Dictadura de partido y libertad de empresa
100 años del Partido Comunista Chino
Es un enigma cómo pueden las compañías innovar y progresar en el ámbito internacional con una intervención que supuestamente debería frenar la libre iniciativa y el estímulo empresarial
EN este mes de julio se celebra el centenario del Partido Comunista Chino, cuyas raíces son profundamente nacionalistas, pues surge en 1921 ante el intento de potencias occidentales, tras la I Guerra Mundial, de anexionar territorio chino a Japón. Resulta llamativo que el avance tecnológico, éxito económico, liberalización del comercio, modernización del país y afianzamiento de una clase media, no hayan venido acompañados de unas mejores prácticas democráticas en el país, respondiendo a la idea ampliamente compartida por politólogos de que liberalización económica y política, van juntas. Por otra parte, es un enigma cómo pueden las empresas innovar y progresar en el ámbito internacional con una intervención que supuestamente debería ser un freno a la libre iniciativa y estímulo empresarial.
El secretario general del PCC Xi Jinping es también presidente del Gobierno, y de la Comisión Central Militar, y no ha cesado de aumentar su influencia personal y la del partido sobre prácticamente todos los asuntos del país. En relación con la actividad empresarial ha habido vaivenes, y, por ejemplo, se abandonó por ineficiente la idea de comités de trabajadores pertenecientes al partido en las empresas. Sin embargo, se pone como ejemplo patriótico el grupo familiar textil Hodo, con 30.000 empleados, cuyo máximo ejecutivo es también el secretario local del partido. Dentro de estos lazos empresariales y de partido es destacable que los primeros ejecutivos de Tencent (internet), Muyuan (agricultura), Xiaomi (electrónica de consumo), o Anta (ropa deportiva), son miembros del Congreso y están en la lista de las diez personas más ricas de China. Pero, buscando contrastes, vemos que hace tiempo que las empresas extranjeras ya no reciben presión para vincularse con empresas locales, y no suelen sufrir la influencia del partido.
Esta fusión de empresa, riqueza, partido, tiene muchas excepciones, pues el sistema se adapta a lo que mejor garantiza la estabilidad y el crecimiento. El partido se nutre hoy de clases medias, con menos obreros, pocos estudiantes, y relativamente escasos funcionarios, por lo que pertenecer al partido da ventajas, pero no es una garantía para que un empresario prospere. Además, sólo alrededor del 6% de las peticiones se consideran, y con 95 millones de miembros el PCC es sólo un 7% de la población. Las críticas a la concentración de riqueza y desigualdades por grupos disidentes son implacablemente perseguidas, y el gobierno intenta mejorar la débil red de seguridad social, y se justifica con la mejora sostenida año tras año de empleo y salarios. Este éxito económico se ha hecho patente en los últimos años en que el 25% del incremento anual en el PIB mundial se debe a China, y además con inflación interna contenida y una disciplina financiera que ha logrado que su moneda se aprecie recientemente un 10% respecto al dólar. En suma, la contradicción entre la dictadura de un partido comunista que no cede un ápice de control, y una economía de libre empresa y libre comercio, se ha ido resolviendo creando buenas expectativas para los empresarios nacionales y foráneos, y recordando de tiempo en tiempo que el partido sigue siendo la referencia última de poder.
Mercado interno y empresa multinacional
Una de las claves del éxito de la empresa china es la fortaleza del mercado interior. En la última década el consumo más la inversión han sido los factores del crecimiento del producto, mientras que el saldo de exportaciones menos importaciones añade muy poco y en ocasiones es negativo. Para un crecimiento anual del 6% en los últimos años, 3,5% es consumo, 1,9 inversión, y 0,6 saldo exterior. Estas fortísimas inversiones en bienes de capital, y luego consumo, han creado un mercado interno formidable. Algunos países han estimulado la economía con medidas fiscales y monetarias, pero en China el partido comunista ha dirigido un proceso de producción con mano de obra ilimitada y salarios bajos para la exportación, acumulación, y diversificación posterior hacia el consumo interno.
Un ejemplo es la compañía de baterías para coches eléctricos, CATL, cuyo fundador Zeng Yuqun es la persona más rica de China. El mérito de estos empresarios es indudable, pero CATL se ha hecho fuerte en un enorme mercado local vendiendo el 44% de las baterías, expandiéndose como proveedor global. Una política de infraestructura de carga y apoyo político incondicional, ignorando la posición de monopolio de CATL, explican el fuerte crecimiento. Sin embargo, la historia reciente de las salidas a bolsa en Nueva York muestra cómo el partido-gobierno es receloso con compañías y personas que pueden comprometer la seguridad nacional, o apartarse del respeto al partido. Es llamativo cómo se ha impedido la salida a bolsa de Didi, una compañía de taxis con 490 millones de usuarios, para evitar que pudiera ser inspeccionada por las autoridades estadounidenses; y el rechazo a la fusión de dos filiales de Tencent cotizadas en Estados Unidos, DouYu y Huya, así como a la fusión de la filial financiera de Tencent con Ant Group, la financiera de Alibaba. Por si la caída de Jack Ma, fundador de Alibaba y crítico de la regulación, no hubiera sido señal suficiente, en una rara declaración conjunta, partido y gobierno han dado las guías para fusiones y salidas a bolsa, recalcando sus objetivos y prevenciones. Es peculiar que desde China haya temor a que algunas de sus compañías puedan cotizar en Estados Unidos, y que haya allí también un fuerte rechazo a admitir en bolsa empresas chinas.
Las empresas de la Unión Europea mantienen una posición compleja ante China –el principal mercado de exportaciones de la UE con más de 200.000 millones anuales sólo en maquinaria y vehículos–, con temas como la deslocalización hacia China, amenazas competitivas, seguridad, y derechos humanos. Sobre el medioambiente China ha respondido ante el reto de producción sostenible lanzado por la UE, que es una ventaja competitiva para la empresa europea. Estas circunstancias son una prueba más de las vicisitudes de las empresas en China, y la implicación del partido comunista en su funcionamiento, un partido que como dice Xi Jinping: “dirige todo: el gobierno, las fuerzas armadas, la sociedad, el mundo académico, este, oeste, sur, norte y centro”. Como sacado de una novela de Yan Lianke, esta expresión no deja de ser el narcisismo de la tiranía, que en un bucle se reproduce siempre en una tiranía del narcisismo.
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