Educación

La crónica económica

Educación
Manuel / Hidalgo

30 de noviembre 2007 - 02:50

ES de común conocimiento que una economía no produce lo que quiere, sino lo que puede. La especialización productiva de un país o de una región es simplemente una expresión económica de sus capacidades y potencialidades, por lo que estas últimas marcan los límites de la primera. Por ejemplo, la teoría afirma, con matices, que países con abundancia de mano de obra barata y poco cualificada producen bienes intensivos en este factor, al tiempo que economías muy desarrolladas, con una considerable dotación de trabajadores altamente cualificados se especializan en bienes con alto contenido tecnológico, alto valor añadido y muy bien retribuidos. Esta idea sencilla sobre especialización productiva engarza directamente con el grave problema educativo que vive España.

Se le ha dedicado mucho espacio al problema del fracaso escolar en éste y otros medios de comunicación. Sin embargo, es necesaria una nueva vuelta de tuerca. Por ejemplo, Vicenç Navarro, catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, ha afirmado que la causa de que en la última década los salarios hayan experimentado un escaso crecimiento no es el escaso aumento en la productividad. Los salarios crecen poco porque nos especializamos en trabajos con niveles de productividad muy baja y menores posibilidades de mejora. Esto determina, de forma muy simple que, a mayor número de personas trabajando en sectores pocos productivos, menor crecimiento de la productividad y del salario. Ello es así porque para nuestro país es barato producir este tipo de productos, dada nuestra caracterización educativa.

Un país con una inversión en educación relativamente baja, con unos niveles de cualificación que en el papel son elevados pero que en la práctica son mucho más bajos, tenderá a especializarse en aquellas actividades donde la exigencia de cualificación sea baja. Es decir, lo que ya nos ofrecen los datos es una tendencia a especializarnos en actividades con escaso valor añadido y con una relativa baja productividad.

Unos de los secretos del modelo de crecimiento español en esta última década es, precisamente, la altísima disponibilidad de mano de obra barata dispuesta a trabajar en cualquier sector en donde no se le exija mucha cualificación. Este patrón explica con precisión quirúrgica todo lo ocurrido. Crecimiento del peso de actividades de baja cualificación, estancamiento de la productividad y de los salarios reales, elevación de los beneficios empresariales, del empleo, del consumo y, por supuesto, dada nuestra relativa baja productividad, del déficit comercial.

Este modelo implica unos elevadísimos riesgos de cara a un futuro no muy lejano. El remedio es una apuesta clara, contundente y decidida por una educación de calidad. Más que nunca ésta debe considerarse un asunto de Estado, con el apoyo unánime y explícito de todas las administraciones, agentes sociales e incluso padres. Nuestro futuro depende de ello, ya que seremos aquello que nos propongamos.

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