Griñán receta confianza y control del endeudamiento ante el "riesgo de deflación"

El consejero discrepa de los vaticinios más pesimistas de Solbes, augura que 2009 "no será peor" que este año y censura a quienes critican los planes de apoyo a la banca

Griñán receta confianza y control del endeudamiento ante el "riesgo de deflación"
A. González · C. Pizá / Sevilla

04 de diciembre 2008 - 05:02

A estas alturas no existen recetas milagrosas con las que escapar a una crisis económica de dimensiones planetarias, pero sí atajos por los que regresar cuanto antes a la senda del crecimiento. Algunas de esas claves las aportó ayer el consejero andaluz de Economía y Hacienda, José Antonio Griñán, protagonista de la quincuagésima edición del Foro Joly, celebrado ayer en Sevilla con el patrocinio del Grupo Sando. Ante una concurrida audiencia -presidentes de cajas de ahorros, amén de una larga nómina de empresarios y compañeros de partido-, el vicepresidente segundo del Ejecutivo autonómico recomendó sacudirse "el miedo" alimentado por el temor a la recesión, devolver la confianza a los mercados (y de paso al ciudadano) y hacer examen de conciencia sobre los errores del pasado. Un puñado de recetas con las que regatear el fantasma de la deflación, un "riesgo serio" de caída generalizada de los precios cuya amenaza planea sobre España y del que su compañero Pedro Solbes no quiere oír hablar. "De la recesión se sale, de la deflación se tarda", alertó.

Con los gobiernos de medio mundo dando luz verde a todo un auténtico alud de medidas y planes de choque, Griñán recurrió al viejo teorema de la botella medio llena y medio vacía: bienvenido sea el espaldarazo de la inversión pública en momentos de vacas flacas, aun a costa de hacer tambalear el listón del déficit público, pero "con límites, sin ser demasiado alegres". El hombre que cuadra las cuentas de la Junta lanzó ayer una clara advertencia, "ni un euro más de endeudamiento" porque la Administración autonómica, tras los últimos esfuerzos, "ha agotado el nivel máximo" al que podía hacerlo con cargo a los Presupuestos de 2008. Y, sobre todo, porque "endeudarse significa colocar impuestos a nuestros nietos".

Ese cierre en banda permite, pese a todo, cierto grado de flexibilidad. El consejero reconoció que tanto España como Andalucía pueden ensanchar aún más sus niveles de déficit público porque se lo permite uno de sus principales activos, una población activa potencial mucho más joven que la del resto de los vecinos de la UE. Eso sí, cuando el viento sopla en contra eso se traduce en un descalabro en los datos del Inem. Con las listas del desempleo a punto de desbordar los tres millones de inscritos, Griñán tiró de optimismo y se atrevió a enmendar a su homólogo ministerial, que el martes dibujó un panorama laboral en 2009 "mucho peor" que el actual. "Solbes se equivoca", sentenció, "porque el dato dependerá de lo que crezca la población activa". La confianza en el futuro se extiende al avance del PIB, que en el próximo ejercicio "irá de menos a más", dibujando una curva inversa a la actual.

En un entorno de "crisis global", agigantada porque "nos pilló desprotegidos" y de la que "saldremos juntos, tal como entramos", Griñán aseguró no entender a quienes censuran que los gobiernos hayan salido al rescate del sistema, especialmente del financiero. Sobre todo, lamentó que la trascendencia de ese "oxígeno" no haya sido valorado por una "derecha profundamente joseantoniana" que les acusa "sólo de haber ayudado a los bancos". Y dibujó la difícil realidad del momento de forma gráfica: "Si no hay dinero, la economía no funciona. El negocio de los bancos es prestarlo, y si no lo hacen será porque había un problema preocupante de liquidez".

"El mundo no es el que era", recordó Griñán, quien ironizó sobre el aluvión de proclamas de los últimos meses, desde vaticinios sobre la resurrección de Marx hasta los que, con excesiva osadía, claman por refundar el capitalismo. A todas esas voces les sugirió que apuesten por "la economía real sobre la financiera", por un sector privado "que protagonice la recuperación económica" y por unas administraciones que "abran el libre mercado y garanticen la competencia". Todo ello para poner barreras a "nacionalismos económicos trasnochados que, a la larga, son una ruina".

Más competititivad, impulso a la I+D, "huir del miedo", diálogo y, sobre todo, examen de conciencia. Un puñado de recetas que, recurriendo a su propia metáfora, son como "ambulancias, pero sin tapar los caminos". Y una conclusión final: "Si hacemos examen de conciencia saldremos de ésta".

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