Vivos y avisados (0-0)
Liga de campeones
El Málaga contiene a un Borussia Dortmund sensacional. Las mejores ocasiones fueron alemanas, aunque los de Pellegrini siempre respondieron Hubo ratos de fútbol deliciosos
El Málaga irá a Dortmund muy vivo y con la cabeza bien alta. Un señor equipo, el Borussia Dortmund, derramó toda su ambición en La Rosaleda. Lo intentó de todas las maneras, con recursos casi ilimitados, pero enfrente se topó con un muro. La entereza y la fortaleza mental y física blanquiazules permitieron uno de los resultados que se firmaban, empate sin goles. No fue un monólogo alemán, sucedió que ellos tuvieron las ocasiones más claras. Pero la réplica local siempre estuvo ahí. Valientes los de Klopp, vinieron decididamente a marcar. El Málaga no quedó eclipsado, se subió a cada peldaño de exigencia que fue pidiendo el encuentro. La teoría se plasmó en el cesped: el Dortmund avisó de todo lo que puede dar de sí. Y los de Pellegrini respondieron inmaculados. Su umbral del dolor y su capacidad de soñar irán en el pasaje a Alemania. El martillo amarillo y la competitividad blanquiazul.
Ahora quedan 90 minutos con más resultados favorables que lastimeros. En el Signal Iduna Park, el Muro Amarillo. Más de dos mil alemanes se trajeron en las gargantas un anticipo del ruido y la presión que habrá allí. Si algo dejó claro el Málaga es que dará la talla, da igual lo caldeado del ambiente. Nada se puede reprochar a los de Pellegrini. Lo dieron todo, no se arredraron cuando apretó el Borussia, no dejaron de mirar a Weidenfeller mientras hubo resquicios y oxígeno. Honraron la camiseta y la sudaron hasta el final. Contener un dique no es tan fácil. Allí no estarán Weligton ni Iturra, las claras secuelas del alto voltaje en Martiricos.
La Champions se ha puesto preciosa. Llegan partidos de enjundia, cada balón dividido lo deja claro. Y aun sin goles, un encuentro puede resultar tremendamente adictivo. Málaga y Borussia Dortmund estuvieron a la altura. Partido de muchos amperios, con alternativas en las dos metas. Siete tiros a puerta cada uno, reparto equitativo de la posesión. Ruido amarillo en una afición deslumbrante y respuesta continua del estadio blanquiazul, que supo disfrutar y divertirse en el evento. El único desequilibro, que los alemanes dieron más miedo. Lució más Caballero que Weidenfeller. Curioso, dos porterazos que no van a su selección. Lo llora Argentina, lo disfruta Martiricos. Ante la cerrazón de Sabella, sólo les queda el consuelo de ver a su arquero jugando para otra albiceleste.
Quedaron retratados los que se quejaban de que el favoritismo recayera en los alemanes. Jugaron a todo bien, sobre todo a la contra. Incluso a la puntería. La cuestión es que Caballero juega mejor a los milagros. Götze y Lewandowski se llevaron su cara retratada a casa. Necesitarán algo más que la excelencia en su campo para apagar la estrella de Willy. Honestamente, planeó más un gol amarillo. El portero, no hay que olvidarlo, está para frustrar al rival. Fue la forma de responder a un conjunto autómata, rapídisimo y muy asociativo. La verticalidad de Lewandowski, Götze y Reus, lanzados siempre por Gündogan, causó estragos. A los 18 minutos Caballero ya había salvado dos manos a mano con Götze, que demostró que sobre un campo sabe hacer sus necesidades y sacar el catálogo de recursos. Antes de eso, Saviola ya había puesto el huy en la única gran combinación blanquiazul. Todo en una primera mitad deliciosa. Cinco estrellas, justo lo que se esperaba. Hasta diez ocasiones hubo, muy repartidas, más sanguinarias por parte del bando alemán. Como el Oporto, mucho músculo para presionar y robar, pero infinitamente más eléctrico.
Este Dortmund enamora. Cómo triangula vertebrado en torno a Lewandowski, un delantero muy elástico, es un placer. Pero el Málaga tampoco especuló. Ni tuvo miedo. La impronta de dos equipos que querían ganar y divertirse superó cualquier vértigo a la derrota, al temido gol en contra. Ambos miraron el área rival, no escatimaron ni una gota de sudor. El correcalles no sólo elevó a Caballero. Götze se redimió de sus fallos sacando bajo palos el cabezazo de Toulalan al rechazo del que Weidenfeller le sacó a Weligton. Intercambio de golpes finos y contundentes al mismo tiempo.
Gustó cómo respondieron a la exigencia los veteranos. Apareció el Baptista más competitivo. Aportó calma y buena lectura del choque. Sorprendió Saviola. Por aparecer en el once y por conectarse a sus mejores noches de Champions. Qué decir del francés, que a los 25 minutos ya recargaba oxígeno porque el ritmo de ida y vuelta no daba tregua a nadie. Pero cómo bregó, dio salida y robó esféricos el galo, que es indestructible. Si cayera una bomba nuclear sobrevivirían las cucarachas y Toulalan.
El choque no podía vivir en ritmos tan altos, estaba claro. El Borussia se amoldó a sus contras, latigazos de fuego. Las tuvieron a pares Götze y Lewandowski, esta vez con la mirilla dispersa. Sólo Isco, en un disparo seco que convirtió al meta alemán en coloso con su estirada, dio respuesta. La fatiga fue mermando a un Málaga que trató de avivar Pellegrini con los cambios. Klopp puso un segundo delantero. No hubo tiempo más que para la estrategia entre Duda y Antunes. El lateral envió arriba el tiro mientras sonaba de fondo el Málaga, la Bombonera y el cántico de rigor para Pellegrini. La Rosaleda, sabia, vivió la fiesta con intensidad hasta el final. Del partido. Si lo es ya de la Champions, se sabrá en Alemania. Harán falta todas las musas de Dortmund para enterrar a este animal que es el Málaga.
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