"La mecánica de las sectas es similar a la violencia de género"
Miguel Perlado | Psicólogo experto en sectas
La Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP) ha celebrado recientemente en Sevilla su VIII Encuentro Nacional sobre Abuso Psicológico y Sectas, con la colaboración del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental
Humanismo y Psicología, armas frente a las sectas. Natural de Pamplona, el doctor Miguel Perlado, psicólogo clínico experto en sectas, atesora 25 años dedicados a rescatar a personas del abismo. Conoce en profundidad la mecánica de las relaciones sectarias, los gurús malignos y a sus víctimas, pero no busca culpables, su interés humanista está centrado en ayudar a personas sometidas. Perlado ha rescatado a cientos de personas atrapadas en sectas. Es miembro fundador de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), que integra a psicólogos, psiquiatras y también a afectados por las sectas.
-La Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP) ha celebrado en Sevilla su VIII Encuentro Nacional sobre Abuso Psicológico y Sectas, con la colaboración del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental. ¿Están aumentando las sectas?
–Son grupos que se transforman en función del contexto y de la época. Tras la pandemia, las sectas se diversificaron: con la emergencia de las plataformas digitales on line proliferan las sectas digitales, tal y como las describí en mi último libro “Captados”, aunque también las sectas relacionadas con la salud, el crecimiento personal y la autoayuda. Encontramos una gran extensión de estos grupos en momentos de especial incertidumbre social.
–¿Cómo actúan?
–Lejos de la imagen habitual de las sectas basadas en el gurú con túnica blanca, barba y alejado del mundo, observamos a grupos que funcionan como empresas de la iluminación instantánea dentro de la sociedad globalizada en la que vivimos. Tienen a académicos a su servicio, hacen presentaciones en grandes hoteles, con una presentación digital muy cuidada. Es decir, las sectas han perfeccionado y sofisticado todas sus estrategias para mostrarse al mundo.
–¿Cómo captan hoy?
–No es tan habitual el proselitismo callejero. Hoy es el que tienes cerca, que te aconseja, el que te recomienda una actividad, un encuentro, unos talleres... con lo cual la percepción del riesgo disminuye mucho más. El usuario está más desorientado y confundido.
–¿Cómo funcionan las sectas sanitarias?
–El término más apropiado para definirlas: sectas de terapia o terapias sectarias. Son grupos que ofrecen todo tipo de técnicas y que se apropian del lenguaje propio de la Psicología y de la Medicina. En el nivel más básico, encontramos a un gurú vendiendo talleres o un libro de autoayuda, de modo que en este primer nivel la relación se circunscribe a la venta de un producto o servicio. En un segundo nivel, hay propuestas que tienden a desplegar niveles variables de control coercitivo, hasta tal punto de que las personas terminan por depender vitalmente de ellas para la toma de decisiones cotidianas. En sentido amplio, me gusta hablar de relaciones sectarias, que pueden darse entre dos personas, como entre vidente-cliente, terapeuta-paciente, sacerdote-creyente; en el caso de las sectas observamos el mismo estilo de relación pero amplificada a un grupo.
–¿Hay terapeutas, con título, sectarios?
–Por supuesto. Podemos encontrar terapeutas que han obtenido un título y despliegan un estilo de relación sectario. Otros son falsos terapeutas.
–¿Cómo detectarlos?
–En el momento que, por ejemplo, en un taller te dicen que no hables del grupo a personas externas o desde el momento en que cortan tus relaciones familiares o sociales.
–¿Cómo captan?
–La metáfora clásica del lavado de cerebro resulta una visión simplificadora: una persona no domina la vida mental de otra de manera extraordinaria. Aparte, lo que define a una secta no es la doctrina, sino el uso de un mecanismo de control coercitivo en un grupo, que genera dependencia.
–¿Sometimiento?
–La mecánica de las sectas es similar al maltrato hacia la mujer, la violencia de género. La secta tiene un dominio sobre la persona similar al ejercido por un maltratador que suele decir: “Te pego, pero lo hago por tu bien y no te creas que me gusta, lo hago por tí”. La víctima comienza tolerando el maltrato emocional, antesala del maltrato físico. Esta mecánica se concibe como una experimentación en vivo que rebasa los límites de la ética. Y se define como un paso necesario para alcanzar la iluminación o la sanación completa.
–¿Cómo convencen?
–Hay personas o periodos de la vida especialmente vulnerables, como es la adolescencia, cuando la persona está desarrollando su personalidad y busca distanciarse de su grupo familiar. Y, en la edad adulta, todos pasamos momentos de vulnerabilidad: una ruptura afectiva, un duelo, o la pérdida del trabajo. Las sectas se aprovechan de la vulnerabilidad y ofrecen consuelo, pertenencia a un grupo y afecto, mediante estrategias emocionales basadas en vínculos humanos, hasta lograr la entrega de la víctima. No hay mayor misterio ni fórmula secreta.
–¿Hay un perfil de víctima?
–Todos podemos ser víctimas de una secta en algún momento de nuestras vidas, aunque en cualquier caso es una compleja interacción de elementos.
–¿Consecuencias?
–Psicológicas, familiares, sociales y económicas.
–¿Cuántos afectados?
–Se estima que en España el 1% de la población ha sido contactada por una secta. Hay unos 250 grupos.
–¿Qué las hace proliferar?
–Un contexto macro en el que todo vale, donde encontramos discursos sectarios en líderes, como Trump. Y en el contexto micro, las sectas se aprovechan del individualismo y del narcisismo imperante. Todos necesitamos afecto y pertenecer a un grupo. Se aprovechan de esas necesidades vitales.
–¿Cómo define al gurú?
–Es un narcisista maligno que se alimenta de los demás retorciendo sus vidas y rompiendo sus mentes hasta lograr el sometimiento. Su habilidad: te hace una radiografía para entrar en tu vida íntima y se apodera de ella. Es seductor y camaleónico. Algunos son psicópatas, pero no todos. Carecen de empatía. El líder de una secta tiende a mostrar una organización patológica de la personalidad, hasta el punto de que hay gurús que empujaron a la muerte a sus devotos.
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