Ayoub Ghadfa, el boxeador olímpico malagueño que tumbó al bullying y al racismo
Empezó en Marbella con el kickboxing, fue a estudiar a Madrid y se inició con el boxeo para ser ahora, con 25 años, una gran baza en París
"Parece que algunos no quieren que seamos españoles por no llamarme Paco, ¿sabes?... Yo claro que me siento español como también me siento marroquí", dice
Los malagueños en París
Ayoub Ghadfa Drissi El Aissaoui (Marbella, 1998) es uno de los malagueños que competirá en los Juegos Olímpicos de París. Será el primer boxeador de la provincia en acudir a la gran cita universal del deporte. Una historia de superación, de pequeño empezó en el kickboxing por consejo familiar cuando sufría bullying y racismo en el colegio. Sus raíces son marroquíes, su padre es originario de Casablanca y su madre, de Fez, instalados desde tiempo atrás en España. Se marchó a Madrid a estudiar en la universidad (es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte), empezó a trabajar en el gimnasio de José Valenciano y allí le detectaron cualidades para el boxeo. En poco tiempo estaba en el equipo nacional, desde 2018, con el cordobés Balita Lozano, doble medallista olímpico, como responsable federativo. Hay déficit en los pesos pesados en el boxeo español y Ayoub lo compensa con cualidades tremendas. Un hércules de 1.95 metros que compite en la mayor categoría olímpica, +92 kilos. Una pegada tremenda que le ha valido para ser campeón y subcampeón de Europa y bronce mundial en los dos últimos años. Las posibilidades del salto a profesionales en el futuro están ahí, pero ahora mismo la mente y el cuerpo del marbellí están centrados en conseguir algo grande en París. Consiguió de manera brillante su clasificación en el Preolímpico en Tailandia un par de meses atrás y ahora prepara en la ciudad francesa de Nancy, 400 kilómetros al este de la capital, cerca de la frontera con Alemania.
"El Preolímpico fue muy bien. Me ceñí ahí al planteamiento que tuve con mis entradores en los tres combates y salió todo según lo previsto. Estoy muy contento y muy emocionado, la verdad. Ya estoy contento con competir en París. Voy a ir a trabajar, voy a hacer mi trabajo y que salga lo que tenga que salir. Yo voy a darlo todo, voy a ir arriba del ring y listo. Con tantos años de trabajo, espero poder reflejarlos ahí bien y ya está", confiesa con humildad Ayoub vía telefónica a Málaga Hoy. Se le ve desde fuera con opciones serias de medalla, pero él se centra en su día a día. El sistema de competición es de eliminación directa. Empieza el torneo en octavos de final el 29 de julio y continúa el 2 de agosto con los cuartos de final. Dos victorias garantizan una medalla. Hasta aquí se compite en el centro de exposiciones París Expo de Porte de Versalles, en el North París Arena. A partir de ahí, en la pelea por las preseas, mudanza a un escenario emblemático, Roland Garros, una vez acaba la competición tenística. Las semifinales, el 7 de agosto (bronce si se pierde, no hay final de consolación) y la final es el 10 de agosto. Cuatro combates en 13 días conforman el camino a la gloria. Son tres asaltos de tres minutos en cada combate, no suele haber KO's y se determina por puntuación de los árbitros.
