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Foro Joly con Pedro Miró. Consejero delegado de Cepsa.
La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de la que la Unión Europea es abanderada mundial tiene un reverso: un importante riesgo de deslocalización de las empresas. Esa es la advertencia que ayer lanzó uno de los principales representantes del sector industrial nacional, el consejero delegado de Cepsa, Pedro Miró, quien alertó de la débil posición de la industria europea ante un mercado globalizado con menos regulación y límites medioambientales. "Cuidado con las medidas que adoptamos porque lo único que se va a conseguir es destruir empleo y tejido industrial", advirtió Miró durante su intervención ayer en el Foro Joly. También hubo crítica a la política ambiental de la Junta de Andalucía, más restrictiva que la de otras comunidades, señaló Cepsa. "Nosotros queremos mantener nuestras raíces, que están aquí, y tenemos que ser competitivos, pero hace falta que todos y cada uno de nosotros sigamos peleando en la misma dirección", apuntó el consejero delegado ante el consejero andaluz de Empleo.
A dos meses de la Conferencia sobre Cambio Climático de París, en la que se espera fijar un nuevo protocolo que sustituya al de Kioto con compromisos de reducción de emisiones para una mayoría de países, el consejero delegado alertó sobre las consecuencias que las decisiones adoptadas en ese foro pueden tener sobre un tejido industrial europeo que todavía está lejos de ese 20% del Producto Interior Bruto que los estados de la UE se habían marcado como objetivo para 2020. Los 28 también se han comprometido a reducir en un 40% (respecto a 1990) las emisiones europeas para el año 2030 y elevan hasta un 80-95% esa reducción para 2050. Y ello en un contexto en el que Estados Unidos se beneficia de los menores precios de las materias primas, en Oriente Medio se construyen refinerías que sobrepasan el consumo de esos países y Asia presenta una demanda creciente. Ahí se sitúan las dos refinerías andaluzas de Cepsa y otras ocho refinerías españolas. La deslocalización acecha, recordó Miró, y el CO2 es "un contaminante es global, da igual que se emita en Huelva que en Constantinopla". La diferencia reside, abundó, en que por cada 100 unidades de CO2 que se quitan de la UE por una producción que se traslada a otro punto se emiten 134 unidades en ese nuevo lugar.
El panorama es complicado y "si decimos que hay que rebajar un 30% las emisiones de CO2 pues habrá tres refinerías menos. En Cepsa trabajamos duramente para que el que cierre sea otro", aseguraba a preguntas de los asistentes.
La compañía ya dejó parada su instalación de Santa Cruz de Tenerife alegando que los parámetros medioambientales exigidos en el plan de calidad del aire aprobado por el Gobierno de Canarias eran imposibles de cumplir. Y ayer, durante la celebración del 50 aniversario de la primera piedra de la refinería La Rábida, la queja llegaba también sobre la futura Ley andaluza de Cambio Climático, además de lanzar un mensaje a la Junta de Andalucía: "¿Por qué pedimos exigencias más rigurosas a las dos refinerías de Cepsa en Andalucía que las que se plantean para las castellano manchegas, las murcianas, valencianas, catalanas, vascas o gallegas?", preguntó Pedro Miró al consejero de Empleo, Empresa y Comercio, José Sánchez Maldonado. "Habría que hacer un balance de si las exigencias que tenemos en Andalucía son superiores a las del resto o las del resto están muy por debajo de las nuestras", contestó el interpelado.
Tanto en el Foro Joly como en el acto posterior, Miró insistía en el interés de Cepsa por ampliar su presencia en Andalucía, donde ya tiene un proyecto de nueva planta de metaxileno en San Roque. "Nosotros queremos crecer, pero si no nos dejan crecer aquí nos iremos a crecer a otro sitio", aseguró". ¿Juega en ello un papel la estabilidad política en un nuevo contexto nacional? "La estabilidad es buena para todos", apuntó.
El escenario para ello es complejo también a escala internacional. La caída del precio del crudo y la volatilidad de los precios en un sector "largoplacista", de grandes inversiones, se suman a una caída del consumo del 30% respecto a 2007, lo que se refleja no sólo en una menor demanda de carburantes, sino también del resto de productos derivados del petróleo. El futuro que se dibuja con esa confluencia de factores es de una capacidad de refino excesiva, que se irá reduciendo progresivamente, con cierres y transformación de refinerías. Y en ese escenario Cepsa defiende las fortalezas de sus dos sites andaluces, La Rábida y San Roque, al tiempo que trabaja en reorientar su producción hacia las áreas de menor volatilidad.
Entre esas fortalezas, Cepsa destaca su proceso productivo integrado, que empieza en el pozo y acaba en el consumidor final y le ha permitido compensar con los márgenes del refino un mal año de exploración y producción. En ese proceso se ha crecido hacia la petroquímica, dirigiendo la producción hacia sectores con menos vulnerabilidad y aprovechando al máximo su materia prima. Y su consejero delegado señala que, frente a unos factores exógenos que no puede controlar, se trabaja en tener los centros productivos disponibles "para que puedan funcionar a tope cuando las circunstancias son favorables".
La compañía se vuelca ahora en una fase de internacionalización. Su accionista único, el fondo soberano de Abu Dhabi IPIC (International Petroleum Investment Company) "persigue un crecimiento industrial internacional, pero sin olvidar donde están nuestras raíces", explicó Miró. En el caso de las ventas, la internacionalización es obligada para hacer frente al desajuste existente entre la oferta y la demanda, con el handicap de que el mercado más cercano, el Norte de África, no es el más seguro.
En el lado contrario, las importaciones, las refinerías españolas afrontan otra desventaja, señaló Miro: "El acceso a las redes españolas no tiene limitación", por lo que llegan hasta el mercado español productos fabricados en condiciones mucho menos exigentes, colocando a las empresas nacionales en una situación de desventaja. ¿Son peores esos productos?, preguntaron desde el público. "Toda la gasolina que se vende en Europa cumple con las normas del Comité Europeo de Normalización", contestó Miró. La diferencia está en el valor añadido, "en gasolinas y gasóleos podemos añadir aditivos que mejoran el comportamiento del carburante".
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