Elecciones vascas para no vascos

Los herederos de Batasuna pueden ganar unas elecciones en una comunidad donde el PNV perderá su hegemonía histórica

Álava, la provincia más conservadora y menos nacionalista, se convierte en la palanca de Bildu

Para muchas familias, ETA es una página pasada envuelta en una amnesia temprana

Bildu se sitúa primero en la intención de voto, a escasa distancia del PNV

Celebración de la Copa del Rey en la ría de Bilbao.
Celebración de la Copa del Rey en la ría de Bilbao. / EFE
J. M. Marqués Perales

16 de abril 2024 - 06:00

Si los vascos votan este domingo tal como prevén las encuestas, no habrá sorpresas en el nuevo Gobierno, el PNV seguirá en el poder como casi desde 1980, pero los esquemas tradicionales se habrán roto en esta comunidad. Bildu está en disposición de ganar en número de escaños, aunque no gobernará casi por decisión propia. Doce años después de la desaparición de ETA, este partido formado por sus herederos políticos en combinación con otros partidos ajenos a la violencia será el más votado, gracias a una estrategia de camuflaje, de dilución de su núcleo entre un apoyo masivo de los de jóvenes que no vivieron el terrorismo y a la necesidad de pasar página de una sociedad donde la amnesia también se utiliza como terapia.

Éstas son algunas claves de unas elecciones que, en principio, no tendrán repercusión sobre la agitada política nacional, pero que puede condicionar el futuro del País Vasco a medio plazo.

El candidato del PNV, Imanol Pradales, con el lehendakari Íñigo Urkullu.
El candidato del PNV, Imanol Pradales, con el lehendakari Íñigo Urkullu. / EFE

El PNV, el partido de la tierra

En cada pueblo de Euskadi hay un batzoki, la tradicional sede del PNV que sirve, además, de taberna, una barra donde entre todo el mundo, sea nacionalista o no. La tupida red de batzokis refleja la penetración que ha tenido el viejo partido de Sabino Arana en la sociedad vasca, una formación que ha gobernado la comunidad desde 1980 con el único paréntesis de 2009, lo que le ha permitido tener terminales en todos los sectores de la población, del mundo económico y del universitario. Por supuesto, también en la iglesia católica, aliado tradicional del nacionalismo.

Con un Gobierno autonómico y unas diputaciones forales que, juntos, gestionan nueve de cada 10 euros recaudados en este territorio, el PNV ha sido el partido de la tierra y el de las administraciones, el que reparte juego y empleo, una formación trasversal que en el eje ideológico le valía a los conservadores y a los progresistas, aunque de marcado perfil nacionalista. El PNV ha sido el partido más votado en todas las elecciones, excepto en las de 1986, cuando sufrió la división que dio lugar a Eusko Alkartasuna, unas siglas lideradas por quien fuese el primer lehendakari de la democracia, Carlos Garaikoetxea.

El PNV ha gobernado una comunidad que tiene la segunda renta per cápita más alta de España, después de Madrid, pero el colchón social es mucho más mullido que en el resto del país. Cualquier vasco en situación de riesgo económico y sin empleo tiene derecho a una renta mínima de 840 euros.

Pello Otxandiano, el candidato de Bildu, junto a Arnaldo Otegi.
Pello Otxandiano, el candidato de Bildu, junto a Arnaldo Otegi. / EP

Pero la gestión también es un elemento de desgaste, y el Gobierno de Íñigo Urkullu ha encajado el deterioro de la sanidad vasca. La mayor parte los vascos señalan a la sanidad como el principal problema, seguido de la vivienda. A ello se ha sumado la falta de relevo generacional. La decisión de cambiar a Urkullu por Imanol Pradales como candidato obedece al reconocimiento de este problema, pero se ha hecho muy tarde y mal. Lo acertado hubiese sido que Pradales hubiera ocupado un puesto de visibilidad en el Gobierno de Vitoria. No ha sido así, y es casi tan desconocido para el común vasco como el candidato de Bildu, Pello Otxandiano, o el socialista Eneko Andueza.

