El ingeniero se hace un lío

Desequilibrio El Málaga no pudo con la superioridad en el centro del campo rival y no acertó a cubrir la lesión de Gámez

Carlos Pastor / Málaga

07 de marzo 2011 - 05:02

Ver la clasificación, una vez más, asusta, da pavor. Y repetir esta cantinela jornada sí y jornada también resulta agotador y pesado. El análisis del partido deriva en el mismo argumento que si éste se realizara en el conjunto de los 17 encuentros que lleva Manuel Pellegrini al frente del equipo: el chileno no se ha amoldado a los mimbres con los que cuenta.

Los más optimistas acabarán con un epílogo sencillo: el Málaga mereció más ante Osasuna. Tan fácil como peregrino. Pudo ser, pero no por la lógica de los acontecimientos, sino por la inercia de la voluntad del equipo. Si no, aquí un dato: Osasuna ganó ayer en La Rosaleda tras 399 días sin hacerlo lejos de El Reyno de Navarra y sin dar mucha pinta de que viniera a por los tres puntos.

Esta vigesimoséptima jornada de Liga es un buen momento para formularse el porqué se está en esta situación. Parafraseando a Pellegrini, "cuál es el mejor camino para el Málaga". Para empezar, el sentido común, que el ingeniero parece haber perdido en sus esquemas. Una vez más, el balón parado crucificó al Málaga. Pero ayer se vio aumentado otro mal bien instaurado y en los que no se está incidiendo tanto: un sistema no tiene por qué estar por encima de todas las cosas.

Los ejemplos de esta aseveración resultan muy gráficos: Pellegrini no supo equilibrar el centro del campo, pese a que desde el primer minuto se vio la superioridad numérica de Osasuna. Tampoco supo resolver la lesión de Jesús Gámez. Y sigue empeñado en poner en forma a Maresca, quien en las jornadas anteriores demostró que le conviene más salir cuando la gasolina del rival está más desgastada.

Todo apunta a que, evidentemente sin quererlo, está empeñado en cuestiones que no son la vital: salvar al equipo. Con tanto vaivén, jugadores como Apoño y Recio pueden acabar más locos que desorientados. Y, si en el banquillo no había laterales derechos, ¿por qué no se usan las soluciones que sí aporta, como poner una línea de tres centrales y explotar la velocidad de Eliseu y Quincy como falsos laterales? El corolario de tanto despropósito es el siguiente: el ingeniero se ha hecho un lío y, en el lugar de un cocinero, pone un limpia cristales.

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