Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Café y Encuesta de Población Activa (EPA). La primera toma y lectura que ha hecho Javier Martínez (Madrid, 1975) antes de atender a Málaga Hoy. “Sigo teniendo la suerte de que no necesito ponerme alarma para despertarme”, presume. El vicepresidente de Lumon está a punto de alcanzar la mayoría de edad en la multinacional finlandesa. Un español que no se demora en la cama porque tiene un propósito. “Dentro de 30 años volvemos a hablar y veremos que el cambio ha sido gigantesco”, afirma el también jefe de expansión internacional de esta firma dedicada a la fabricación de acristalamientos.
Pregunta.-¿A qué cambio se refiere?
Respuesta.-En mayo salió la directiva europea de eficiencia energética que dice que a partir de 2028 para vender o alquilar una vivienda se va a exigir progresivamente una categoría energética mayor. El mercado va hacia modificaciones fuertes de edificios para pegar un salto de categoría muy superior en los próximos 30 años.
P.-¿Qué papel juega Lumon?
R.-Acristalar la terraza era solo un componente estético, ahora es energético y rentable. Los edificios de Europa tienen que ser cero emisivos y en este punto de modernización nosotros podemos configurar galerías bioclimáticas que ayudan a crear un aislamiento muy importante y encima se revaloriza la vivienda. Una inversión de 25.000 euros se puede traducir en una revalorización de hasta 100.000. Y ahora es más fácil que nunca porque los bancos y las instituciones están abriendo programas y financiando estos proyectos. Precisamente las entidades financieras se acercan a nosotros porque nos están viendo como uno de los grandes jugadores en esta transformación.
P.-¿Solo acristalando la terraza se alcanza la cero emisión?
R.-Más allá de la tecnología que usamos en nuestro acristalamiento, con canales de ventilación que reducen en torno a ocho grados centígrados la temperatura de la terraza, trabajamos con otros proveedores en la composición de la construcción. Es una combinación de cosas, cambiar las instalaciones eléctricas, los materiales de construcción... No es magia, es tecnología. Nosotros trabajamos en cómo calentar los edificios del norte de Europa o cómo enfriar los del sur con mecanismos que reducen el uso de calefacción o aire acondicionado, pero hay más posibilidades.
P.-¿Me dice algún ejemplo?
R.-En un edificio en el que hemos colaborado en el centro de Copenhague se ha metido fachada vegetal y dentro de ellas podemos reciclar el agua. El 90% del agua que generan las viviendas se puede usar y filtrar con fachadas vegetales. Encima aportamos oxígeno. Si ese edificio tuviese en España estaría cerrado a cal y canto. Y ya hemos demostrado en Viviendas de Protección Oficial (VPO) de Barcelona que con un buen uso de los acristalamientos no se necesita tanta calefacción.
P.-¿Málaga está preparada?
R.-La sostenibilidad no es tirar las cosas y construirías de nuevo, es aprovecharlas. Hay edificios existentes en la propia ciudad que se pueden aprovechar muchísimo y hay cantidad de zonas que están muy cerca del mar que han ido perdiendo valor y que se tienen que empezar a transformar. Seamos inteligentes porque si no tenemos las cosas preparadas, se las van a llevar otras ciudades que también están compitiendo por esta oportunidad.
P.-¿Por qué está perdiendo valor?
R.-Málaga tiene potencial. Hay edificios muy ricos en arquitectura que hay que mantener sea como sea, pero también están los estropeados, que además son los que más déficit energético tienen y los que más CO2 están emitiendo. Hay que darle una nueva vida al chabolismo vertical de Málaga.
P.-¿Qué es el chabolismo vertical?
R.-Una fachada que se ha ido transformando, donde cada vecino ha ido poniendo una solución diferente, un aire acondicionado, antenas parabólicas, tendederos... Cuando una fachada se va degenerando el aspecto no es atractivo y se empieza a descuidar más detalles hasta que hay zonas donde incluso se generan guetos: como no me gusta, termino yéndome de ahí. Necesitamos zonas atractivas para incluso seguir creciendo económicamente. Si los alrededores no tienen un buen aspecto visual es difícil que surjan nuevos comercios, por ejemplo. Aunque estamos súper orgullosos de la ciudad en la que vivimos, todavía la podemos enriquecer mucho más para que Málaga siga siendo el sitio favorito de la gente y la elijan sobre cualquier otro lugar del mundo.
P.-¿Eso también pasa en la Costa del Sol?
R.-Dar nueva vida a las ciudades está unido con el turismo. Torremolinos se está preparando para competir ante otros destinos del mediterráneo y están haciendo un trabajo importante en la rehabilitación hotelera para subir la calidad turística. Nosotros hemos trabajado en la modernización del Amàre y de El Fuerte (que ha pasado de cuatro a cinco estrellas), pero el destino se puede modernizar un punto más.
P.-¿Lo va a hacer?
R.-La Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía (LISTA) lo permite, pero muchos empresarios me dicen que no pueden invertir en ello si los alrededores no van en consonancia. Ahí es donde entra en juego la transformación de ese chabolismo vertical de algunas zonas. La buena noticia es que los ayuntamientos se están dando cuenta y están abriendo la mente para impulsar nuevas normativas para tener preparados a los vecinos, que se puedan acoger a esta grandísima oportunidad para la que seguro va a haber financiación, y poder producir esta transformación urbana.
