Un Málaga rehabilitado (0-2)

Celta-Málaga

Cae otro triunfo fundamental a domicilio, esta vez dando una lección en las jugadas a balón parado De nuevo una expulsión, esta de Duda, no acabó suponiendo amenaza alguna

Un Málaga rehabilitado (0-2)
José L. Malo

21 de marzo 2014 - 22:45

El Málaga de marzo es primaveral. Se ha rehabilitado, ya no tiene ese color macilento que tanto inquietaba. Ha empezado a propulsarse, sin puntos contra el Madrid, con dos zarpazos brutales en El Sadar y Balaídos. Para emerger de nuevo a la superficie y enfangar a Osasuna y Celta, que ya veían la meta. Agarrado a la continuidad y a un estajanovismo que antes era palos de ciego, la calma es este nuevo sendero de sobresaliente en actitud y aptitud. Con ce, con pe y, sobre todo, con gol. Llegó la tercera victoria a domicilio, la segunda seguida. En los debates de taberna ya no se hablará del miedo al descenso; unos apostarán por el alivio del despertar a tiempo, otros replicarán que de haber amanecido antes ahora se avistaría Europa.

Los malaguistas verán hoy el Valladolid-Rayo y el Granada-Elche desde la cama, pero ya no la del hospital, sino retrepados en la suya propia, felices por un fin de semana de paz y confirmación. La repetición de buenos síntomas no permite dudas en el diagnóstico: Schuster y su Málaga se han curado. Más seguridad defensiva, mejor disposición táctica, una entrega indudable desde el portero hasta el último cambio, mejores situaciones de peligro y más aprovechamiento de éstas. No tenía eso el Málaga hace menos de mes, por eso se ahoga en sus propias arenas movedizas. Ahora cada crónica es una colección de méritos.

Ni siquiera haber jugado estas dos salidas en inferioridad numérica ha pasado factura. Duda le dio una patada tan absurda a Rafinha como absurdo es el criterio de Gil Manzano en los partidos. La roja fue indiscutible, semicoz desde el suelo cuando además ya tenía una amarilla. El luso pagó con esa acción torpe el enfado por que el árbitro no decretara falta y amarilla a Krohn-Dehli por frenar un contragolpe. Ahí queda lo feo del 17, que antes se había convertido en el quinto mejor asistente en activo de la Liga. Sigue untando cada balón de veneno, hace del Málaga un tenista de saque y volea. La volea la suele poner Santa Cruz, ayer fue cosa de Camacho, un robot que, no contento con abarcar la medular, se multiplicó en las acciones de laboratorio para completar una noche imborrable. El segundo, sacado del mismo manual que en Elche, resultó de categoría.

En un par de demostraciones de que el fútbol es para despiertos, el Málaga le sisó el partido ante un Celta al que se agradece que combata el descenso desde el fútbol osado. La primera parte fue un pinball desde Yoel a Caballero. Krohn-Dehli soltó un latigazo al larguero que Samu replicó con la misma acción un minuto después. Eso era el partido, ahora tú, ahora yo. Nolito, Amrabat, el danés, Santa Cruz, muy vívidos todos ellos, entretuvieron al personal. Pero Duda y Camacho hicieron lo que vale. Más monologuista fue la segunda parte, ya con Rafinha de bombero al rescate. Pero, más que remates, lo que sufrió el Málaga fue un carrusel de tarjetas que le deja mermado ante el Espanyol.

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