En este tramo de aproximación a los Juegos, la rutina de trabajo es la misma a la habitual. Lunes, martes, jueves y domingo sesiones dobles. Miércoles y domingo, simples. Y descanso domingo. "Lo único que pasa es que uno va a entrenar con más motivación, está uno más motivado. Intentando recuperar al máximo para poder entrenar bien, para poder rendir bien los entrenamientos y poder llegar a punto de la competición. Salvo alguna vez los sábados, todos los días con guantes", relata Ayoub, que al competir en la máxima categoría no tiene los problemas para tener que dar el peso el día del combate como sí sucede en otras. Eso sí, sí tiene que tener un equilibrio entre la fuerza y la agilidad, algo que nunca es sencillo. "No tengo un peso definido en el que estar. Me veo si me encuentro bien, me encuentro rápido. Va un poco por sensaciones. Hay que estar muy fuerte, pero no estar torpe y lento. Y tampoco estar excesivamente rápido porque al final también se tienen que meter bien duro los golpes. Entonces es una mezcla. Un poquito fuerte, un poquito rápido y, sobre todo, inteligente", precisa el malagueño, que recuerda que el boxeo es un deporte "noble. Es un deporte de contacto directo porque uno se da golpes con otro, pero es verdad que luego siempre hay respeto en la mayoría de la gente. Este deporte nos enseña a respetar a los demás y a no abusar de la gente. Y a ser respetuoso con todo el mundo e incluso con tus rivales. La cabeza es muy importante. Hay mucho de estrategia en un combate. Es todo, lo más importante. Como en un partido de fútbol, la estrategia es la clave, como en cualquier otro deporte. Todos los deportes son estrategias, tácticas. Hay gente buena que no tiene táctica y gana, pero normalmente hay que plantear bien el combate. Un poco de ataque, defensa, provocar el ataque, contrapegar, combinaciones de golpes... Se estudia mucho". También tiene un psicólogo personal. "Al final el cuerpo hay que trabajarla, pero la mente también hay que entrenarla", precisa.
El origen de la relación de Ayoub con los deportes de contacto no es agradable. De pequeño, en el colegio, sufrió bullying y racismo. Había hecho natación y baloncesto en actividades extraescolares. Y llegó al kickboxing, de alguna manera como defensa personal. "No es que marcara mucho, pero al final hizo que me apuntara mi padre allí al kickboxing. Y estoy donde estoy ahora. Así que también, por una parte, lo agradezco. No agradezco que me haya pasado eso, pero sí que agradezco que por el camino me haya encontrado con este deporte. Al final, era muy niño, la verdad. No lo sabría decir cómo me afectó. Era muy pequeño. No era que me pasara en el instituto, con 14-13 años. Igual tenía 8-10 y yo tampoco me acuerdo mucho. A veces iba a casa y se lo decía a mis padres lo que me pasaba, eso sí lo recuerdo", recuerda Ayoub: "La verdad es que no sé ahora si sigue ocurriendo. Tengo primos ya mayores y en principio creo que no han tenido ese tipo de problemas. Entonces no sé. Espero que no. Ojalá que cada vez los profesores lidien más en las clases y no se permita tanto eso. Porque a la gente, a algunos, les queda trauma".
También mucho debate público sobre la inmigración justo ahora. Se ve en el caso de Lamine Yamal en la Eurocopa como icono de la integración, aunque los mensajes de odio y racistas que van calando y lógicamente hacen daño a quien lo oye, como Ayoub, español de nacimiento y formación, con inequívoco acento malagueño. "Sí, parece que algunos no quieren que seamos españoles por no llamarme Paco, ¿sabes?... Yo claro que me siento español, he nacido aquí y soy español, como también me siento marroquí. Y yo puedo tener dos casas. ¿Por qué elegir, no? ¿A quién quieres más? ¿A tu padre o a tu madre? No puedes elegir. Porque si dices a tu padre antes de tu madre, tu madre te va a regañar. La Federación Española apostó por mí y eso se lo agradezco muchísimo. Al final yo entré en el equipo sin ser siquiera campeón de España. Entonces, apostaron por mí y justo el año que entré, quedé campeón de España, bronce en la Unión Europea en 2018 y empezaron a salir las cosas. Y aquí segumos".
