Medio kilo de quilates (2-2)

Cierra el teatro La Rosaleda hasta febrero. Entonces estará más engalanado todavía, aún falta por concretar el artista invitado. La última función no resultó otra obra maestra; casi. El número de magia oficiado por Duda y Kameni se disponía a arrancar la última ovación cuando Mbokani dio un punto de amargor al resultado, que no a la fiesta. El congoleño y Jovanovic fueron la otra pareja del partido, que acabó convertido en un concurso de alternativas, de doble o nada y oportunidades en ambas porterías. El camerunés y el luso se habrían llevado el millón de no ser porque la última pregunta la acertó el delantero congoleño. Los 500.000 euros tampoco saben mal. Es la última factura que le pasa el Málaga hasta 2013, cuando el equipo arrancará como invicto en Europa.

El pie zurdo de Duda fue el nada por aquí, nada por allá; un fusil para disparar, un imán para el control. Kameni tuvo sus minutos de gloria en una de las pocas competiciones que todavía no había paladeado. Lo suyo fue adivinar la carta de los delanteros del Anderlecht, daba igual lo difícil de la empresa. El telonero de Caballero salió a jugar con un cerrojo de la misma marca. Cinco paradas de videoteca ornaron su estreno. Ellos dos fueron los nuevos protagonistas para un nutrido y eficiente grupo de artistas, desde Pellegrini hasta el que menos minutos ha tenido. El Ingeniero, él era el último que había conseguido que un debutante en Champions acabara la primera fase como invicto. Siete años después repite. Su obra amarilla tornasola en blanquiazul y lleva el mismo marchamo que aquellos héroes que clavaron la rodilla ante los guantes de Lehman en semifinales.

Superioridad aplastante, contragolpe y aguante, esos habían sido los hilos argumentales de los cinco choques anteriores. Faltaba un partido de alternativas, entretenido para los dos bandos, reparto de méritos en cada parte. El duelo con menos en juego fue el más entretenido de todos. Un fin de curso en toda regla. Un último día alborotado, con la gente desmelenada y saliéndose del guión. La diversión, eso sí, se quedó en casa.

Para no perder la costumbre, el golazo de turno no faltó a la cita. En una aproximación donde el peligro menguaba, la bola acabó mansa en el pie izquierdo de Duda, que es lo mismo que ver a una cobra quieta. Zas, visto y no visto, y el balón en la escuadra derecha de Proto, envenenado, perplejo. La muesca del luso también quedará para el recuerdo de esta brillante fase de grupos. Nunca había marcado en Europa y se llevó un doblete a casa. Lo merecía por tantos años de servicio fiel a la casa. Menguan sus días de actividad muscular, pero el blanquiazul contemporáneo con más minutos en la Liga ya tiene la foto de Champions para el salón.

Tan bonito su tanto, así como el control con el que antecedió su segundo gol, como lucidas las intervenciones de Kameni. Al fin liberó el felino que lleva dentro. De palo a palo, pocos vuelan como él; es de los mejores porteros con apenas margen de reacción en tiros a bocajarro. Las asignaturas pendientes, balones aéreos y juego con el pie, siguen ahí. Pero es otro elemento que Pellegrini recupera para la causa. Como en San Petersburgo, el chileno gana adeptos. Todos quieren hacer caso a Andy Warhol en la Champions.

La fiesta también tuvo momentos feos. Antes de empezar, con los aficionados belgas sembrando el pánico en los aledaños del estadio, y en el minuto 15, cuando Toulalan cayó al suelo como si le hubieran asestado una puñalada antes de regatear. El crujido le atacó a la parte posterior del muslo, la tercera lesión en su cuádriceps de cristal. Había ocho suplentes en el once y tuvo que caer uno de los pilares. Se le acabó este 2012 de final desagradable. El césped siguió siendo indigno para un equipo que ama el fútbol, aunque decente para solo llevar seis días plantado. En febrero debería ser el de un equipo que está entre los 16 mejores de entre los mejores.