Eduardo Castro | Periodista
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-¿Ese nombre de conquistador se lo pusieron sus padres queriendo?
-Pues, según mi madre, yo tenía un tío que se llamó Hernán Moreno, pero en realidad nunca lo conocí, así que realmente pienso que fueron delirios de grandeza de mi madre.
-No podrá entrar en México con su pasaporte.
-No se crea. Tengo amigos mexicanos que me dicen que mi nombre puede ser un problema pero, al ser tan sonado, también es una ventaja.
-¿Se siente pintor de corte?
-No creo que exista actualmente esa figura. Además, según entendemos al pintor de corte, se trata más de un adulador que de un verdadero retratista que, al fin y al cabo, es mi aspiración.
-¿La palabra retratista le gusta como definición?
-Si partimos de que para ser buen retratista hay que ser en primer lugar buen pintor, además de saber representar a los seres de carne y hueso, no me disgusta como definición.
-Es usted un pintor doblemente realista, por estilo y por los altos personajes.
-En cuanto al estilo podría ser, pero no olvide que pinto muchos más personajes del mundo de la cultura, política o empresa que de la realeza, que ocupa una parte pequeñísima de mi producción.
-Perdone la pregunta: ¿lo suyo es arte moderno?
-Todo pintor que pinte hoy, y se comprometa con lo que le rodea, hace inevitablemente pintura moderna.
-¿Siempre el rostro es el espejo del alma?
-Si se refiere a que cada persona lleva impresas en su cara las huellas de lo que ha vivido, podría ser…
-¿En quién ha sido más difícil hallar ese reflejo?
-Nunca se sabe, a eso se llega de una manera intuitiva y es el tiempo el que te muestra si has acertado o no.
-¿Cuál ha sido más fácil, entonces?
-Fácil ninguno, pero tengo un grato recuerdo de la complicidad con personajes como Severo Ochoa, Dámaso Alonso o John Elliott.
-¿Ha dejado alguno por imposible?
-No, pues la dificultad es el acicate del retrato.
-¿Y no ha entregado ningún encargo pensando que ha fracasado, que no ha logrado hacer un buen retrato?
-Imagino que habré hecho retratos mejores y peores, pero soy incapaz de acabar un cuadro si no creo firmemente en él.
-¿Uno se puede hacer amigo del Rey después de días y días de posado?
-El contacto con el modelo puede propiciar cierta cercanía, pero no olvide que para retratar es fundamental la visión distanciada.
-¿Alguno, como le ocurrió al Papa Inocencio, ha sentido miedo de lo que veía reflejado en su retrato?
-Supongo que en algún caso podría ser, pues ya se sabe que todos cultivamos el "justicia señor, pero por mi casa no".
-¿Alguna vez ha coartado su pincel para no ser tan sincero?
-No creo que sea necesario, pues se puede ser sincero sin perder el respeto a los demás.
-¿Ha tenido que callarse algún secreto?
-Muchísimos.
-¿Se ha sentido poderoso más veces que intimidado al hacer su trabajo?
-Ni una cosa ni otra.
-¿Su éxito con los retratos ha ocultado sus otras versiones como pintor?
-De todos los géneros pictóricos que he cultivado es el retrato con el que más disfruto.
-¿Se siente a gusto con el éxito?
-Lo del éxito no está tan claro, lo importante es tener muchos proyectos que te tengan ocupado y no tener ocasión de mirarse el ombligo.
-¿Hace garabatos mientras piensa?
-No, no suelo hacerlos.
-¿A qué pintor le gustaría parecerse?
-No creo que un pintor veterano deba querer ser otro del que es, sin que esto impida que mantenga vivo el espíritu de aprendizaje de los demás.
-¿Le queda tiempo libre?
-Claro. Afortunadamente me gusta viajar, pasear y una buena conversación, a ser posible con una botella de vino.
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