Yonkis de la memoria
El Gobierno pacta la “memoria democrática” con aquellos que hicieron todo lo posible por destruir la democracia española
ESTAREMOS de acuerdo en que Pedro Sánchez es una mutación de Rodríguez Zapatero. El azar y la necesidad han hecho del actual presidente del Gobierno una versión de político perfectamente adaptado al mundo líquido en el que vivimos. Bambi era más honesto y creía en lo que hacía. Pedro Sánchez es más guapo y no cree en nada. La evolución le ha dado a Sánchez la ventaja de no tener alma. Es un robot perfecto que jamás ha visto las naves en llamas más allá de Orión. Y nunca sentirá que los momentos se pierdan en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.
El presidente del Gobierno es capaz de estar posando de gran líder de la OTAN en el Prado al mismo tiempo que se sienta en el Consejo de Ministros con lo más granado del antiatlantismo europeo. ¿Qué estaría pensando Boris Johnson frente al retrato de Carlos V a caballo en Mühlberg, de Tiziano? Quizás que alguien le había quitado el cetro europeo del desahogo. Johnson, al menos, tiene dos cosas que lo redimen: una pinta estrafalaria que lo une a la mejor tradición de Gran Bretaña y una cultura que le empujó a escaparse del rebaño de próceres del Prado para admirar los cuadros por su cuenta. Nos gusta Boris, lo sentimos, es algo irracional.
Sánchez ha estado a la altura en la cumbre de la OTAN, quitando alguna anécdota trivial como lo de la banderita, que algunos cafres han aprovechado para mantearlo. Pero mientras colocaban las alfombras en Ifema conocíamos que el Gobierno pactaba con Bildu la futura Ley de Memoria Democrática. Es decir, que nuestro Ejecutivo ha negociado la “memoria democrática” (aunque no sabemos muy bien qué significa eso) con aquellos que, desde el terrorismo o la política, hicieron todo lo posible por destruir la democracia española. Es difícil alcanzar una mayor cota de cinismo.
Sánchez y sus socios son unos yonkis de la memoria. Con la inflación disparada y la desigualdad avanzando a velocidad de crucero no tienen ya más argumentos para excitar a sus bases que recurrir a la tergiversación de la historia. Esta vez, incluso, sobrepasan el franquismo para meter también en el saco a la Transición y ponerla bajo sospecha. ¿Y el moderado y centrista PP del binomio Juanma-Feijóo? Ensayará una débil protesta y se dejará meter el gol. Al fin y al cabo, ¿qué se puede esperar de un partido con alma de tendero?
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