Ignacio del Valle
Sabor a puente
Liga endesa
El Unicaja realizó en Zaragoza un despliegue del ilusionante arsenal del que dispone para el final de temporada. Un casi perfecto tercer cuarto permitió conquistar el amable parqué del Príncipe Felipe y le valió un triunfo capital a la vera del Ebro (81-91). No se vencía allí desde 2010, una de las escasísimas veces en las que Terrell McIntyre pareció el jugador que se fichó. Cinco años antes se había conquistado la Copa de 2005, inolvidable aquello. Ahora este Unicaja que intenta redescubrirse coquetea con las cotas más altas desde que a caballo entre 2009 y 2010 comenzara el declive al que este año se ha puesto suelo en la vertiente nacional. Lo recordó en Zaragoza, donde no sólo venció, sino que recuperó el average (67-76 en la ida) por un punto y distancia a los maños a tres triunfos más ese plus a seis jornadas del final. La cuarta plaza cada día está más fortificada, ese factor cancha en cuartos que se ansía.
El CAI tenía el mapa para ganar al Unicaja, lo había demostrado cinco veces seguidas. Hicieron verdadera pupa las dos últimas en el Carpena, la de febrero en la Copa aún hay a quien le supura. Y siguió el plan en un primer cuarto de manos en la cabeza, con siete triples ante la desesperación de Plaza. "Estábamos sacando tronos antes del descanso", ironizaba sobre el partido para lamentar la laxitud defensiva en la primera mitad.
En otra situación el Unicaja se hubiera descompuesto y habría tocado remontar 10, 12 o 15 puntos. Lo más lejos que estuvo el cuadro cajista fue a cinco puntos de los maños. Supo sufrir y ésa es una valiosísima cualidad en un equipo, aguantar cuando se sufre, despegarse cuando hay superioridad. Tiene nichos mejorables este conjunto, pero en el 90% de los encuentros compite hasta las últimas consecuencias. Es un tanto grande que se puede apuntar Plaza, que marcha camino de la mejor liga regular del Unicaja en tiempo. Ese 19-9 reluce, los dos tercios de victorias son garantía de buen hacer, cotas en las que este club se movió en el siglo XXI hasta el último trienio.
Ese pitido molesto en la cabeza que supone medirse a un rival que se siente cómodo ante lo que uno hace lo acabaría apagando el Unicaja, no sin trabajo previo. En esta pandilla coral de la que Plaza hace bandera la cantidad de jugadores capaces de asumir responsabilidades crece. Quizá ante los 10 mejores equipos de Europa se eche en falta algo de talento y una referencia a la que pasarle el balón para que resuelva como lo hace quien vale más de un millón de euros, pero ante rivales de nivel similar o inferior es suficiente lo que hay en plantilla, lo está demostrando el Unicaja en los últimos meses.
Salió Stimac y se apoderó de las dos zonas (17 puntos y seis rebotes). Apareció Granger en la segunda mitad (14 puntos, 11 de ellos ahí) y gobernó el duelo por delante de Llompart, al que desquició hasta el punto de que el mallorquín acabaría dándole un empujón que sobraba. Dragic se montó en la moto en el tercer cuarto y lideró el parcial de 0-14 que decidió la suerte del encuentro. Sin ruido pero sin pausa Carlos Suárez se marchó hasta los 10 rebotes. Y así, mano a mano, el Unicaja construiría una muralla que el CAI no pudo saltar.
Antes, no obstante, se tuvieron que sortear curvas. El equipo maño salió con la confianza del que hace daño y al Unicaja le costó tapar las vías de agua que abrían los triples locales. Pero el ataque siempre fue fluido durante 40 minutos, una asignatura en la que el equipo de Plaza no siempre es brillante. Esa continuidad es un valor añadido. Mandaba (25-22 al final del tercer cuarto) el CAI, sin que el Unicaja se despegara más allá de los cinco puntos. La irrupción de Stimac redistribuyó el equilibrio del partido. El serbio no es ya ese quinto pívot que se fichó para completar la batería interior. Se ha equiparado por méritos propios a Fran Vázquez, dos hombres que cubren la posición de pívot con altas garantías. Donde no llega uno sí lo hace el otro. Y viceversa. Stimac tiene una cualidad que se da por sentada en un hombre grande. Pero es una percepción engañosa porque no siempre es sencilla. Y es el toque, esa facilidad para, aun teniendo oposición, anotar cerca del aro. Además tiene el instinto reboteador.
En la primera rotación Domas Sabonis apareció como suele, para jugar seis minutos. En la segunda, era partido bragado, se optó por Suárez. Caner-Medley no fue el supersónico del anterior domingo con el Bilbao, pero mostró cierta continuidad. Kuzminskas dio buenos minutos en el segundo cuarto y ahí estaba la igualdad (43-41 al descanso).
Al Unicaja le quedaba mejorar en la faceta defensiva. La diferencia la marcó en ataque porque atrás elevó la intensidad. Metió 50 puntos en 20 minutos porque generó canastas fáciles con el contraataque. Apretaba el CAI cuando el equipo de Plaza accionó el interruptor que decidiría el partido. Un parcial de 0-14, con Dragic volando hacia la canasta rival y Granger llevando contraataques. Y ahí se decantó el duelo (53-66 al final del tercer cuarto).
El Unicaja elevó hasta 18 puntos la renta (57-75), pero el CAI bajó hasta seis a falta de un minuto (80-86). Fue a por el partido y el equipo malagueño se llevó hasta el average. Un golpe de autoridad, para espantar gafes y para ratificar que quedan un par de meses ilusionantes.
Ficha técnica:
81 - CAI Zaragoza (25+18+10+28): Llompart (12), Roll (14), Tomás (8), Sanikidze (8) y Norel (10) -cinco inicial- Fontet (2), Stefansson (11), Rudez (7), Tabu (3) y McCauley (6).
91 - Unicaja (22+19+25+25): Granger (14), Dragic (11), Suárez (3), Caner-Medley (11) y Vázquez (6) -cinco inicial- Stimac (17), Toolson (7), Calloway (6), Kuzminskas (6), Sabonis (1) y Urtasun (9).
Arbitros: García González, Perea y Martínez Díez. Excluyeron por cinco faltas personales por el CAI a Roll en el minuto 40.
Incidencias: partido correspondiente a la vigésima octava jornada de la Liga Endesa disputado en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza ante 6.424 espectadores.
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