El fantasma de Rafa Nadal

Numerosos aficionados de diversos puntos de España compraron entradas para verle este fin de semana y se quedaron con las ganas

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Aficionados, este viernes, con un cartel de Rafa Nadal.
Aficionados, este viernes, con un cartel de Rafa Nadal. / Javier Albiñana

Málaga/El Martín Carpena abrió sus puertas este viernes para un Alemania-Países Bajos que entraba en pocas cábalas previas. En España, en casi ninguna. Cuando comienza el partido entre Daniel Altmaier y Botic Van de Zandschulp, que abre la eliminatoria, hay poco más de media entrada en el Palacio malagueño. Queda gente fuera, apurando alguna cerveza o disfrutando de la Fan Zone. Bastantes son aficionados españoles que habían comprado su entrada para ver este fin de semana el desenlace de la competición, en las que se aguardaba la gran despedida de Rafael Nadal del tenis profesional. Pero está comprobado que en competición oficial hacer planes y cuentas de la lechera es un deporte de alto riesgo. Se preveía un gran homenaje este viernes, con personalidades del tenis, el deporte, la política y todos los espectros, pero ya se sabe la historia. El citado Van de Zandschulp endosó al mallorquín su última derrota como profesional y el doble no pudo enmendar la situación.  Durante la sesión son frecuentes los gritos de “Gracias, Rafa” o “Vamos, Rafa”, de alguna manera apelando al espíritu del ausente, al que se esperaba darle la cálida despedida. Y arrecian los aplausos.

Un grupo de amigos venía desde Zaragoza. Son seis y se habían gastado 500 euros cada uno en el bono para poder ver de viernes a domingo la competición. El martes se llevaron un gran chasco. “Teníamos organizado el viaje, pagado el tren y el alojamiento... Así que nada, aquí estamos. Claro que es frustrante, sólo uno de nosotros había visto jugar a Rafa alguna vez y nos hacía ilusión admirarle en la pista por última ocasión. Pero qué le vamos a hacer. Venimos a echar el fin de semana y a divertirnos, al menos”, relata uno de ellos mientras dan buena cuenta de una pinta de cerveza malagueña en una de las zonas de la fan zone.

Otro par de amigos vienen desde Barcelona, ataviados con camisetas especiales del astro mallorquín, diseñadas para la ocasión. “Habíamos comprado las entradas cuando se conoció que podía jugar aquí, era la última oportunidad de verlo. Lo habíamos contemplado alguna vez en Roland Garros, una de las finales en la década pasada, pero era emotivo despedirse del público español en Málaga. ¿La despedida? Pues lo que piensa mucha gente, su discurso estuvo muy bien, pero ahí solo, que hablara David Ferrer... No sé, esperábamos algo más y verlo nosotros aquí”, relataba el joven, de 30 años.

Un matrimonio asturiano traía a sus dos nietos, ataviados con banderas españolas y pancartas de apoyo a Nadal. “El pequeño es fanático de él, creció viéndole ganar. No queríamos que perdiera instituto muchs días y por eso no compramos las entradas para el martes y sí para hoy, no pensábamos que pudiera perder...”, dicen con pena sobre cómo se lo tomaron: "Al menos veremos el tenis, al menos no eliminaron a Italia y pueden ver a Sinner...”.

Son sólo algunos ejemplos de aficionados que deseaban ver los últimos raquetazos y la despedida del mito, pero que no pudieron cumplir su deseo. Adelantarse a acontecimientos y dar por supuestas cosas en el deporte tiene sus riesgos. Muchas butacas vacías también pertenecían a otros que prefierieron no acudir después de la decepción y cambiaron de planes.

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