El baloncesto triunfa en un Carpena blindado
Ambiente de gala para llevar al equipo al liderato en un pabellón tomado por la Policía l Varias personas con el 'kufiya' fueron retenidas en las inmediaciones al no tener entrada
Probablemente no se hizo justicia en los días previos a la importancia del choque. En algunos foros se habló más de las medidas de seguridad y de si se podría ver el partido ataviado con un pañuelo palestino que del encuentro en sí. Al final, la noche fue redonda. El que quiso aprovechar la visita del Maccabi para denunciar la masacre que Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza pudo hacerlo y el que acudió al Carpena sencillamente para ver un buen partido salió con una sonrisa. El baloncesto triunfó en una noche que amenazaba con ser complicada y que terminó con una nueva victoria europea del Unicaja, la vigésimotercera consecutiva, que le otorga además el liderato definitivo del Grupo A de la Euroliga.
Todo se produjo en un Martín Carpena blindado por la seguridad. Nunca antes se había visto en Málaga un despliegue de seguridad tan amplio para un partido de baloncesto. A la habitual en los partidos del Unicaja se añadieron unos 80 agentes procedentes de Madrid y pertenecientes al Servicio Estatal de Escolta, un cuerpo dedicado a la vigilancia de reyes y presidentes extranjeros en territorio español. Además, una veintena de agentes del Mossad, la agencia de inteligencia israelí que opera fuera del Estado hebreo, unos setenta agentes antidisturbios, varios policías de paisano y un helicóptero de la Policía Nacional que vigiló desde el aire las inmediaciones del Carpena.
No era un partido más. Llegaba el Maccabi, orgullo y emblema del deporte israelí. Comparecía uno de los clásicos del baloncesto europeo, cuatro veces campeón de Europa. Y estaba en juego el liderato del Grupo A de la Euroliga. Muchos ingredientes para hablar de solamente un partido más.
Mucho se había dicho y escrito sobre ello en los últimos días, lo que provocó una expectación propia de las grandes noches. Se notó desde un par de horas antes del encuentro. Los aficionados siguieron las directrices dadas desde el club y acudieron al Carpena mucho antes de lo acostumbrado en los encuentros europeos. La presencia policial era evidente en los alrededores y los primeros kufiyas (el típico pañuelo palestino) comenzaron a aparecer pronto. A unos cientos de metros, un grupo de unas cincuenta personas ataviadas con el pañuelo marchaban en grupo desde el centro comercial próximo al pabellón. Querían ver el partido y, de paso, manifestar su malestar por el comportamiento de Israel en la Franja de Gaza, pero se encontraron con un problema. Un cordón policial les esperaba a pocos metros del Carpena. Fue el único momento de tensión vivido antes, durante y después del encuentro. La Policía sólo dejó proseguir a las personas que tenían entradas e impidió el paso a las que no las poseían tras cerciorarse en la taquilla del Carpena de que no quedaba ya ninguna a la venta.
El acceso al recinto se hizo de una manera más lenta de lo habitual. Los miembros de seguridad contratados por el club registraban cada bolso y cada abrigo bajo la atenta mirada de decenas de policías nacionales que reforzaban la seguridad en los accesos al Palacio. Una molestia necesaria que hubo quien no se la tomó demasiado bien.
Como este periódico informó en la previa, no se prohibieron los kufiyas y las pancartas, siempre y cuando éstas no incitaran a la violencia y no llevaran palos. Los componentes del grupo retenido en las inmediaciones del pabellón que llevaban entrada y pudieron acceder se concentraron en una de las esquinas del primer anillo, desde donde siguieron el encuentro de pie mostrando diversas banderas y pañuelos palestinos y entonando diversos cánticos en favor del pueblo palestino y en contra de Israel. Pero estaban bien vigilados.
No había una puerta, un recoveco o un acceso a la pista que no estuviese custodiada por varios miembros de la Policía Nacional o del Mossad. Diferenciarlos era fácil. Los primeros, uniformados y los segundos, con traje oscuro y un pinganillo en el oído. También ellos salieron satisfechos. Ganó el baloncesto. Ganó la concordia.
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