Editorial: Andalucía, en las conversaciones del Peñón
EL Gobierno de Mariano Rajoy rompió con la anterior estrategia socialista con respecto a Gibraltar, que pasaba por abordar los asuntos locales en el llamado Foro Tripartito -formado por España, el Reino Unido y las autoridades del Peñón- mientras no se resolviesen los elementos sustanciales de estas relaciones; en especial, la soberanía de la Roca. El ministro García Margallo había asegurado, a este respecto, que el recreo se había acabado, pero lo que ambos países tienen entre manos ahora es una salida muy parecida, aunque con la incorporación de un cuarto interlocutor: la Junta de Andalucía. De este modo, España consigue formar una mesa donde se discutan los asuntos locales, como el de la pesca o el del paso por la frontera, y en la que Gibraltar no será un tercero entre estados soberanos al contar con la presencia andaluza. Ésta, por lo demás, es sustancial en este tipo de conversaciones porque hay materias en las que Gibraltar está interesado y que conciernen a competencias autonómicas, caso de la sanidad, el medio ambiente o el transporte. Paradójicamente, la fórmula no difiere mucho del llamado Foro Tripartito, porque la Junta ya había intervenido en algunos de aquellos acuerdos que han sido criticados por el Gobierno y el PP. Tras el incremento de la tensión de este verano, volvemos, pues, a un punto de partida no muy diferente, al menos en cuanto a los elementos. No obstante, la estrategia del ministro principal del Peñón, Fabian Picardo, ha fallado por cuanto ha quedado al margen de las últimas conversaciones entre España y el Reino Unido. Ha sido apartado por mucho que vocifere, lo que pone de relieve que su desafío unilateral de colocar un arrecife artificial en la bahía de Algeciras ha sido una decisión política desacertada, contraproducente para él mismo y para los intereses de todas las partes. Ha sido una jugarreta pueril que ahora trata de difuminar dando a entender que la visita de la flota británica a Gibraltar y a Rota ha sido solicitada por él. El Gobierno español ha hecho bien en llevar este asunto al habitual despacho que Rajoy mantiene con el Rey en Marivent. Por un motivo principal: don Juan Carlos simboliza las buenas relaciones que España, como socio de la UE y de la OTAN, mantiene con el Reino Unido, un país que ya estuvo a punto de aceptar la soberanía compartida sobre este territorio. Sólo hay que esperar a que las futuras conversaciones normalicen la situación y que, llegado el caso, se pueda plantear una retirada o destrucción de los bloques arrojados por Gibraltar a aguas que, por el momento, son españolas.
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