"Un maestro del baloncesto"

Sergio Scariolo se midió a Sacchetti y fue su rival en sus últimos partidos como jugador

J. M. Olías Málaga

05 de noviembre 2015 - 05:02

Romeo Sacchetti (Altamura, 1953) tuvo una larguísima carrera como jugador. Libertas Asti, Fernet Tonic Bologna, Auxilium Torino y Ranger Varese fueron sus cuatro clubes desde 1973 a 1992. Además, desde 1980 a 1986 fue miembro de la selección transalpina, con la que ganó tres medallas, una plata olímpica y un oro y un bronce europeo.

En su tramo final como jugador, Sacchetti tuvo enfrente a un jovencísimo Sergio Scariolo, que con 27 años ya fue campeón con la Scavolini de Pesaro. El flamante tricampeón de Europa con España vivió un momento duro en la carrera del ahora técnico del Dinamo Sassari. En la final de la Liga de la temporada 1989/90 se medían el Ranger y el Scavolini. En el parqué, Sacchetti, y en el banquillo rival, Scariolo. En el segundo partido de la final, el jugador (37 años entonces) se rompió el tendón de Aquiles cuando mantenía un tremendo duelo anotador con el excelso americano del Scavolini Darren Daye. "Sinceramente, creo que hubiéramos ganado la Liga igual, habíamos acabado la temporada en primera posición y éramos un gran equipo. Pero esa lesión nos acortó la resistencia de Varese", rememora desde Marbella Sergio Scariolo: "Ganamos en cuatro partidos, ese partido de la lesión lo ganaron, pero ya vencimos en el tercero y el cuarto. Yo era alumno de Riccardo Sales, que siempre había sido el segundo entrenador de Sandro Gamba en la selección. Riccardo siempre me hablaba maravillas de Meo. La reputación que me había hecho de él era muy, muy alta. Me dio mucha pena, sentí mucha lástima. Sentí la necesidad de manifestarle el ánimo la recuperación y reconocer a un grandísimo rival. Era un tipo superdeportivo, duro en la cancha pero muy limpio. Un gran deportista".

Efectivamente, Sacchetti recuerda que Scariolo le escribió una carta dándole su apoyo. "Aún tengo guardado ese papel", dice: "Fue un detalle caballeroso. Me alegré de su título con España, ojalá pueda darle un abrazo este viernes. Me da pena que los tres mejores entrenadores italianos, Messina, Scariolo y Trincheri (Bamberg), no dirijan a clubes italianos. Es uno de los problemas que tenemos para que nuestro baloncesto crezca. Hacen falta grandes entrenadores, como lo es Sergio, en nuestro clubes".

"Como jugador era un maestro del baloncesto", define el ahora seleccionador español y ganador de Liga y Copa con el Unicaja: "Físicamente era muy fuerte, aunque no atlético. Es un jugador que podría medir 1.98 pero muy ancho, que al final podía por jugar de dos, tres y cuatro. No era frecuente tanta polivalencia en aquella época. Era un jugador atípico. Capaz de jugar al pick and roll, en el poste bajo, con una capacidad de pase muy buena... No hacía nada espectacular pero hacía mucho bien y siempre sabía qué hacer. Se equivocaba poquísimo. Por esa era un miembro destacado de la gran Italia de principios de los 80".

Sobre su faceta como técnico, Scariolo analiza que "siempre ha sido un entrenador con una identidad muy marcada. Con equipos ofensivamente muy productivos, con un espacio para la iniciativa de los jugadores bastante amplio. Su obra maestra fue el triplete nacional del año pasado, tiene un mérito extraordinario ganar Liga, Copa y Supercopa con un presupuesto por debajo de otros clubes, como Milán. Ahora ha comenzado regular, han perdido algunos partidos, pero hay que recordar que cogió al equipo en la segunda división y años después lo ha hecho campeón".

Scariolo, por cierto, fue testigo directo de aquel Mundobasket en Málaga en primera persona. "Era segundo entrenador del Scavolini y vine de vacaciones de trabajo. Fue mi primera vez en Málaga, la que ahora es mi casa", recuerda el técnico: "Vine con un amigo, Giampero Crudi. E hice gran amistad con Ettore Stecchini [propietario de la pizzería Trastevere], que se encargaba de atender logísticamente a los equipos, y con Mike Fratello [técnico de los Atlanta Hawks]. Hicimos una pandilla, veíamos todo el baloncesto y después íbamos a cenar, a Torremolinos. No me puedo creer que hayan pasado 30 años de aquello...".

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