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La atracción de la Roca

Tensión en la frontera con Gibraltar

El Peñón sigue disfrutando del turismo y su intensa actividad comercial no ha recaído con la crisis

Imagen, el miércoles pasado, de Main Street, en el corazón comercial y financiero de la colonia británica.
Patricia Godino

09 de agosto 2013 - 01:00

Si no fuera porque ya han llegado a intervenir Rajoy y Cameron, que la tensión en la frontera la sufren quienes tienen en el Peñón o en su entorno su medio de vida y que por el camino se ha quedado inutilizado un caladero de la Bahía de Algeciras por el lanzamiento de bloques de hormigón por parte del Gobierno gibraltareño, podría parecer que el conflicto es una extraordinaria campaña de márketing para la colonia, si no premeditada sí aprovechada. No hay sumario en telediarios locales, regionales y nacionales que no incluya a Gibraltar en los titulares del día, no hay portada de periódico que no recoja las incidencias en los accesos a la Roca, no hay jornada en la que no se hable de una colonia opulenta frente a una comarca azotada por el paro a la que, salvo contadas ocasiones, se le ha prestado escasa atención por parte de las autoridades políticas.

No son pocas las personas que, precisamente por la dimensión que está adquiriendo este "diferendo" -término emplead por Rajoy en su charla con Cameron-, colocan en el mapa ese apéndice de terreno cedido a los ingleses hace 300 años. Pese a los continuados avisos de prolongadas colas en los accesos de entrada a la Verja, son centenares los veraneantes en la provincia de Cádiz y Málaga los que, llamados por la curiosidad, se han acercado estos días hasta la colonia británica, aunque muchos de ellos han preferido aparcar en las inmediaciones del paso fronterizo y entrar a pie o utilizando el servicio de alquiler de bicis popularizado en los últimos tiempos.

El Ejecutivo de Gibraltar reconoce que la actividad turística no se ha resentido "en absoluto". El ministro de Turismo, Relaciones Comerciales, Transporte Público y Puerto, Neil Costa, sostiene que "las dificultades actuales en la frontera con España no están teniendo impacto alguno en la calidad y el servicio de Gibraltar como uno de los principales destinos turísticos". Costa celebra que los negocios del sector turístico operen "como de costumbre", según los registros de su departamento y que "toda la oferta de ocio que Gibraltar puede ofrecer" no haya variado "por los recientes acontecimientos", que es como el ministro de Fabián Picardo define la tensión en la frontera.

El tráfico aéreo y marítimo, insiste Costa, opera con "normalidad" y el Peñón esta preparado para recibir "a cientos de miles de turistas como cada verano". Sólo desde el lunes y hasta hoy atracarán en el Puerto de Gibraltar cuatro cruceros, tres de bandera británica y uno estadounidense, un total de unos diez mil pasajeros ávidos de realizar ventajosas compras en suelo gibraltareño. Y pese a que los precios de los productos con mayor tasación de impuestos fuera de estas fronteras -alcohol, tabaco, alta perfumería y tecnología- ya no son tan baratos como hace unos años, la diferencia es más que considerable. Un dato para los fumadores: el cartón de Ducados se compra a 24,50 euros, prácticamente la mitad del precio al que lo vende cualquier estanco español.

La extraordinaria salud del comercio gibraltareño se certifica de un vistazo en Main Street -la calle Real, para los españoles-, un termómetro de cerca de un kilómetro de la vida en la colonia. Silvia y Antonio, maestros cordobeses habituales en el veraneo de Fuengirola, se han acercado a Gibraltar por cumplir "con el ritual de todos los años, echamos el día aquí, compramos regalos para la familia y sacamos tabaco. Te ahorras unos eurillos, aunque ya no está como antes". Comercios multiproducto (expendeduría de tabaco, alcohol y souvenirs) se suceden en la calle principal de la Roca entre perfumerías, joyerías, ópticas, tiendas de firma y cadenas de productos informáticos, así como decenas de despachos de abogados, financieras, sucursales bancarias y oficinas de cambios de divisas.

Turistas, compradores y vecinos se mezclan en la arteria comercial en una mañana de agosto tan normal como la de cualquier verano anterior. "Lo que queremos es que nos dejen vender y hacer nuestro trabajo como hasta ahora", dice en un tono agrio el responsable de una tienda de bebidas alcohólicas cuyo escaparate también expone el precio en euros y libras del cartón de Chesterfield y Marlboro Light, pero también de Ducados, Fortuna y Nobel, marcas fabricadas por Altadis-Tabacalera Española, con incalculables ventas en Gibraltar. "Es que esto hay que verlo en directo", apunta Gloria, la más dicharachera del grupo de amigas que llevan unos días disfrutando en las playas gaditanas y que han decidido esta semana porque "hay que hacer la típica ruta llanita: ir de tiendas, subir a ver los monos y hacernos una foto en una phone box roja".

El análisis comercial que se hace justo en la frontera es bien distinto. "Los llanitos ya no salen como antes. Y esto nos repercute a nosotros, al pueblo de La Línea. Antes de todo esto, al menos dos veces en semana salían [de Gibraltar], compraban en Mercadona y Carrefour, comían en los restaurantes de La Línea y de Campamento, hacían sus recaditos aquí fuera, se divertían y volvían a entrar. Ahora es que optan por no salir o sólo salir por necesidad", explica Paco, taxista de La Línea, que desde su vehículo, y apostado en la parada de la frontera, ha sido testigo directo estas semanas de un conflicto del que "no saben nada los de arriba".

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