Sortu y su 155

Herri Batasuna, el brazo político de la banda terrorista ETA, fue el segundo partido en las elecciones vascas de 1980, las primeras de la democracia, lo que indica que el respaldo que siempre tuvo en una parte de la sociedad vasca. Su momento más bajo fue en 2001, cuando la brutalidad de ETA se extendió más allá de las Fuerzas de Seguridad del Estado, el Ejército y el empresariado, y comenzó a asesinar a concejales, periodistas, jueces y disidentes. Buena parte del apoyo que le quedó procedía de los familiares de presos de ETA.

Bildu es una coalición liderada por Sortu, que es su heredera, aunque en sus estatutos rechaza todo tipo de violencia. No obstante, uno de los últimos jefes de ETA, David Pla, forma parte de su dirección nacional, es el responsable de la secretaría de Orientación Estratégica. El objetivo de Sortu son los presos, de los que quedan 150, casi todos en cárceles vascas. Arnaldo Otegi, coordinador de Bildu, fue miembro de ETA, participó en atentados y secuestros, y se puso al frente de las negociaciones con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que llevarían a la disolución de la banda terrorista.

Eneko Andueza, candidato del PSOE.
Eneko Andueza, candidato del PSOE. / EFE

En las pasadas elecciones, obtuvo 21 escaños, ahora puede alcanzar 30 de los 75 que forman el Parlamento de Vitoria. Bildu es Sortu más otros partidos como Eusko Alkartasuna, el que fundase Garaikoetxea, y Aralar, la primera formación independentista de izquierda que se definió contraria a ETA. La coalición le ha permitido un envoltorio de camuflaje para evitar la identificación con este pasado. Además, los acuerdos a los que Bildu ha llegado con el Gobierno de Pedro Sánchez le han otorgado una carta de normalidad. Bildu, al menos para los socialistas, ha dejado de estar al otro lado del muro.

Pero estos dos factores no explican del todo este ascenso de los herederos de Batasuna. Buena parte de la sociedad vasca ha decidido pasar la página de ETA, aunque la banda permanezca en el dolor de sus numerosas víctimas. Hay cierta amnesia, un déficit de memoria colectiva, familias que prefieren no recordar qué sucedió para evitar pensar en las complicidades de las que ETA gozó durante muchos años.

Y, después, están los jóvenes. Casi una cuarta parte del voto que tuvo Podemos irá a parar a Bildu. El cambio más notable es el que se ha producido en la provincia de Álava y, en particular, en Vitoria. De ser un territorio conservador, el más afín al PP, ha pasado a votar a las izquierdas y, en concreto, a Bildu. De hecho, esta coalición será la más votada tanto en Guipúzcoa como en Álava.

Sólo en estos últimos días de campaña, los candidatos de PNV y PSOE han comenzado a interrogar al de Bildu por su posición sobre ETA en algunos de los debates en los que han participado. El objetivo de Bildu no es gobernar ahora, sino en 2028, para lo que vienen siguiendo una estrategia similar al del Sinn Fein, el brazo político del grupo terrorista IRA que ahora gobierna en Irlanda del Norte.

Si todo ocurre conforme a lo anunciado por los partidos, el PSOE apoyará al PNV para que sea investido lehendakari Imanol Pradales. Aunque Bildu también respalda a Sánchez en el Congreso, lo que ocurra en el ámbito vasco no afectará al nacional. Bildu consiguió la alcaldía de Pamplona por el voto de los socialistas, y eso parece haber colmado la ambición institucional de los independentistas en estos momentos. A diferencia de otros parlamentos, cada partido puede presentar a su candidato en la sesión de investidura, de la que sale elegido aquel que cuente con más votos de los diputados autonómicos.

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