Confirmado: hay amores que matan

Es fácil confundir la cobardía con la prudencia, la avaricia con la austeridad o la temeridad con el valor. Sólo se necesita cierta dosis de desfachatez y una versión de los hechos sesgada para convertir el más prosaico manojo de miserias propias en un envidiable autorretrato de cara a la galería.

Roberto Pareja

16 de enero 2008 - 05:05

Es fácil confundir la cobardía con la prudencia, la avaricia con la austeridad o la temeridad con el valor. Sólo se necesita cierta dosis de desfachatez y una versión de los hechos sesgada para convertir el más prosaico manojo de miserias propias en un envidiable autorretrato de cara a la galería. Engañarse a uno mismo es más complicado, pero también acaba colando. Por eso hay quienes se acaban creyendo sus propias mentiras. ¿A qué viene esto? Esa misma pregunta le vino ayer a más de uno a la cabeza al ver cómo se ponen angelotes los líderes de ANV.

Bajo su arrogante fachada de perdonavidas (valga la siniestra redundancia), los líderes abertzales también tienen su corazoncito. Ahora, con las demandas de ilegalización a punto de salir del horno, ANV proclama su cariño hacia los presos de ETA, hacia esos chavales que ponen bombas en aparcamientos públicos y que han sido detenidos con muy malos modos por la Guardia Civil. ¡Pobres! Pero que muy pobres de espíritu hay que ser para mantenerse impasible ante los asesinatos bajo el mismo paraguas chuchurrío de siempre: esa cantinela que estos politicastros tienen tan bien aprendida de que las condenas no sirven para nada. El presidente de ANV, Kepa Bereziartua, criticó ayer que se intente utilizar un "saludo" y "una expresión de cariño" hacia los presos de ETA para ilegalizar a "un partido de 77 años de historia". Este buen hombre sabe (o debería) que eso es simplemente la gota que ha colmado el vaso. Este fundamentalista hubiera sido incapaz de la más mínima reprobación a los dos terroristas detenidos a los que colma de afecto si hubieran consumado la matanza que preparaban en Madrid.

Pero es necesario mucho más que estos ominosos silencios para proceder a la ilegalización de un partido que, guste o no, es la tercera fuerza vasca.

Lo bueno es que la regla número uno del cine negro nunca falla: el cadáver enterrado siempre acaba apareciendo. La relación de ANV con Batasuna en este caso.

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