Del fútbol a la épica (1-0)

Liga BBVA

Un Málaga resultón se embolsa los primeros tres puntos de año. Jugó bien y dominó durante buen trecho, pero acabó asediado, con sólo nueve hombres por rojas a Duda y Antunes

Foto: Mari Lu Baez
Efe

23 de agosto 2014 - 20:54

El Málaga desplegó fútbol para derrotar a un rival de calibre Champions y acabó agarrado a la épica para amarrar los tres primeros puntos de la temporada (1-0). Dos de ellos se pudieron escapar, son de los que habrá que acordarse cuando se pierda de manera injusta. Buen pie para empezar el curso porque el Málaga conjugó un notable trato de balón, mecanismos de equipo trabajado en defensa y en ataque y competitividad cuando el Athletic apretó en los pies de un desequilibrante e impactante Muniain y en los latigazos a balón parado de uno de los mejores tobillos de la Liga, Ibai López. Finalizó el Málaga con nueve jugadores por las expulsiones de Duda y de Antunes en los ocho minutos finales, atrincherado en su portería. No se puede decir que fueran injustas. El capitán cogió del cuello y empujó a Muniain en las narices de Mateu. Y Antunes golpeó por detrás a Guillermo cuando se iba en el centro del campo. Le sobró un punto, o varios, de agresividad. ¿Pudo mirar para otro lado y contemporizar, como suele, el valenciano? Es posible, pero los lusos tampoco midieron bien y Duda salió precisamente para gestionar con su experiencia esos minutos calientes.

Para explicar la victoria malaguista también vale acudir a las porterías. Gorka Iraizoz, cancerbero del Athletic, paró un penalti y metió un golazo de cabeza en el descuento. Luis Alberto embocó el gol del triunfo en su rechace y Mateu anuló el tanto. Se vio por la televisión decirle a un jugador del Athletic "es clarísimo, ya lo verás". Ciertamente no se detectó nada extraño. En La Rosaleda pareció un tanto legal, nada lo contradijo en la tele. A Kameni se le buscaba salida hasta esta semana por su insostenible sueldo y ayer fue titular y se anunciaba su renovación hasta 2018. Mismo dinero en dos años más. Y el camerunés aguantó un mano a mano a Aduriz en el que lo más habitual era hacer penalti y mostró una seguridad en el juego aéreo que convirtió el murmullo habitual en salva de aplausos.

Y ganó el Málaga, símbolo de lo que resistió el equipo de Javi Gracia, más cercano a la imagen de Alemania que a la de la Fiorentina. Eran las referencias de la cima y la sima de la pretemporada. Comenzó la competición y el equipo tuvo más luces que claros. Buena colocación y dinamismo. Y velocidad. Siempre fue ésta una cualidad determinante en el fútbol y el Málaga la echó de menos en su vanguardia durante la temporada pasada. La tiene ahora, en distinto grado, en las tres mediapuntas, al menos en las que colocó ayer Gracia. Horta acelera y dribla, Luis Alberto tiene una buena zancada y Juanmi es el incordio que se sabe pero va añadiendo desbordes cada vez más interesantes. 20, 21 y 21 años, frescura, desborde y descaro. Mezclaron bien, con detalles de compenetración bastante sorprendentes para los albores de la temporada en nuevos compañeros. De alguna manera, salvando las notables distancias y simplemente para señalar el peso que deben tener en el equipo, Luis Alberto es el Isco y Horta el Joaquín de esta nueva época de austeridad y apuestas.

Por ahí es diferente el Málaga al de la temporada pasada, parece tener más, con Santa Cruz de faro, impagable y a veces poco valorado su trabajo, y el respaldo de la dinámica pareja Camacho-Darder, con el maño erigido en capitán general y referente absoluto del equipo. Mejor Sergio Sánchez, muy contundente, que Weligton y Rosales que Antunes, pero en líneas generales un bloque sólido al que sólo el diablillo Muniain, más puntuales apariciones del guerrillero Aduriz, generó peligro continuo y verdadero.

Después de que Kameni aguantara cual portero argentino ante Aduriz, en la secuencia posterior al córner Juanmi estuvo a punto de abrir la lata. Se esperaba un diapasón más de explosividad del Athletic por la inercia de pelear el puesto en la Champions. Aunque el martes juega el partido más importante de los últimos años ante el Nápoles, al que el pasado martes plantó mucha cara y dominó, no se vio a un Athletic contemplativo y sí hambriento. Conforme avanzaba el reloj el Málaga consiguió dominar. Con esa pose de futbolista caro de Luis Alberto, con Camacho en modo tractor que todo lo absorbe, con la verticalidad de Horta y el trabajo de Juanmi. Y la iluminación de Roque, que sacó el instinto oportunista para cazar un mal despeje de Gurpegui y medir la carrera justo para que Iraizoz le derribara en el área. Luis Alberto, que ya fallara un penalti en Alemania, erró pero metió con frialdad el rechace.

Estuvo más cerca del 2-0 que el empate hasta el descanso el Málaga. Tras él el Athletic subió líneas, con el cambio de Ibai por el irreconocible Beñat. Gracia metió nervio con Samu y pretendió tranquilidad con Duda, que dio aire antes de meter la pata. Pero los vascos apretaron de manera notable, sin que aquello fuera tampoco un asedio para Kameni. Sí es cierto que el balón parado creaba bastante peligro, pero se solventó más o menos bien hasta que en el descuento las expulsiones dejaran en inferioridad la retaguardia en esas jugadas. Iraizoz empató de manera fugaz porque Mateu lo anuló y el Málaga celebró la primera victoria de la temporada.

Con el espíritu que ayer exhibió el equipo de Gracia no debería haber problemas para salvar la categoría y podría abrirse una espita para pensar en algo más. Pero pies en el suelo. Aunque con tres puntos se siente el malaguismo más seguro.

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