Rosales, fútbol y chavismo

El nuevo dueño del carril diestro es hijo de entrenador, así como hermano y primo de jugadoras. Se crió en '23 de Enero', el barrio donde descansa el cuerpo del ex presidente de Venezuela.

Rosales, fútbol y chavismo
Rosales, fútbol y chavismo
Ismael Touat Málaga

08 de agosto 2014 - 05:02

El carril derecho de La Rosaleda tiene nuevo propietario. A Roberto Rosales le ha tocado asumir la responsabilidad de sustituir al que es un emblema y ex capitán blanquiazul, Jesús Gámez. Durante más de ocho años la banda derecha del Málaga tuvo en el fuengiroleño su ocupante habitual. No es pequeño el reto que se le presenta a Rosales, quien lo combatirá con la experiencia y el bagaje del que está acostumbrado a romper barreras. Rosales es un pionero del deporte de Venezuela con apenas 25 años. Un guerrillero del fútbol criado entre balones en el barrio más chavista de toda Venezuela.

Robertico, como se le llama cariñosamente en su país, proviene de familia futbolera. Aseguran personas cercanas a su entorno que es un tipo muy familiar, casado y ya padre de dos pequeños, que tiene en sus progenitores a dos referentes. Su padre Chicho ha entrenado a equipos de categorías inferiores. El ahora jugador del Málaga le debe tanto asesoramiento a él como a su madre Soraya. Cuentan que cuando Roberto llega a Caracas le suele recibir una quincena de familiares. "Es muy tímido y callado. Muy familiar. Sus amigos le llaman Uva, por la forma de su cabeza. Es muy querido por todos", cuenta el periodista Daniel Prat.

El lateral diestro es la figura de la familia, aunque rivaliza con su prima Oriana Altuve, una de las mejores jugadoras del fútbol femenino venezolano. Es estrella del Caracas y la selección vinotinto. Juega de delantero. La hermana de Roberto, Aileen Rosales, también ha militado en Liga Nacional, la máxima categoría. El joven Harold, hermano menor de Roberto, sigue los pasos del futbolista en el Gulima. Éste fue el primer club del malaguista. "Le pedí al profe que me pusiera el dorsal de mi hermano porque para mí es un ídolo. Quisiera ser como él, que es un referente de Venezuela, pero sé que para llegar ahí me tengo que esforzar mucho, igual que él lo hizo para ver los frutos en un futuro", destaca orgulloso Harold.

En el Gulima ya advirtió Rosales que iba para futbolista serio. Con 17 años jugaba con los mayores. "Yo jugaba con ese chamo [chico] y lo veía marcar goles todos los fines de semana. Yo decía: no puede ser. Este chamo juega mucho", resalta Junior Bastidas, ex compañero de Rosales y posterior entrenador del Gulima. Del Gulima pasó al Caracas B y con apenas dos partidos jugados con el primer equipo caraqueño fue fichado por el Gent. En Bélgica hizo a su mejor amigo, Ronald Vargas, recientemente fichado por el Balikesirspor turco tras su ascenso a la primera categoría.

De alguna manera enseñó el camino a Europa a otro venezolano ex malaguista. Roberto Rosales y Salomón Rondón, que vivían en barrios cercanos, crecieron juntos. Ambos compartieron balón, cancha y equipos municipales. En aquellos torneos se enfrentaban a los mejores chicos de la ciudad y del país. El padre del ahora punta del Zenit de San Petersburgo se encargaba con frecuencia de llevar a ambos chicos en sus desplazamientos. Rosales y Rondón rememoran con cariño una tanda de penaltis en la que los dos fallaron su tiro y perdieron. "Éramos los que mejor cobraban y esa vez fallamos. Simplemente no nos salió, mucha gente se rió de nosotros por la insistencia", recuerda Rondón en un reportaje en ESPN. "Nunca lo voy a olvidar, fue en cuartos o semifinal de Puerto La Cruz contra Miranda. Quedamos eliminados", lamenta Rosales.

El fútbol belga se le quedó chico a Rosales. El Anderlecht estuvo a punto de firmarlo pero finalmente echó atrás la operación. De Bélgica pasó a Holanda, en donde rompió varias barreras. Rosales ha pasado a la historia del fútbol criollo por ser el primer venezolano en jugar Eredivisie y Champions League. Lo hizo en la campaña 11/12 con el Twente, su equipo anterior a su fichaje por el Málaga. No sólo jugó la máxima competición europea sino que marcó un gol. Se lo anotó al Tottenham del madridista Gareth Bale, al que tuvo que defender porque tras su exhibición ante el Inter de Milán ya había adelantado su posición.

2011 fue un año clave en la carrera de Rosales y un buen puñado de futbolistas criollos. Ese verano llegó a semifinales de Copa América con Venezuela, el gran logro internacional de la selección vinotinto, entonces dirigida por César Farías. "Todo cambió tras la Copa América. La gente nos mira distinto y eso nos obliga a dar el todo por el todo aún más. Somos embajadores de nuestro país a nivel mundial y ya no somos los pobrecitos de antes", dijo a Marca seis meses después, en la previa de un amistoso contra España... En La Rosaleda. El defensa conoce su nuevo estadio. Pasado mañana ante la Fiorentina volverá a palparlo, esta vez en su sitio natural: en aquel España-Venezuela, que acabó 5-0, jugó de lateral zurdo.

Ese amistoso gozó de cierto morbo los días previos por los comentarios bravucones del ex presidente venezolano Hugo Chávez. "Temblad, os vamos a meter un saco de goles", dijo el que fuera líder bolivariano. Rosales, que mostró sus condolencias cuando supo de la noticia de su muerte, se ha criado en el barrio de 23 de Enero, lugar de refugio de Chávez cuando preparaba el fallido golpe de estado del 92 y donde actualmente descansan sus restos. De hecho, presidiendo las colinas que rodean el enclave caraqueño se encuentra el mausoleo con el cuerpo del ex presidente venezolano. Es un barrio muy famoso de Caracas, planificado por Marcos Pérez Jiménez, antiguo dictador de Venezuela, y bautizado con la fecha en la dejó el poder: 23 de enero, concretamente del 1958. Bastión del chavismo y oficialista con el gobierno actual, es un inmenso lugar de clase media-baja, con zonas tomadas por guerrillas suburbanas chavistas, como La Piedrita. Rosales pasa allí sus vacaciones con la familia. Es muy querido y se ven sus partidos. Ahora lo contemplarán corriendo por una banda derecha que ha pasado a su poder.

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