar hasta el punto de eclipsar a Falcao y que Arda Turan deje de ser el maniquí más rutilante del escaparate para presionar y tirarse al suelo tanto como Tiago.

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