"Quiero ser el Rey de todos los españoles"
Declaración. El 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte del general Franco, que lo nombró su sucesor, el Monarca transmite a las Cortes su mensaje integrador
El 22 de noviembre de 1975 un príncipe cansado y ojeroso por el frenesí, la tensión y la trascendencia de todo lo que estaba sucediendo en el país durante aquellos días era proclamado Rey, pronunciaba su primer discurso ante las Cortes franquistas que lloraban la muerte de su caudillo -el mismo que lo había mandado instruir bajo su sombra e influencia- y emitía una solemne declaración de principios: llegaba al trono para ser el Monarca de "todos los españoles". Ayer, en su mensaje de despedida, lo recordó: "He querido ser el Rey de todos los españoles". ¿Lo ha conseguido? Con los más fieles no hay ninguna duda; para ellos no hay discusión que valga sobre su figura, lo que representa, el papel que ha jugado desde aquella fecha y su legado. Pero del jefe del Estado puede afirmarse, en su haber, que ha convertido en monárquicos a unos cuantos republicanos (al comienzo de su reinado), y en su debe que ha republicanizado a otros tantos monárquicos (sobre todo al final). Quedan otros dos bandos, entre el residuo y los rescoldos, que le han profesado una profunda animadversión, un odio secular: la caverna ultra no le perdona su "traición" a los principios del Movimiento y la extrema izquierda y el nacionalismo más radical -con más virulencia en Cataluña y el País Vasco- recela de quien consideran hijo político de la dictadura franquista.
Aquel día de noviembre don Juan Carlos tenía 37 años. Ayer, 2 de junio de 2014, 76. El suyo ha sido uno de los reinados más largos de la historia. Y podría haberlo sido más. La mayoría de quienes tienen su observatorio apuntando a La Zarzuela, la mayoría de quienes se encargan en los medios de comunicación de escrutar y de diseccionar lo que ocurre en la Casa Real admitieron ayer su estupor nada más conocer, de boca del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que el Rey se marcha, lo deja.
Todo empezó en Roma, donde nació Juan Carlos de Borbón la víspera del día de Reyes de 1938. En el exilio de la capital italiana, se convirtió a los tres años en el heredero de la Casa Real española, al abdicar su abuelo, Alfonso XIII, en su padre, don Juan. Los años de su infancia estuvieron repartidos entre Italia, Suiza y Portugal. Con sus padres, los condes de Barcelona, afincados en Estoril -donde fijaron su residencia-, la ciudad lusa se convertiría en punto de romería reivindicativa de la causa monárquica, ninguneada por el general Franco en el interior del país.
Fue el dictador quien decidió que su sucesor sería el nieto de Alfonso XIII, el Rey que tuvo que poner tierra de por medio con el advenimiento de la II República. El joven Borbón -con tan sólo diez años- aterrizó en España el 9 de noviembre de 1948. Seis años más tarde terminó sus estudios de bachillerato en el instituto San Isidro de Madrid y en 1955 ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza -de la que Franco fue director general- para su formación castrense. El 15 de diciembre de ese año juró bandera. La carrera militar del futuro Rey se completó en la Escuela Militar de Marín (Pontevedra), durante los años 1957 y 1958, y en la Academia Militar del Aire de San Javier, en Murcia, hasta 1959, año en los que recibió los despachos de teniente de Infantería, alférez de Fragata y teniente de Aviación. El Príncipe marcaba marcialmente el paso. Desde el Palacio del Pardo se asentía satisfactoriamente. Franco iba atando los cabos de una cuerda con unos nudos que pretendió gordianos. No entró en sus cábalas que don Juan Carlos, ayudado en el futuro por los reformistas de la Transición, fuera capaz de deshacerlos.
De los barracones a las aulas. Del patio de armas al campus. El futuro Jefe del Estado comenzó la década de los 60 realizando estudios monográficos de Derecho, Economía, Política y Filosofía, conocimientos que fue adquiriendo entre la Universidad de Madrid y la María Cristina de San Lorenzo del Escorial. Es la época en la que entabla relación con la hija del rey de Grecia, Pablo I, un monarca al que muchos recriminaban que se inmiscuyera más de la cuenta en las cuestiones políticas de su país. Su nombre, Sofía. El primer encuentro entre ambos jóvenes había tenido lugar en York, en la boda de los duques de Kent, el 8 de junio de 1961. La pareja salta enseguida a las páginas de las revistas del corazón, que multiplican su tirada un año más tarde para informar del enlace, consagrado hasta con tres ceremonias en Atenas: la primera por el rito católico en la catedral de San Dionisio Aeropagita, la segunda por lo civil en el Palacio Real y la tercera por el rito ortodoxo en la catedral metropolitana. Doña Sofía, que dará a luz en 1963 (Elena), 1965 (Cristina) y 1968 (Felipe), inicia así su carrera como futura Reina de España.
Un momento determinante para que eso ocurra es cuando su esposo es designado, el 22 de julio de 1969, sucesor de Franco en la Jefatura del Estado. Las Cortes, obviamente, acatan la propuesta -eufemismo de la época, pues no es sino una orden pura y dura- del general. Al día siguiente se oficializa su nuevo estatus: presta juramento y recibe el título de Príncipe de España. Casi en paralelo, 48 horas después, en un Estado dominado por lo castrense, fue ascendido, vía decreto, a general de Brigada de los Ejércitos de Tierra y Aire y contraalmirante de la Armada, con atribuciones de capitán general. Las apariciones del Príncipe se multiplican a partir de ese momento, convertido casi en la sombra de Franco en muchos actos oficiales, en los que ocupa el puesto inmediato al del jefe del Estado.
A partir de ese momento, don Juan Carlos, acompañado en numerosas ocasiones de su esposa, recorre casi todo el país. Más allá de las fronteras españolas cumple con una agenda internacional extensa, llegando a viajar a 36 países como embajadores de honor de España. Los príncipes forjan de esta manera una imagen que será fundamental cuando amanezca el 22 de noviembre de 1975.
Ese día empezó todo. "Quiero ser el Rey de todos los españoles". Hasta ayer.
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