"El humor negro me sirve como terapia"
José Luis Sastre | Periodista
LOCUTOR DE HACHES. José Luis Sastre (Valencia, 1983) ha cumplido dos décadas en la Cadena Ser. Licenciado en la Autónoma de Barcelona, entró en la emisora siendo un mozalbete, en 2011 se integró en Hora 25 y posteriormente Àngels Barceló lo incorporó a Hoy por Hoy. Una radio de haches. El periodista cuya diana suena a las 03:04 entre semana ha sacado tiempo y ganas para publicar su primer libro, Las frases robadas (Plaza & Janés).
–Yo soy de Alsina. Con perdón.
–Estupendo. Escucho todo lo que puedo. Me gusta mucho su manera de hacer radio, pero nosotros hacemos otro tipo de radio.
–Se levanta a las tres de la mañana para currar...
–A las 03:04, esos cuatro minutos son cruciales. Es el tiempo que tardo en ducharme, hacerme el café, vestirme y bajar al taxi, que está en la puerta a las 03:20.
–Escribe en El País, tiene un podcast con Maldonado y entre medias algo vivirá... ¿Cuándo ha sacado tiempo para escribir una novela?
–Levantarte a las 03:04 obliga a que seas muy disciplinado. Ves el mundo de otra manera, se alargan los días.
–Debuta en la literatura con más de 40 años, edad venerable que hoy se identifica con las madres primerizas. ¿Somos más inmaduros que nunca?
–No lo creo. Con el asunto de la maternidad, pienso que se tarda más por las condiciones de vida. Y en el hecho de ponerme a escribir a los 40 es que antes he estado ocupado haciendo otras muchas cosas.
–"Me propusieron hacer un libro y no sabía de qué escribirlo", ha dicho. Extraña vocación de escritor.
–No, dije que cuando me contactaron varias editoriales y me hicieron la propuesta, me abrumó el pensar de qué escribo, ése es el proceso que me costó. Decidirme entre ficción o hacer ensayo. Pero la vocación de escritor ha estado ahí siempre.
–La muerte, la radio y la literatura están muy presentes en el libro, ¿son temas que lo obsesionan?
–No. La radio, la literatura y el mar eran las balizas de seguridad que le puse a mi primera novela, necesitaba algunas agarraderas donde sentirme bien. Y la muerte es un tema muy recurrente en mi vida, empezando por el humor negro, lo utilizo mucho porque me sirve primero para el recuerdo y luego como terapia.
–¡Qué bonito es vivir! Pero nos damos cuenta en el lecho de muerte. ¿No es un poco tarde?
–Intento darme cuenta al menos una vez al día, sobre todo en las sobremesas con los amigos. Ésos son los momentos en los que más celebro lo bonito que es vivir.
–Dicen que se le reconoce en cada línea. ¿Cuánto hay de José Luis Sastre en Las frases robadas?
–Línea sí, línea no.
–Sus protagonistas no tienen nombre, como El Principito u otros muchos. ¿Por qué toma esta decisión?
–Hay personajes que cuando se me presentaron en la cabeza tenía cada uno un nombre, pero con los protagonistas no es que fuera incapaz de ponerles uno, sino que no me salía llamarlos de ninguna manera. Vi al momento que eran el padre y la hija; luego en la editorial me dijeron que seguramente fuera porque al ser una historia tan universal, en el sentido de que le puede pasar a tanta gente, por eso no me planteé poner el nombre. Si fue así, me parece una explicación plausible.
–¿Es más difícil mantener la solemnidad en una crónica parlamentaria o aguantar la risa ante las ocurrencias de Maldonado?
–No he pretendido que mis crónicas fueran solemnes y no lo son. Aguantarle la risa a Maldonado, además de un error, sería contraproducente para la salud. Lo que más disfruto con el podcast es poderme reír.
–Se pasó el verano pidiendo a sus invitados que escribieran su propia necrológica. ¿Ha decidido su epitafio?
–No, no me he parado a pensarlo. En 10 años volvemos a hablar y se lo digo.
–Disipe la duda: ¿quién sabe más de música: Àngels Barceló o usted?
–Yo, claro, no hay dudas.
–¿Y quién es el mejor tertuliano de Hoy por Hoy?
–Tengo ya unos cuantos quinquenios para saber en qué preguntas uno no puede meterse nunca.
–Aimar Bretos y usted han echado los dientes en la Ser. ¿Ni por todo el oro del mundo se irían a la Cope?
–Por Aimar no puedo responder, mejor que le haga a él la pregunta. Estoy muy a gusto donde trabajo, en la casa donde me he criado y no me veo en otro sitio.
–Ha hecho muchas cosas en su emisora, de todo.
–Llevo muchos años y he hecho de todo: deportes, programas, informativos, he estado en Barcelona, en Madrid, he dado varias vueltas al país... Es una casa que me ha permitido no sólo crecer y conocer gente y formar parte de ella, sino formarme en muchas tareas distintas. Y no cambio ninguna, ¿eh?
–La Moncloa les manda la escaleta todas las mañanas. ¿Verdadero o falso?
–Mire, si lo hiciera, no me haría falta levantarme a las tres de la mañana.
–A las tres y cuatro...
–No, no, pero en fin...
–¿Está deseando tener ya un programa propio, más que nada para no trabajar en agosto?
–Estoy muy feliz con lo que me está pasando ahora mismo en la vida.
–Ese mes sustituye a Barceló y en mi periódico es igual, los jefes se van y nos quedamos los indios.
–Le diré que disfruto los agostos muchísimo y creo que se nota.
–Está puestísimo en la Transición. ¿Las comparaciones son odiosas entre aquellos y estos políticos?
–Son odiosas, pero haré dos consideraciones: una, invito a la gente a que lean aquellos discursos parlamentarios, están en la web del Congreso, porque es un ejercicio muy saludable ver el nivel al que puede llegar el parlamentarismo, capaz de proyectar una ley para generaciones venideras; la segunda, es justo juzgar cada época teniendo en cuenta los pros y los contras de aquel momento y a veces eso se nos hace muy difícil.
–Ha ganado la Antena de Oro, presentado la gala de los Premios Ondas... ¿cómo le sienta pasar a la historia de la radio por ese mítico "nos caemos" que dijo el día de la moción de censura a Mariano Rajoy?
–Tuve la sensación cuando acabé aquella crónica de que había hecho el ridículo más espantoso y con los años he comprobado que uno nunca es consciente de que un buen momento profesional puede encontrarse donde menos te lo esperes. La radio tiene estas cosas.
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