Ese flechazo con el boxeo fue rápido, ocurre en Madrid, adonde Ayoub llega con 17 años para estudiar en la universidad. "Empecé a practicar boxeo. Es un deporte olímpico y me he motivado por eso. Porque al final el kickboxing no es olímpico y vi el deporte olímpico en Río, me molaba mucho. Y fue un plus que me dieron cuando pensé probar a boxear. Yo ya había dejado de lado el kickboxing y hacía gimnasio, entrenamientos de fuerza y ya. Pensé en centrarme en la carrera, pero al final sólo hacía estudiar y deberes y luego no tenía nada que hacer. Me iba a apuntar al kickboxing, pero el entrenador de allí, José Valenciano, me dijo 'prueba a hacer boxeo, que se te va a dar bien, que ya verás'... Y dije, voy a probar, que también me gusta'. Y así empecé", cuenta con humildad Ayoub, que responde así a la pregunta de cuándo empezó a sentir que era bueno: "Nunca te crees bueno, la verdad. Cuando van saliendo las cosas, van saliendo los resultados, entonces ya uno va cogiendo confianza. Vas sabiendo que el trabajo va saliendo. Y vas tirando para adelante. Cuando ves que consigues medallas europeas y mundiales ahí sí crees que van saliendo las cosas. Al final tienes que tener el nivel desde el principio. Porque tú mismo crees en ti mismo y crees que puede ganar cualquiera".
Desde 2018, un par de años después de empezar, el malagueño fue becado en la Residencia Blume en la capital. No había un peso grande en el boxeo español y se apostó por él. Y aunque los resultados no salieron desde el principio, siguió yendo a torneos con la selección española, donde ahora es uno de los pilares. ¿Existe la tentación del boxeo profesional? "Sí, claro, me llama, pero ahora uno tiene que estar centrado en lo que está, saber dónde está. Y luego ya se verá si salen oportunidades, si no, si uno quiere o no quiere, eso ya va saliendo. Después del objetivo siempre ya se plantea uno lo que se va a hacer. Los Juegos Olímpicos son un evento único, cada cuatro años. Entonces es un evento muy especial. No todos los años hay Juegos, ni cada dos, ni cada tres. Es cada cuatro, hay que disfrutarlo y eso es lo primero", deja claro el malagueño, que se fue a los 17 años a Madrid, pero que regresa cuando puede a Marbella. "Mis padres viven allí, voy todos los vacaciones que nos dan, algunos fines de semana, navidades y veranos. Y cuando nos dan una escapada pues me bajo para allá. A Marruecos también voy casi todos los años desde pequeño", dice el púgil marbellí: "A veces me gusta estar en mi casa, con mis amigos, con mi familia. A veces me gusta leer, ir a la playa... Lo que hace la gente".
"Yo no sabía qué estudiar, porque a mí el deporte siempre me ha gustado. Y ser profesor de educación física también, pero, ¿qué pasa? Que al final te dicen, no tienes muchas salidas... Pero bueno, la hice. Haces una carrera que te gusta y luego las salidas salen solas. Y la vida dirá. Yo intentaré por lo que sea. Y cuando se acabe la carrera de boxeo la vida te llevará por donde sea", imagina el futuro Ayoub. Pero ahora el presente es París, los Juegos, una oportunidad que igual es una vez en la vida, con un equipo español "bastante bueno, todos tenemos opciones, estamos muy, muy bien". "Concentración en lo que tienes que hacer. Te imaginas, visualizas el combate, calientas, estás concentrado, las tácticas que vas a plantear...", es cómo siente el paseíllo al ring el malagueño antes de cada combate en un deporte en el que el peso de los jueces es bastante alto. "Todo depende de ti mismo, pero hay muchos factores externos. El boxeo no es un deporte como el atletismo, que si corres 10 segundos sabes que vas a hacer10 segundos en la carrera. Igual lo bajas un poco, pero ya está. Nosotros dependemos de los adversarios, dependemos de los jueces. Yo tengo que hacerlo lo mejor posible. Si te han visto para perder, es por algo. O por algo político, que espero que no. O porque no te han visto en el combate o no te han visto en el asalto y ya está. Al final hay que saber que eso está ahí, eso nosotros no lo podemos cambiar ni nada. Está ahí, que hagan lo que quieran. Nosotros vamos a darlo todo. Vamos a intentar ganar el combate y ganar el combate. Eso es lo primero, siempre", contextualiza.
¿Miedo a algún rival? "Yo sólo le temo a Dios. La religión es lo más importante siempre. Es lo primero, número uno. Me ayuda, te ayuda", cierra Ayoub Ghadfa Drissi El Aissaoui, el marbellí que noqueó al bullying y al racismo y que sueña en grande en París.
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