Cinco ríos de Málaga para disfrutarlos en verano

Naturaleza

Recorriendo los cauces malagueños descubriremos la vasta e impresionante naturaleza que nos arropa

Pero antes de regresar a casa, recoge cualquier rastro de tu presencia: aunque no te lo creas, la lata del refresco que te bebiste no le interesa a nadie

Las sendas fluviales de la provincia nos ayudan a combatir el calor del verano.
Francisco M. Romero

11 de julio 2019 - 08:33

Como decíamos ayer, a lo Fray Luis de León (y no a lo San Juan de la Cruz), las rutas de río en Málaga son lo más parecido que hay a deslizarse a través de los parques acuáticos de la naturaleza. Y el comienzo de este verano tan caluroso es un momento ideal para recorrer los caminos fluviales trazados en la geografía malagueña.

A través de ellos fluyen todo tipo de aventuras: pozas de aguas cristalinas, saltos de fe al vacío, playas de río, cascadas irisadas y ensordecedoras, toboganes de piedra suaves como la seda por la acción erosiva del agua y el tiempo...

Las rutas de río de Málaga son, también, una forma fantástica de recorrer y conocer nuestra provincia. Principalmente su interior, que esconde paisajes naturales de una gran belleza y que, cuando disfrutemos con nuestros propios ojos, nos pondrán en perspectiva y comprenderemos de una vez por todas la necesidad de cuidarlos y protegerlos.

Además estas sendas acuíferas son una buena excusa para hacer ejercicio y compartir unas cuantas horas con amigos, familiares, un nuevo ligue, o con nosotros mismos, en soledad. Aunque, ¿quién es el guapo que se aguanta a sí mismo durante horas?

Ya repasamos rutas como la del río Padrón, en Estepona, o las célebres Angosturas del río Guadalmina en Benahavís. En esta ocasión es el turno de:

Ruta del río Castor, en Estepona

Ruta del río Higuerón, en Frigiliana

Ruta del Barranco Moreno en el río Torrox o río Patamalara, Cómpeta y Torrox

Ruta del arroyo del Quejigo, en Jubrique y Genalguacil

Ruta del río Genal

Ruta del río Castor, en Estepona

En esta poza del río Castor puedes retozar como una auténtica nutria.

La ruta del río Castor, en Estepona, es una de las sendas fluviales más hermosas que se pueden hacer en el lado sur de Sierra Bermeja.

El río Castor vierte sus aguas al mar Mediterráneo atravesando la localidad esteponera y es una ruta anfibia, por lo que habrá tramos en los que deberemos mojarnos los pies e incluso atravesar a nado.

Debemos recordar que hemos de guardar las máximas precauciones para no resbalar en todas estas rutas de río y si no somos grandes nadadores sería aconsejable llevar alguna ayuda.

También una bolsa estanca será necesaria, a menos que tengamos una gran fuerza de voluntad y podamos dejar en la guantera del coche nuestros móviles.

El Río Castor tiene muchas similitudes con su hermano el río Padrón, con el que comparte la profusión de pozas de agua que se reparten a lo largo de su trazado. De hecho, discurre en paralelo a éste y se encuentran muy próximos.

El principal atractivo de la ruta del río Castor es alcanzar la Charca de las Nutrias, cuyo nombre le viene dado por la presencia de este animal en sus aguas, y en la que algunos aventureros no dudan en saltar desde una de sus paredes de color rojizo.

Nosotros no recomendamos esta práctica porque supone un peligro, no sólo por el salto en sí, sino por lo complicado que resulta acceder a la zona desde la que se salta. Recuerda que no eres una cabra montes, así que no te hagas el gallito.

Esta piscina natural esta rodeada de unas escabrosas laderas cubiertas de pinos resineros (Pinus pinaster) y un cerramiento de mármoles blancos por donde se escapa el agua provocando una pequeña cascada.

A partir de esta charca, la ruta continúa por el propio cauce para disfrutar del resto de pozas y del paisaje.

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Ruta del río Higuerón, en Frigiliana

Un tobogán natural en el río Higuerón.

La ruta del río Higuerón, en Frigiliana es una senda de dificultad moderada pero extensa que es preferible hacer en verano.

El río Higuerón es afluente del Chíllar, por lo que su cauce recuerda en muchos de sus tramos a este río, y nace en Frigiliana, en la Sierra de la Almijara, la Axarquía.

Esta es una ruta de unos ocho kilómetros de largo y debemos remontar un trecho el río para llegar hasta sus angosturas calizas o cahorros. Por ello, su primer tramo puede ser algo monótono, pero la recompensa al esfuerzo está garantiza.

En el recorrido pasamos por zonas de cascadas, pequeños rápidos y aluviones donde hay que tener cuidado por lo resbaladizo de las rocas.

Para finalizar esta senda fluvial es necesario salvar dos saltos de agua, por lo que tendremos que hacer acopio de destreza para no darnos un costalazo. Para ello, una vez más, recomendamos precaución y un calzado adecuado.

Nada de chanclas de goma, por favor.

Y si vamos con alguien más experimentando y ágil, mejor que mejor.

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Ruta del Barranco Moreno en el río Torrox o río Patamalara, Cómpeta y Torrox

Las angosturas o cahorros son un clásico en las rutas de ríos.

La ruta del Barranco Moreno en el río Torrox o río Patamalara, entre Cómpeta y Torrox, es otra senda anfibia en la Sierra de Almijara, que está catalogada como Parque Natural.