P.-Hace un año y medio que se inauguró la fábrica de Antequera. ¿Es ya el mayor centro de operaciones del grupo?
R.-Todavía no (ríe). Estamos trabajando para que la fábrica de Antequera de Lumon (25.000 metros cuadrados) sea nuestro principal centro de operaciones. Para eso necesitamos seguir contratando personas y avanzar en nuestro crecimiento. Es un reto que todavía no he conseguido y que aspiro a alcanzarlo en breve. Sí que es la más moderna en materia tecnológica del mundo.
P.-¿Antequera ha sido un acierto?
R.-Yo creo que sí. Se han superado todas las previsiones por las que nos instalamos aquí. Estamos encontrando incluso proyectos no sabíamos si iban a suceder, por ejemplo el Puerto Seco. No teníamos claro si iba a salir para adelante o no y por fin parece que va a ir para adelante. Hablamos del déficit energético, pero también existe falta de mano de obra en el sector transporte y el tren es la alternativa y además una alternativa mucho más sostenible que ayuda a la calidad personal que hemos encontrado en Antequera. Tanto los vecinos como las instituciones se han volcado. Es un sitio seguro, agradable y accesible y logísticamente ha sido un gran acierdo. Haberla traído a Málaga, logísticamente, no hubiese sido favorable.
P.-¿Cuántos trabajadores hay en la fábrica antequerana?
R.-Tenemos algo más de 50 empleados en la fábrica de Antequera, que por el momento sigue trabajando a un solo turno. Estamos trabajando para montar ese segundo turno y ojalá venga muy pronto el tercero para que la fábrica esté las 24 horas en funcionamiento. Para eso necesitamos llegar a los 100 trabajadores y poder ir trayendo soluciones que por el momento no se están fabricando aquí
P.-¿Qué se hace y qué no se hace en Antequera?
R.-La fábrica está muy enfocada en el acristalamiento móvil. Empezamos fabricando un solo producto, ahora ya tenemos toda la gama de este tipo de acristalamiento y hasta 140 colores, antes sólo uno. Hablamos de los colores de la perfilería, en todos los países son muy limitados, pero en España nos gusta mucho el diseño y eso lo hace más completo, pero tenemos toda la tecnología para poder manejar el reto a la perfección. Sobre las cosas que todavía no fabricamos aquí, por ejemplo son las barandillas, que las traemos de Finlandia, pero con el desarrollo del negocio todo llegará.
P.-¿Qué mercados alimenta?
R.-Esta semana hemos tenido gente de República Checa para ver los productos que desarrollamos aquí. Hablamos de toda la zona mediterránea, Francia, Alemania o incluso más lejos en otros continentes. Por eso la idea es llenar la fábrica de Antequera cuanto antes para poder ir a por más mercados. De hecho cuando la inauguramos, nuestro CEO dijo que no iba a ser la única en España.
P.-Entiendo que ya Málaga no se llevará otra...
R.-Ya veremos (ríe). Si queremos ser sostenible hay que luchar por estar lo más cerca posible para reducir el transporte no solo en costes, sino en emisiones. Lo lógico es que no esté en Málaga, pero ya le aseguro que si seguimos creciendo, vamos a poder ir añadiendo otras cosas a la fábrica de Antequera y por qué no seguir desarrollando su tamaño.
P.-¿Cómo se ha comportado la facturación?
R.-Crecimos mucho en 2020, 2021 y 2022 y en 2023 nos consolidamos por encima de los 50 millones de euros sólo en España. Durante estos años hemos doblado la facturación, pero también los trabajadores y estamos muy enfocados en gestionar ese crecimiento. La previsión de este año es seguir creciendo por encima del año pasado, pero, como le decía, para eso necesitamos personas.
P.-Hablaba al principio de los datos de empleo, ¿sufre la falta de mano de obra?
R.Estamos en un momento curioso, también a nivel europeo, en el que resulta que hay gente buscando trabajo, pero que no les encaja la oferta que hay y cuando es cualificado resulta que la gente no tiene lo requisitos. Lo importante es adaptarnos a las necesidades y a los cambios y buscar empleados a largo plazo. Nosotros tenemos gente que empezó sin experiencia, la formación interna también hay que cuidarla. Las oportunidades están, los negocios se siguen moviendo y esto es un viaje a largo plazo.
P.-El suyo en Lumon está siendo longevo...
R.-Seguimos cumpliendo años. A la vuelta de estas Navidades cumplo 17 años en Lumon y lo mejor es que todavía veo tanto, tanto y tanto por hacer... Me encantan los proyectos que tenemos entre manos. De la transformación de edificios y viviendas para superar ese chabolismo vertical del que le hablaba. Lo veo como un gran legado. Mucho más allá del beneficio de Lumon, lo veo para toda la sociedad. Por ello sigo teniendo la suerte de que no necesito ponerme la alarma para despertarme.
P.¿Nunca le duele la cabeza?
R.Mi dolor de cabeza actual es ver cómo está aumentando la gente que está trabajando en dinero negro en estos sectores, quitando calidad y garantías al cliente final, sobre todo en el particular. Es una cosa que no se aprecia al principio, pero que luego genera unos dolores de cabeza terribles. Te pueden colocar mal una cosa tan fácil como un tornillo y con la fricción del viento empieza a ceder. Eso hace que el producto deje de funcionar con la consecuente inseguridad que también genera.
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