El Málaga paga la barra libre

Liga santander

Lastrado por las bajas de antemano, el desastre defensivo pone en bandeja el triunfo del Atlético. La expulsión de Savic y el 3-2 de Camacho supuso tan sólo un espejismo

Foto: EFE
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José L. Malo

30 de octubre 2016 - 09:50

El Málaga sabía que las hordas de Simeone venían con sangre en los ojos y armas potentes. Que no había manera de aceptar el cuerpo a cuerpo porque las bajas eran demasiadas y la defensa escudos agujereados. Tocaba meterse en el búnker y aguantar las envestidas para luego, si procedía, salir agarrados a un ramalazo de locura y tirarse al cuello de sus rivales cuando tuvieran la lengua fuera. Lo que pasó sugiere varias metáforas: el que debía vigilar fue quien abrió la puerta al Atlético;alguien estaba tan pendiente de atrancarla que se dejó las ventanas abiertas; el que ideó lo de esconderse se olvidó de comprobar de qué material estaba hecho el búnker. Que el Málaga se las puso al Atlético como a Fernando VII y acabó siendo más enemigo que el propio rival.

Cuando empezó el partido, sobre el tablero estaban los mejores tanques de Simeone por lo puesto en el bando blanquiazul. Tenía poco margen Juande, al que le quedaba una última decisión: poner a un Koné que estaba tocado o dar la alternativa al joven Luis Muñoz en un día de tormenta. Cualquiera apuesta suponía un riesgo. El manchego prefirió la primera. Y el juego del burkinés dibujó el agujero negro por el que se colaron una y otra vez Gameiro y Griezmann, la revolución francesa. Pero, antes que ellos, Carrasco. Sobre una alfombra roja accedió al área y marcó el primero de sus goles. Ahí ya se veía que Koné no estaba para jugar. En los apoyos se mostraba inestable y no corría cómodamente. Por si quedaba alguna duda, a los 25 minutos despejó como si se le hubieran caído las lentillas. Y en el 44, con el barco encharcado, el Atlético usó la jugada fetiche de los rivales y a la que Juande sigue sin ponerle remedio: balón en largo desde el centro del campo a la espalda del africano. El Málaga pone una barra libre casi todos los partidos que está dejando una factura muy elevada. Antes del tercero, Sandro había destapado el tarro de las esencias con un golpeo de falta magistral, de los que recuerda por qué es el fichaje estrella y viene de donde viene. Está bendecido el canario, al que tanto necesita el Málaga este año.

Con el partido embolsado por parte de los rojiblancos, Chory Castro encontró una fuga en Savic. En dos acciones clónicas, le arrancó dos amarillas, en apenas diez minutos. La respuesta blanquiazul ante tanto error, una vez más, volvió a ser la de la valentía ofensiva. Que valió para conseguir el 3-2 y llevar cierta zozobra ante un Atlético que se quedó con diez. Pero el reina por reina no es camino hacia la regularidad, sino para heroicidades puntuales. No hubo tiempo para ello. El que sí sacó el estandarte fue Carrasco, que selló un encuentro sensacional con una galopada y posterior definición al alcance de pocos.

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