De una dificultad media/alta, el recorrido completo de esta ruta alcanza algo más de nueve kilómetros. Es mucho menos conocida que rutas como las del río Chíllar o la anterior del río Higuerón, ya que para llegar a sus tramos más interesantes hay que andar río arriba un buen rato.

Este itinerario es recomendable hacerlo en las últimas semanas de la primavera o las primeras del verano, porque el río es estacionario y su caudal depende de las lluvias del año.

A lo largo de la senda nos encontramos con Barranco Moreno cerca del cual vislumbraremos una impresionante cascada recubierta por toba y una poza. Lo que sigue es un corto pero precioso cahorro, el único que vamos a disfrutar en este itinerario.

A partir de este punto, la ruta se va abriendo poco a poco, circunstancia que nos permite vislumbrar el pico Lucero.

De igual modo, al continuar el trayecto descubriremos las ruinas de la venta El Mirlo, rodeada de antiguos bancales con frutales y algunos olivos.

La ruta sigue hasta llegar a un resalte con unos impresionantes 20 metros de caída vertical que impiden el progreso. Este rincón de la naturaleza es sencillamente espectacular, con una cascada que corta la respiración, tan hermosa como difícil de disfrutar bajo sus aguas.

A partir de aquí deberemos bordear la senda bajando por un camino lateral o regresar por donde hemos venido.

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Ruta del arroyo del Quejigo, en Jubrique y Genalguacil

La poza Charca Azul cuenta con dos pequeñas cascadas.

La ruta del arroyo del Quejigo, en Jubrique y Genalguacil, es una ruta circular y anfibia que recorre algo más de siete kilómetros y medio de Sierra Bermeja.

El arroyo del Quejigo es uno de los afluentes del río Almarchal, que a su vez es uno de los principales tributarios del río Genal.

Este enclave se encuentra en Jubrique, aunque muy próximo a paraje natural de los Reales de Sierra Bermeja y a la localidad de Genalguacil, y el mes recomendado para visitarlo es julio, por lo que vamos bien de tiempo.

El principal atractivo de esta ruta es Charco Azul. Curiosamente, aunque las aguas son de un intenso color verde, se le llama azul por aquello de lo paradisíaco del entorno: cuando se puso el nombre a esta charca el marketing era una cosa aún por explorar, pero ya se daba de manera intuitiva y funcional.

Esta poza natural de aguas cristalinas se ubica entre altos desfiladeros y está rodeada de densos pinares en los que abundan los helechos.

Debemos tener aquí también cuidado con los saltos: el agua es tan límpida y clara que el fondo parece más profundo de lo que es, y en realidad cubre en escasos puntos. Además, el verdín que recubre sus paredes resbala muchísimo.

El espacio de la orilla es pedregoso e irregular, aunque se puede estar sentado bajo la sombra de las adelfas, por muy poético que suene esto.

Es un paraje frecuentado por senderistas, por ello conviene ir temprano o entre semana; esto acaba con cualquier ensoñación poética.

El agua chorrea sobre la redondeada poza de Charco Azul por dos cascadas que, de remontarlas un kilómetro aproximadamente, nos conducen a otro bello rincón: Charco Encantado, reconocible por su salto y el enorme tronco de pino recostado que lo acompaña.

Más adelante aparece también el Charco de María Teodora, cuadriculado y con una chorrera que le resbala por una laja totalmente vertical y pulimentada.

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Rutas del río Genal

El río Genal cuenta con muchas posibilidades en su trazado.

Las rutas del río Genal atraviesan varios pueblos malagueños, por lo que ofrecen muchas opciones en cuanto a posibles sendas fluviales que realizar.

Y es que el Valle del Genal, además de las mejores masas boscosas de la provincia de Málaga, atesora un ramillete de 15 municipios que han sabido preservar el encanto y la belleza de los pueblos blancos andaluces.

El río Genal es el principal afluente del río Guadiaro, que conforma una subcomarca de fuerte personalidad en el seno de la Serranía de Ronda.

Entre las rutas que ofrece podemos realizar sendas fluviales como la que se da río abajo, en el entorno del Llano de la Escribana, entre Benarrabá y Genalguacil.

Otra ruta es la que se da en el entorno del Puente de San Juan, donde nos aguardan los charcos Redondo y Esteban, dos bellas pozas situadas entre Algatocín, Genalguacil y Jubrique.

El Genal nace en el paraje del Nacimiento a través de una cueva que expulsa las aguas del potente acuífero de la Sierra de las Nieves. Un lugar fácil de visitar y que supone una gran visión que podemos contemplar todo el año.

De su amplia cabecera, estructurada en forma de abanico por las altivas sierras del Oreganal, de las Nieves y Trincheruelas, recibe varios aportes, entre ellos los de ríos Seco, de las Zúas, Nacimiento y Gorgote.

El tramo medio es el más accidentado ya que penetra en terrenos alpujárrides con numerosos meandros y encajonamientos. En este sector acoge como principales afluentes a los ríos Monardilla y Almárchar, originados en Sierra Bermeja.

Finalmente, el río Genal escapa del escabroso territorio serrano y en tierras de Gaucín se ensancha entre amplios depósitos aluviales.

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Como vemos, las rutas fluviales tienen obvias ventajas frente a los parques acuáticos artificiales de toda la vida. Por ello debemos conservar su estado natural, respetando su entorno: hay algo mal en esas personas que hacen una ruta fluvial para, en apariencia, disfrutar de la naturaleza, y que aprovechan el viaje para dejar la senda sembrada de basura.

No seamos ese tipo de desalmados y disfrutemos de nuestra geografía con civismo y cariño.

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