Salvado en cuatro meses

Liga bbva | betis-málaga

Un cabezazo de Camacho a ocho minutos del final deja al Málaga virtualmente en Primera otro año. Partido loco en el que los porteros fueron los mejores hasta el fallo final de Adán

Foto: A. Pizarro
Foto: A. Pizarro
José L. Malo

19 de marzo 2016 - 21:52

El Málaga estaba descendido en noviembre y en marzo se ha salvado. De colista a octavo. De moribundo a tocado por los hados. La certificación matemática es un mero trámite, el Málaga se ha salvado. Con una mutación brutal en cuatro meses. No era un equipo desastroso, pero sí negado, maniatado. Más desesperado que desesperante. Y ahora es un transatlántico, imanta increíbles sensaciones positivas y por momentos, como anoche, da la impresión de que ni haciéndole vudú puede ir a la lona. En el choque de ida, el Málaga hizo todo para ganar y perdió. Podría haber estado tres días tirando y no habría marcado. Todo lo contrario que anoche en el Villamarín. Allí, de manera simbólica, también se salvó Schuster, con la única aportación seria de Rescaldani y la suerte de que Rubén Castro fallara un penalti en el tramo final. Anoche no lo falló porque Clos Gómez no lo quiso ver. Las manos de Albentosa fueron claras. Otro penalti en contra en los últimos minutos no pitado por segunda semana consecutiva. Hasta esa suerte ha logrado domar Javi Gracia. El Málaga se ha salvado, aunque el técnico no lo dirá. Lo dicen las sensaciones, la forma de ganar, ese brillo en los ojos desde el punto de inflexión de Vallecas.

No es la primera vez que el equipo blanquiazul disputa un encuentro en la hora del recreo del manicomio. Lo pudo haber despachado al descanso, qué descanso, a los tres minutos; y perdido estrepitosamente después. Pero lo facturó a ocho del final, con una grosera acción de Adán, que antes de eso había logrado paradas de cine. Recio, ese futbolista que alterna peleas con sus sombras y centros de categoría, se puso el disfraz de Riazor y colgó un buen balón en el área, aunque el meta bético, demasiado presuroso por salir, ayudó bastante. Ahí apareció la cabeza de Camacho y también la suerte que le ha dado la paternidad. Su hijo no vino con un pan bajo el brazo sino con una panadería: dos goles en tres partidos desde ese gran momento. Justo cuando Del Bosque anunció que no está entre sus favoritos, el maño se consolidó como pilar indiscutible del proyecto y niño bonito de la afición. Cuando a sus tres pulmones se une su cabeza, su aportación se multiplica exponencialmente.

Realmente, el mejor fue Ochoa. Estarán los mexicanos repartiendo sensaciones entre la alegría de verlo a su mejor nivel y el mosqueo porque haya tardado un año y medio en debutar. El azteca es de esos porteros que entra por el ojo. Porque no suele blocar los tiros y le cuesta un mundo abandonar su zona de confort, pero acaba los partidos con un buen puñado de paradas y algunas de ellas decisivas. Contra el Sporting fue una muy llamativa, ante el Betis sostuvo el goteo de los locales, que se estrellaron ante la agonía de su falta de puntería y las apariciones milagrosas de Ochoa. En una de ellas taponó el tiro y el rebote en Damiao, a escasos dos metros de la línea de gol, se marchó lamiendo el poste. El mexicano también ha aportado su flor al jardín de Javi Gracia.

Había mucho de salvación en juego. Se acabaron los problemas para el Málaga; el Betis quería ahorrarse unos cuantos. Y ello se pudo apreciar en la intensidad del partido, en las desconexiones súbitas, y en los momentos de correcalles que tuvo. Por momentos, pareció que se jugaba en una de las jornadas finales por cómo llegaban bufando unos y otros a puerta. En menos de dos minutos Adán ya había hecho dos paradas colosales a Albentosa y Cop, ambas a bocajarro, más otro tiro previo de Charles fuera. Es un portero que merece ir a la selección y no que ese fallo final condenase su tremendo encuentro. Pero el fútbol es cruel, sonríe excesivamente a algunos y se ceba con otros. No tiene pinta de que el Betis se pueda hundir, pero seguro que se marchó a su casa echando en falta la suerte que acompaña al Málaga desde hace unos meses. No está claro si el trabajo imanta la suerte o la justifica, pero este equipo conoce los códigos para atraerla. Entiéndase por suerte el momento para aparecer, golpear y noquear, para tenerse en pie en los momentos más complicados. De hecho, tiene Javi Gracia cosas de Simeone al respecto. Pero con una plantilla menor, está salvado. También con los mismos jugadores que no daban pie con bola a finales de 2015, a excepción de un Chory Castro que ha venido a dinamizar las alternativas arriba. Esos jugadores que resucitaron son los que tienen ahora por delante la opción de soñar en voz alta con Europa.

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