Ciudad Jardín: Un barrio tranquilo anclado en el tiempo

Los vecinos piden más limpieza y critican la escasez de aparcamiento

Conviven casas mata con altos edificios

Una mujer lleva la compra en un punto con construcciones típicas del distrito.
Una mujer lleva la compra en un punto con construcciones típicas del distrito. / Javier Albiñana
Ángel Recio

15 de mayo 2019 - 06:11

Málaga/El distrito de Ciudad Jardín es un barrio tranquilo anclado en el tiempo. Está formado por una veintena de barrios y en su fisonomía contrastan las casas matas con los grandes edificios. El denominador común es que todos esos inmuebles ya tienen décadas y se han hecho pocas renovaciones. Uno de los ejemplos singulares de este distrito es la barriada de Mangas Verdes, que nació de la inmigración del campo a la ciudad de personas que cambiaron de aires y que construyeron sus propias viviendas al norte de la capital. “Este barrio es de gente bastante mayor y los pocos jóvenes que hay son los que aún viven en las casas de sus padres”, explica Antonio Martos, presidente de la asociación de vecinos de Mangas Verdes.

Cuando Martos llegó a esta barriada hace más de 20 años había 25 calles todavía sin asfaltar. Ahora afirma que quedan aún cuatro, siendo esa una de sus principales reivindicaciones a los políticos en plena campaña electoral. Reclaman “todos los días” que pongan más badenes para regular el tráfico y, sobre todo, “que nos terminen el parque del Cau, que nos lo prometieron hace 15 años y debe ser el más lento de España”. Martos relata que en Mangas Verdes viven unas 5.000 personas, “estamos en un rinconcito y así es difícil que nos arreglen las cosas”.

Alegría de la Huerta es una de las barriadas con el nombre más singular de España. Debería ser todo felicidad, aunque no siempre es oro todo lo que reluce. La presidenta de la asociación de vecinos de Alegría de la Huerta, Teresa Carnero, afirma que “el barrio está regular”. “Nos faltan muchas cosas, es un barrio con bloques que tienen más de 50 años y que están en pendiente, por lo que hay muchas barreras arquitectónicas y muchas calles estrechas”, critica.

Carnero lamenta la proliferación de escaleras y que no siempre hay barandillas para sujetarse. También señala que las personas que van en silla de ruedas tienen serias dificultades para pasar por las calles Mariano Benlliure o Ínsula de Barataria y que “el aparcamiento está fatal”.

Obviamente no todo es negativo. La presidenta de esta asociación de vecinos resalta las numerosas zonas verdes que hay en Alegría de la Huerta, la instalación de bocas de riego para que los camiones puedan limpiar las calles con mayor facilidad o el rejuvenecimiento de la zona “porque se ven muchas parejas jóvenes con niños en los tres parques infantiles que tenemos”. Carnero es consciente de que todas las asociaciones de vecinos de todos los barrios de Málaga demandan mejoras y no hay dinero para todo, pero “pedimos a los políticos que las actuaciones que reclamamos no tarden tanto porque no se piden por gusto sino porque hay una necesidad real”.

Barreras arquitectónicas en Alegría de la Huerta y calles por asfaltar en Mangas Verdes

Juan Carlos Valdivia preside la asociación de vecinos Ciudad Jardín y, en líneas generales, está satisfecho con las actuaciones que se han desarrollado en la barriada aunque siempre hay cosas por mejorar. Reclaman reformar el paseo de Ciudad Jardín porque hay varias baldosas levantadas –algo que parece que el Ayuntamiento ya tiene previsto hacer–, que se pongan más papeleras, que haya más limpieza o que se arregle la cancha de un parque infantil cuyo vallado está roto y por el que se cuelan menores de noche para jugar al baloncesto, con las consiguientes molestias para los vecinos.

Valdivia también considera necesario arreglar un asunto que, aunque a priori no debería tener mayor complejidad, sí es motivo de queja por numerosos padres. Denuncia que la empresa encargada de regar las zonas verdes junto a los colegios Cristo Rey y El Pilar lo hace justo a la hora de entrada de los niños en los centros educativos y que éstos se mojan. “Ya lo hemos dicho muchas veces pero no lo cambian”, dice el presidente de esta asociación vecinal.

Clara Montiel, dueña de una tienda de ropa en el distrito.
Clara Montiel, dueña de una tienda de ropa en el distrito. / Javier Albiñana

Ciudad Jardín es un barrio relativamente tranquilo. Su oferta comercial no es excesiva, pero sí tradicional. Clara Montiel empezó a trabajar con 18 años en Confecciones Clara y, 41 años después, sigue al pie del cañón. El negocio está algo más flojo porque hay miles de tiendas de ropa en toda la capital, incluyendo las grandes superficies, pero tiene clientes fieles. “El barrio está prácticamente igual que hace 40 años porque los bloques son los mismos. Hemos perdido muchos aparcamientos y ahora estacionar con el coche está peor que nunca”, asegura Montiel, quien critica que falta limpieza en las calles, tanto por actos incívicos de los ciudadanos –incluyendo especialmente a los propietarios de perros que no recogen los excrementos de sus animales– como por poco baldeo por parte de los empleados de Limasa. Miguel Ángel Pérez, propietario de la cafetería Paniagua, es de la misma opinión. “Los barrenderos sí limpian pero los camiones baldean muy poco y las calles están sucias”, un hecho que ahora se intensifica con el líquido plastoso que dejan en el suelo las jacarandas.

María José Pérez, una de las empleadas de La Dulcería, dice que en Ciudad Jardín “hay que mejorar la limpieza y la seguridad porque se está viendo a gente muy extraña y está habiendo numerosas quemas de contenedores o de motos”. Pérez, junto a otras tres trabajadoras, afirma que “se invierte mucho dinero en el Centro de Málaga pero poco en las barriadas, donde tenemos falta de contenedores y problemas de malos olores”.

Varias personas mayores juegan al dominó en un hogar del jubilado.
Varias personas mayores juegan al dominó en un hogar del jubilado. / Javier Albiñana

Francisco Fernández es otra de las personas que llevan toda la vida en Ciudad Jardín. Su padre tenía un quiosco en la calle Alcalde Joaquín Quiles y ahora lo regenta él junto con su mujer, ya que Fernández es también taxista. “En el barrio hace falta más limpieza porque lo de los perros es exagerado, que se poden mejor los árboles y que se acabe con las cotorras”, señala Fernández, quien también reclama que se pongan más urinarios públicos.

Junto al quiosco hay un hogar del jubilado. Varios hombres juegan al dominó y varias mujeres están en un taller de costura. “Este barrio es lo más tranquilo de Málaga”, comenta Jesús, uno de los señores mayores que está en el recinto. Los demás no lo niegan, pero piden que les pongan una máquina nueva de café que se les rompió hace un año. Es posible que eso no esté en ningún programa electoral.

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