Rafa Nadal, el vacío del día después
Después de una despedida emotiva en la que se echó en falta a más VIPs y con un clímax difícil de conseguir ya de madrugada, la Copa Davis sigue su curso algo fría tras la despedida del mito
Las fotos de su adiós
No fue la despedida soñada. Rafa Nadal dijo adiós y dejó una sensación de vacío, ese delicado días después para el deportista pero también para el que lo ha seguido con fruición desde niño. No fue el clímax que se imaginaba, la gran despedida de Roger Federer en Londres, por ejemplo, en la Laver Cup en ese doble con el propio Nadal. Se filtraba sotto voce un elenco de VIPs y personalidades que acudirían (Obama, Felipe VI, Pedro Sánchez, Djokovic, Federer, Serena Williams...) que finalmente no aparecieron, acaso confiantes en que España progresara y venir más adelante. Igual algo se olía el propio Nadal al insistir en la víspera que los finales de película eran cosa de los americanos. Por cómo hablaba en la rueda de prensa posterior parecía que tenía asumido este final, aunque se rebelaba por su competitividad extrema. "Me gustaría seguir jugando al tenis, pero el cuerpo no da para más", se resignaba. Igual también ya la cabeza, su arma atómica para superar dificultades, tampoco estaba ya en sus máximos. Lesiones y falta de continuidad, una paternidad que inevitablemente cambia la personalidad.
De alguna manera, Nadal tenía la necesidad de verificar que no quedaba una gota más que exprimir de su tenis. Esa es la parte positiva de lo que se vivió el martes en el Martín Carpena. El depósito estaba al 0%, no cabe reproches de "y si...". Evidentemente, hay puntos de vista distintos sobre cómo gestionar un adiós. 2022 tras ganar aquella final de Roland Garros a Ruud casi andando, ya muy castigado, los pasados Juegos Olímpicos con ese paseo por el Sena antes de jugar en un simbólico doble con Alcaraz o, simplemente, decir adiós fuera de la pista. El anzuelo de una final de Copa Davis en casa, con un equipo potente y la posibilidad de pelear su sexta Ensaladera en una competición fetiche fue cogido por Nadal, que se despidió como quiso y a su manera. Y alguien que ha dado tantas alegrías está plenamente legitimado para elegir. Una Copa Davis más o una Copa Davis menos no cambia sustancialmente al tenis español, por más que haya un punto de contradicción entre quien fuera uno de los mejores competidores que ha conocido el deporte y esta manera de concluir.
Seguramente fue mejorable el vídeo de las despedidas, por facturación y por quiénes fueron protagonistas, con alguna ausencia clamorosa. Tampoco ayudaba la hora, entrada la madrugada en la Costa del Sol. Impecable, en cualquier caso su discurso, unos 15 minutos que estaban bien meditados, con medido reparto de agradecimientos. Ha ido mejorando su oratoria a lo largo de su carrera Nadal, también larvando su carrera personal. Alguna vez se ha imaginado de presidente del Real Madrid, quizá también como figura política. Tiene bien encarilada su vida después, dinero no le va a faltar, si hace falta con el contrato bastante criticado para promocionar a una dictadura como Arabia Saudí, más negocios relacionados con su Academia, con el que mantendrá en Málaga para controlar Inacua Raqueta, cerca de donde dio sus últimos golpes como profesional. Y negocios inmobiliarios de todo tipo. Llenar esa adrenalina incomparable de la competición es un reto, pero ha tenido tiempo para asimilarlo por cómo fueron los últimos años de su carrera.
"Soy un chico de un pequeño pueblo de una isla que quería cumplir un sueño", evocaba en su discurso final. Rebasó cualquier expectativa aunque el final, que será una nota a pie de página en su carrera, no fue el mejor. Había una especie de duelo colectivo, no ayudaba el ambiente con la eliminatoria a priori menos atractiva de la Copa Davis, el Alemania-Canadá, en el día después. Quedan unos días de Copa Davis interesantes en Málaga, como este jueves, con dos eliminatorias de alto voltaje, Estados Unidos-Australia y Argentina-Italia. La posibilidad de pelear por otra Ensaladera la liderará Carlos Alcaraz, que comprobó in situ cómo es una leyenda a la que aspira a ser. Su participación en los dos partidos que jugó fue impecable, quiso y quiso pero no fue el día de Granollers en el doble. Así es el Día I después de Nadal.
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