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"Escribir requiere echar mucho culo"

Álvaro Pombo | Escritor

El escritor Alvaro Pombo. / M. G.
Juan de la Huerga

22 de diciembre 2024 - 05:40

EL FILÓSOFO QUE NO FUE. Licenciado y amante de la Filosofía, nunca se dedicó a tan ilustre materia, hoy denostada, aunque en su obra está impregnada de moral y religión, aun siendo agnóstico. Álvaro Pombo (Santander, 1939) atiende con unas generosidad y amabilidad dignas de reconocimiento. Político fugaz y miembro de la RAE desde 2004, atesora una colección de premios para quitarse el sombrero, coronados con el Cervantes este 2024.

–¿Ha sido guatequero?

–No, he sido muy solitario desde joven. Me hacen gracia los juerguistas, pero cuando no están de juerga.

–Acaba de completar la trilogía de los premios: Cervantes, Nadal y Planeta. ¿Los cambiaría los tres por el Euromillón o se vive bien de la literatura?

–Vivo bien. Bueno, como lo hacemos los escritores, a tramos. Sánchez Ferlosio contaba que vivía de premio en premio y a mí me pasa un poco.

–Cela calificó el Cervantes de premio cubierto de mierda... pero se lo dieron y lo recogió sin rechistar.

–Y descubrimos, y él lo dijo, que los quería todos, incluso uno de Pozuelo de la Encina, suponiendo que existiera este pueblo. Los quería todos y los tuvo.

–Con tanta pantalla, ¿hemos olvidado esa maravilla que es pegar la hebra?

–Pegar la hebra es literalmente lo mío. A mí me echaban de clase en los Escolapios por hablar y me castigaban en el patio o de rodillas con dos libros en las manos. No sé qué tonterías charlaba con el compañero. Y así sigo.

–De los Escolapios de Santander a los jesuitas de Valladolid. ¿Es más de san José de Calasanz o de san Ignacio de Loyola?

–Yo era muy de los Escolapios. [Canta] "El alma de los niños, imán de tus amores, celebra tus favores, José de Calasanz". Eran pedagogos excelentes, pero en los jesuitas me encontré con José María Cagigal, creador del INEF, y fue importantísimo. Los que no éramos talentosos en el deporte, teníamos que serlo en el aplauso al equipo del colegio.

–¿Cómo se puede escribir con intención moral sin ejercer de moralista?

–Moralista no soy, pero las novelas ganan si entra una vena moralista o religiosa, son dimensiones de nuestra personalidad. Todos, hasta los agnósticos, somos religiosos, y todos, hasta los malajes, como dicen por su tierra, somos de seres morales. En la descripción de un personaje uno quiere saber qué le pasa con Dios y qué le pasa con nosotros. Si cuentas eso, cuentas el personaje.

–¿Cuánto pesa la filosofía en sus novelas?

–50 kilos, como yo ahora, estoy desnutrido. Es mi gran pasión, fallida, pues no he escrito filosofía sino una especie de batiburrillo narrativo filosófico y teológico.

–No le gustaban de niño los macarrones y hoy podría comerlos a diario. Yo soy chacinero y no puedo con la morcilla.

–Qué curioso. A mí me encanta. Acuérdese en el banquete de Una cena jocosa de Baltásar de Alcázar, cuando llega a la morcilla dice: "Señora de gran veneración".

–En Londres estuvo más de 10 años y fue limpiador...

–Sí, cleaner, limpiaba en las casas cristales, retretes, cocinas. Conocí la zona de la Northern Line, llena de detached houses de familias judías. Me di cuenta de ese fenómeno tan interesante que es el judaísmo, todos inglesísimos y a la vez muy judíos. Lo uno no quitaba lo otro. Me trataron muy bien.

–Sacó brillo a cuberterías.

–Mucho. Había que limpiar toda la vajilla de diario, guardarla y sacar una batería de cocina. Creo que era para la Pascua.

–Y fue telefonista.

–Sí, lo llevo muy a gala, telefonista del Banco Urquijo.

–Si lo hubiera pillado Villarejo, lo contrata.

–No lo sé.

–De fumador a fumador...

–¿Qué fuma?

–Ducados.

–Como mis padres. Yo fumo rubio, Camel.

–¿Es el tabaco el vicio más absurdo del mundo?

–Totalmente.

–¿Y no lo dejó nunca?

–No. Ya casi nadie fuma. Los fumadores nos estamos convirtiendo en raza maldita.

Todos, hasta los agnósticos, somos religiosos, y todos, hasta los malajes, somos seres morales"

–De andaluz a cántabro, no somos más que los arrabales del Reino de Castilla.

–Sí, pero nos llevamos bien. He conocido a muchos santanderinos en Andalucía. Mi abuelo era Cayo Pombo Ybarra y en mi familia están los Ybarra andaluces, los de Bilbao y los de Santander.

–A un amigo le sentó mal cuando dijo que el sentido del humor es de derechas.

–Si quiere se lo explico yo. La izquierda ha sido durante mucho tiempo en España seria y trágica; la derecha, guasona y propensa a la comicidad. En los buenos momentos de la izquierda, hemos tenido las dos cosas, y en los de la derecha, igual.

–Amadeo de Saboya otorgó el título de marqués de Casa Pombo a su tatarabuelo.

–Era un gran nadador; entró en España en un barco de guerra frente al Sardinero, se tiró al mar y fue nadando.

–Aseguró al abdicar: "Si fueran extranjeros los enemigos de España... pero son todos españoles". ¿Atinó en su análisis?

–Atinó: tuvimos una guerra civil en 1936, antes de ayer... Quizás hemos mejorado. Y aún le doy vueltas; de hecho, en Santander, 1936 di muchas vueltas a esa idea.

–Serán tiempos duros para un filósofo, nadie la lee.

–Yo leo. La han quitado como asignatura del Bachillerato; es una calamidad. La Filosofía es un segundo momento intelectual. Tienes Ciencias, Historia, Lengua y Literatura, y luego Filosofía, una especie de sedación y universalización de eso.

–¿Por qué tiene una forma disidente de hablar de la homosexualidad?

–Soy un homosexual clásico. Encuentro disidentes a estos gais de ahora y un poco estrepitosos a los homosexuales del Orgullo Gay. No veo elegante esa fiesta.

–Veinte años en la RAE. ¿De qué vocablo está más orgulloso de haber propuesto? ¿Y cuál tiene pendiente?

–"Pindio". En Santander es una cuesta muy empinada. Tengo pendiente “soltar la panoja”. No está incluida la acepción de soltar dinero.

–Su abuela fue dama de honor de la reina Victoria Eugenia, mano derecha de Coco Chanel y diseñadora de Evita. ¡¡¡Y usted va por la vida con un gorro!!!

–El frío me entra por la cabeza porque soy calvo como una bola de billar.

–¿Y no se indignaría su abuela por el gorro?

–No, ella iba más estrafalaria que yo aún.

–Además de un tal Álvaro Pombo, ¿cuántos bohemios quedan en España?

–Somos muy bohemios, de un poco manga por hombro. Y listos como ratones coloraos, pero a la par autodesperdiciados. Pasa a veces que un chico es buen escritor, se autodesperdicia y se dispersa abohemiándose. En la bohemia hay personajes valiosos y divertidos que se autodesperdicia porque escribir, que es de lo que yo entiendo, requiere echar mucho culo, sentarte y hacerlo.

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