"El arte nace todos los días de una tela blanca"
Eugenio Chicano, pintor
-¿Por qué la jubilación no está en su vocabulario?
-Porque supone cortar un cordón umbilical con el mundo del trabajo, con tu realidad. Cuando tengo alguna duda, cojo la biografía de Picasso y me pregunto: ¿Picasso que hizo? Él no se jubiló, pues yo tampoco. Para un pintor es duro pensar que ya no es funcional.
-¿Y también es irreal?
-Es que cuando estás en lo mejor de tu vida, con la maestría lograda, con la soltura de brazo e ideas, cuando no tienes ningún complejo en atacar una tela blanca te dicen que no vales, que no puedes seguir, pues no me parece muy justa esa ley.
-¿Y cómo acabar cuando es una forma de vida?
-No se puede. Yo me levanto y me pongo a pintar, no sé hacer otra cosa. Y es por necesidad psicológica, biológica, de pensamiento... llámalo como sea. Si tienes ideas, cosas que decir y un lenguaje para ser oído y entendido lo mejor es ponerte a pintar. Además, esta profesión nunca acaba, el arte se inaugura en cada cuatro. Cada obra es empezar otra vez con la composición, el colorido, la perspectiva, los matices, el trazo. Eso es la historia del arte, que nace todos los días de una tela blanca.
-¿Se sigue aprendiendo?
-Todos los días. Se aprende de los fallos, de las meteduras de pata, de pararte, pensar y corregir. De otros también, sobre todo de los buenos. Por eso no se puede dejar de ir a museos, de tener libros de arte, ponerse al día con los pintores internacionales y las corrientes de pensamiento. Esto se ha venido abajo últimamente, el euro ha contaminado las artes. Las galerías exponen a los que venden más y los pintores consagrados, hechos, no están de moda, no figuran. Tampoco hay una política de Bellas Artes para este tipo de cosas. En Málaga ha habido un grupo de pintores que se llama la Generación del 50 y nadie les ha hecho caso. No hay ni una sala especial en un museo, ni una tesis, ni un libro que diga esto pasó.
-¿Cuáles son sus principales influencias creativas?
-En una tela poner tres manchas y el cuatro ya está hecho no vale por muchas vueltas que le dé, por muy libre que usted se sienta o por muy incontaminado que sea el trazo. El pintor, a través de su madurez, ha adquirido una personalidad, una manera en su hacer, una fidelidad a sus principios, ha constatado que lo que está haciendo sirve porque lo ha paseado por Europa, por América, y empieza a hacer una producción en cuanto a sus estímulos e ideas porque ya las técnicas las conoce. Yo no pinto cuadro a cuadro, yo hago las exposiciones por series, series muy estudiadas y con un número de cuadros interesante como pueden ser 30 o 40.
-Lo último fue el paisaje andaluz...
-Sí. La exposición está dando vueltas en itinerancia por Andalucía. Me he pasado cuatro años con el proyecto, he estrujado el paisaje andaluz de una manera contundente. Además de esto está el viaje, la experiencia... no conocía tan profundamente esta tierra maravillosa.
-¿Cómo se innova y se sigue creciendo sin perder la seña de identidad?
-En Italia se dice que hay pintores estípticos, es decir, estreñidos. Fuerzan los cuadros, borran, rehacen, ponen aquí, quitan allá... y sufren una barbaridad. Para mí la pintura es un gesto, es otra cosa. Cuando dominas el arte, tienes el brazo educado y tienes talento, porque si no estás perdido, si tiras de la historia, de lo que has estudiado, experimentado, de las veces que te has equivocado, sale tu obra. Entonces, el sello propio ya es congénito, ha tenido una educación que va contigo, con la manera de pensar, tu sentido crítico y la personalidad. Estoy metido en la corriente pop y casi todo lo resuelvo de esa manera. Me interesa sobre todo la pop crítica.
-¿Cómo está la corriente pop en España?
-Muy, muy, muy abandonada. A pesar de que cuando salgo por ahí me hacen referencia sobre lo buena que es la pop crítica en España. Pero eso no lo veo refrendado aquí por las instituciones. Es una queja que tengo grande, pero no por mí, es que es generalizado.
-¿Hay grandes deudas?
-Sí que las hay. Y con pintores que se la han jugado y que no han sido reconocidos. Tenemos a grandes pintores aquí y deben constar, tener un libro, una tesis... Ahora que están vivos.
-¿Considera que puede haber demasiado Picasso?
-En absoluto. Hay demasiado Picasso mal dicho, mal puesto, mal colgado y mal tratado, pero Picasso nunca es demasiado. En el gran concierto mundial, Picasso es el número uno y cuando duele el bolsillo no hay mentiras. Luego es la alegría de ver un cuadro suyo, que es una novedad. Picasso siempre ha sido un grandísimo innovador y ha tenido muchísimos pintores que lo han seguido. Y a todos nos ha dado una lección.
-¿Para ser pintor hay que ser valiente?
-Sin duda. De joven cambié de manera de pintar varias veces, veía a Picasso, a Joaquín Peinado... era lógico. Sin embargo, mi padre con su espíritu de comerciante me decía, "¿ya que tienes una clientela vas a cambiar?" Me pedía que tuviera cuidado, pero yo no lo entendía. La evolución ha estado siempre por encima de cualquier interés económico. Y hay muchos galeristas que te imponen que no cambies, pero hay un momento que los tienes que dejar para avanzar. Cuando repasas la historia y las biografías, ves la gente que se la ha jugado y la que no.
La cercanía malagueña de un pintor internacional
Participa, acude cuando se le llama, siempre está si puede sacar un hueco. Quizás esa cercanía entre sus gentes, en el mundo del cante, de las peñas, del arte, hace que se desdibuje su proyección internacional. Hasta el MOMA tiene obras suyas. Este malagueño, primer director de la Fundación Picasso Casa Natal, ya recortaba artículos del genio a sus 14 años, cuando aún no sabía que iba a ser pintor. Recorrió Europa, se instaló en Verona, fue íntimo de Alberti y miembro de la Generación del 50. Nunca ha colgado el pincel ni lo hará ahora a sus 82. Prepara con entusiasmo una nueva serie. Esta vez sobre flamenco.
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