La Nueva Rosaleda, entre los 12 elegidos

Estudiar el informe que entregó la Candidatura Ibérica el pasado 15 de mayo a la FIFA para presentarle la opción de que España y Portugal alberguen el Mundial de 2018 o el de 2022 es comprobar que para moverse a estos niveles nada se deja al azar y que hasta el más mínimo detalle está plasmado. Por eso, cuando uno se adentra en su inmensidad, va encontrando pistas y casi todas están resultando positivas para Málaga.

En uno de los apartados del citado documento hay una tabla donde con una clave se asigna un estadio a cada uno de los 64 encuentros que componen un Mundial de fútbol. Basándose en la capacidad de los 21 estadios que componen la Candidatura Ibérica, se ve que el aforo de cada una de esa claves coincide con el de 12 de los campos que integran la candidatura. Y uno de ellos es la Nueva Rosaleda (ESP-3). Junto al proyecto del nuevo campo de fútbol malagueño, aparecen el Camp Nou de Barcelona (ESP-1), el Nuevo San Mamés Barriá de Bilbao (ESP-2), el Nuevo Mestalla de Valencia (ESP-4), el Nuevo Estadio de Madrid (ESP-5), el Nuevo Sardinero de Santander (ESP-6), el Olímpico de Sevilla (ESP-7), el Nuevo Estadio de Zaragoza (ESP-8), el Santiago Bernabéu de Madrid (ESP-9), el Estadio Do Sport Lisboa e Benfica de la capital lusa (POR-1), el José Alvalade de Lisboa (POR-2) y el Estadio Do Dragao de Oporto (POR-3).

Tan al detalle está elaborado este cuadro de lo que sería el Mundial de España y Portugal que también se sabe el número de partidos que se celebrarían en cada uno de estos 12 coliseos. Concretamente, la Nueva Rosaleda albergaría cuatro de la primera fase y uno de los octavos de final. Los encuentros más significativos también están asignados: en el Camp Nou se celebraría el partido inaugural. En el estadio del Benfica sería la primera semifinal. La segunda en el del Valencia y la gran final en el del Real Madrid. En total, en España se verían 45 choques, por los 19 de Portugal.

Como se puede ver en las imágenes que acompañan a esta información, de los 12 estadios nueve son de España, divididos en ocho ciudades y tres de Portugal, en sus dos principales urbes. De estos 12 campos de fútbol, la mitad serán de nueva construcción o, como es el caso concreto del Nuevo Estadio de Madrid, recibirán una importante remodelación. Matiz éste que también se intuye como muy importante, junto a la importancia de las ciudades.

Siempre guiándose por el documento oficial de la Candidatura Ibérica, en principio se quedarían fuera las sedes de La Coruña, Alicante, Badajoz, el segundo estadio de Barcelona (el Lluis Companys), Gijón, Murcia, San Sebastián, Valladolid y Vigo. Todas ellas también integran la candidatura de España y Portugal por el Mundial de 2018 o 2022.

En la tabla analizada sí que están representadas las siete ciudades más grandes de España, más Santander, que podría ser la gran sorpresa. Si, como en principio es lógico y se cumple lo que está escrito en el documento, Málaga y las otras siete ciudades españolas anteriormente citadas (Lisboa y Oporto son fijas por Portugal), sólo tendrían que esperar al 2 de diciembre a que el comité ejecutivo de la FIFA se pronuncie definitivamente sobre quiénes organizarán los dos próximos Mundiales que están sin asignar.

De todas maneras, según algunas fuentes consultadas por este medio, tampoco se debe descartar por completo que haya alguna variante en el modelo definitivo. Según informaron a este periódico, hay alguna Comunidad Autónoma que está presionando para estar representada y la Federación Española de Fútbol también vería con buenos ojos poder devolver con la figura de las subsedes el gran apoyo dado por las ciudades que según el informe de la Candidatura Ibérica se quedarían fuera del evento y la FIFA también puede proponer algunas variantes.

En este sentido, todas las fuentes consultadas sí que reconocen la fortaleza de Málaga al referirse a ella como ciudad para ser sede. No sólo por el estadio que se construiría, sino especialmente por sus infraestructuras en cuanto a comunicaciones con el resto de las sedes y el mundo y la capacidad de la Costa del Sol, uno de los grandes destinos turísticos, para recibir a los múltiples turistas que la visitan cada año.