Un día "como cualquier otro"
POCOS días antes de que el candidato socialista la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones legislativas, Alfredo Pérez Rubalcaba, renunciara a todos sus cargos institucionales en el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, el ex presidente Felipe González se mostró convencido de que al PSOE le convenía el adelanto de los comicios pero a España no. Insistió en que, por encima de todo, era necesario agotar la legislatura para completar el plan de reformas estructurales comprometido con los socios europeos.
¿Qué ha cambiado desde entonces para que el presidente del Gobierno esgrima el "interés general" para adelantarlos? Esencialmente se ha puesto de manifiesto que los problemas de la prima de riesgo española no sólo tenían su raíz en el efecto contagio de Grecia, tal como ha defendido la vicepresidenta económica y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, y otros miembros del Ejecutivo socialista en las últimas fechas. De hecho, tras despejarse el camino para el segundo rescate griego en la última cumbre europea, los mercados se siguen cebando con nuestra economía después de que Moody's amenazara ayer mismo con rebajar la calificación de la deuda española -340 puntos básicos al cierre-. Una vez más, esta agencia de calificación fijó en su punto de mira el débil crecimiento económico y el deslizamiento continuo de las fiscalidades de las comunidades autónomas -de hecho, rebajó la calificación de la deuda a largo plazo de seis de ellas- para cuestionar la solvencia española.
En un contexto donde las duras reformas estructurales acometidas por el Gobierno no han servido para tranquilizar a los mercados -sí para evitar el rescate-, completar las pendientes, sobre todo, la regulación de la contratación a tiempo parcial o la negociación colectiva, aliviaría bien poco la presión de los mercados. Sin embargo, un paquete de nuevos recortes dificultaría aún más el escenario del PSOE y de Rubalcaba en las próximas elecciones.
Por todo ello, Rodríguez Zapatero ha podido esgrimir para justificar el adelanto electoral el "interés general" que supone el advenimiento de "un Gobierno que dé certidumbre" ante unos mercados excesivamente incrédulos y la "responsabilidad" ante una sociedad que se lo reclamaba de forma mayoritaria, pero también ante su partido, que lo necesitaba imperiosamente para parar la sangría electoral que se inauguró el 22-M en los comicios municipales y autonómicos.
Con Rajoy satisfecho por ver cómo en teoría se acortan los plazos del regreso del PP a La Moncloa y con Rubalcaba aferrado al clavo ardiendo del último Barómetro del CIS, que le acerca tres puntos a los populares, la campaña electoral de los comicios del 20-N está servida. El líder del PP la inauguró asegurando: "No haré recortes sociales". Y el cabeza de lista del PSOE lo hizo desmarcándose un poquito más de Rodríguez Zapatero: "No le pedí a Zapatero el adelanto electoral".
Por cierto, en su despedida, el líder socialista ha vuelto a sorprender a todos fijando la fecha electoral el 20-N. Podría haber elegido el 13-N o el 27-N, pero ha querido dejar su sello convirtiendo el aniversario de la muerte de Franco en un día "como cualquier otro".
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