Málaga: mismo rumbo, nuevos retos
Elecciones municipales
El mensaje de las urnas es claro, pero los desafíos inminentes a los que se enfrenta la ciudad obligan a renunciar a las viejas políticas y abrazar compromisos más amplios a la vez que más rigurosos
De la Torre reafirma su mayoría absoluta
Resultados de las elecciones municipales 2023
Málaga/Quería Francisco de la Torre una mayoría absoluta después de su aciaga travesía con Ciudadanos y los resultados de las elecciones municipales han venido a confirmar lo que apuntaban las encuestas sin mucho margen para la sorpresa. Que el alcalde disponga del Gobierno local a sus anchas entraña una premisa significativa ante retos inmediatos como la designación de la ciudad que acogerá la Exposición Internacional de 2027, que se resolverá ya sólo dentro de unas semanas y en la que Málaga se sitúa entre las favoritas. Si la candidatura malagueña se impone, la gestión a la que deberá hacer frente el Ayuntamiento, de la mano del resto de administraciones del Estado, no será precisamente sencilla. Cuando De la Torre reclamaba estabilidad para los retos inminentes, sabía de lo que hablaba: de resultar elegida, la capital de la Costa del Sol asumirá una transformación notable y una atención masiva que multiplicará los efectos de la promoción ya lograda en el escaparate turístico internacional. Las ciudades que han acogido eventos de este tipo han quedado marcadas de manera inevitable, no siempre para bien, con lo que, si la propuesta elevada por Málaga se impone finalmente, convendrá tomar las riendas con un rigor al que pocas veces la ciudad se ha visto obligada. En la transformación de Málaga en la gran capital que De la Torre lleva señalando desde su llegada a la Alcaldía, los próximos años resultarán cruciales. El paisaje será de alguna forma el mismo, aunque también en un sentido amplio será inevitablemente distinto. Resulta evidente que el rumbo que seguirá la ciudad a la hora de dar viabilidad a estos proyectos será, de igual modo, el mismo que el sostenido en los últimos años, pero conviene subrayar que la magnitud de estos retos exigirá en no pocos ámbitos una acción política diferente, más amplia, sensible y abierta, más creativa en sus fórmulas y más rigurosa en su praxis. Esa gran capital está en marcha y su asentamiento empieza a ser inminente. No caben, pues, las viejas políticas, sino que corresponde gobernar Málaga a la altura de estos horizontes.
Metamorfosis inmediata
Con la deseada independencia para tomar decisiones, libre de las reservas de socios de Gobierno que en más de una ocasión han actuado como fuerzas de oposición, De la Torre encuentra el campo libre para recuperar el rascacielos del Puerto, impulsar las torres de Repsol y continuar la línea de crecimiento vertical y metamorfosis metropolitana muy a pesar de una oposición ciudadana que sigue sin encontrar suficiente representación en las urnas. El resultado electoral es incontestable: la mayor participación ha beneficiado en la capital al PP, que ha absorbido tanto a los votantes de Ciudadanos como, necesariamente, a una parte significativa de votantes del PSOE. No obstante, e independientemente del dictamen de los votantes, el PP estará obligado a revisar la idoneidad de estas políticas en un contexto de exclusión social y emergencia climática. Hasta ahora, De la Torre y sus concejales han manifestado a las claras en mayor empeño en ganar la gran capital y una resistencia férrea a gestionar los problemas derivados de esta transformación, cuya incidencia precisamente en cuanto a exclusión y sostenibilidad empieza a ser preocupante. Transformar el centro en un hub de oficinas a disposición del sector tecnológico, multiplicar la densidad urbana y poner sobre la mesa proyectos de la magnitud del Eje Litoral contribuirá sin duda a la definición de la gran capital que quiere ser Málaga, pero estas actuaciones necesitan quedar equilibradas por medidas que garanticen una cuestión tan fundamental como la habitabilidad. No habrá, previsiblemente, muchas medidas dirigidas a la contención del precio de la vivienda. Se asume que las grandes capitales conviven con estos problemas, aunque se obvie que en no pocas de estas ciudades sí se establecen iniciativas compensatorias, y se espera que la ciudadanía se adapte como pueda. Pero cabe recordar que también esas otras grandes capitales en cuya liga quiere jugar Málaga se enfrentan a los mismos retos: garantizar mecanismos de estabilidad a la población no significa ya tanto una concesión, sino una exigencia para la misma supervivencia de las ciudades, al margen de quien gobierne. De la Torre ha prometido parques. Hará falta algo más.
Exigencias de un gobierno para todos
Por lo demás, corresponde a los partidos de la oposición hacer una reflexión profunda sobre el apoyo recibido y la resonancia de sus propuestas. Ni los líderes, ni los mensajes ni las intenciones parecían capaces de erosionar la influencia de De la Torre, tal y como ha quedado demostrado. Málaga merece candidatos más firmes, más claros en sus propuestas, más rotundos en los argumentos, más capaces de demostrar autoridad y solvencia. No se pueden anunciar 10.000 viviendas de protección oficial con la imprecisión técnica y financiera de la que ha hecho gala Dani Pérez. Noelia Losada, a cuya labor al frente de la Concejalía de Cultura no se pueden poner muchas pegas, tampoco ha sabido inspirar confianza a la hora de presentar una alternativa seria de Gobierno. En cuanto a la izquierda, todo apuntaba a que la extraña elección de los candidatos terminaría pulverizando el potencial de la candidatura conjunta, tal y como ha sucedido. Respecto a Vox, la mayoría absoluta de De la Torre reproduce los efectos ya contrastados en las pasadas elecciones autonómicas tras el éxito de Juanma Moreno, con representación en el Parlamento Andaluz pero condenada a la irrelevancia. Seguramente cuando más falta hacía un debate político de largo alcance, más parece haber renunciado la oposición a hacerse oír. De cualquier forma, y ante los retos que derivan de una transformación vertiginosa en una gran urbe, la exigencia democrática de un gobierno para todos significa ahora un compromiso irrenunciable. Corresponde a la ciudadanía responder en consecuencia con vigilancia, responsabilidad y rebeldía.
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