Jesús Romero abre la puerta grande en la primera semifinal
Toros en Málaga | Certamen de novilladas
El novillero de Guadalajara mostró una combinación equilibrada de gusto y de ‘estar en novillero’
La Ficha
Plaza de Toros de La Malagueta. Novillos: Eliseo Morán Gómez. Novilleros: José María Trigueros (Murcia), de lila y oro: palmas. Cayetano López (Málaga), de verde y oro: oreja. Jesús Romero (Guadalajara), de grana y oro: dos orejas. Jesús García (Fundación El Juli, Arganda), de grana y oro: palmas. Francisco Fernández (Algeciras), de azul y plata: palmas. Incidencias: Primera semifinal del Certamen Internacional de Escuelas Taurinas. Dos tercios de plaza.
El Certamen Internacional de Escuelas Taurinas continúa el trabajo de promoción en su 14 edición. Resulta fácil pensar que un espectáculo gratuito pueda congregar a 6.000 personas en un recinto cerrado pero, si esta misma realidad se extrapola a otros campos, ¿qué resultado queda? ¿Un concierto de jóvenes aspirantes o un partido de fútbol de una categoría similar podría obtener un balance al menos parecido? Para quien lo quiera. El motivo es fácil y directo: la afición de los malagueños y el empeño de la Escuela Taurina de Málaga de seguir trabajando en pos de una inversión a futuro. Los novilleros que estos días hagan el paseíllo serán –seguro que en menor medida de lo que desearían– los matadores del mañana. Los jóvenes aficionados –numerosísimos– serán más temprano que tarde abonados o, cuanto menos, asistentes ocasionales a una corrida de toros. Y así sucesivamente.
José María Trigueros abría el cartel de la primera semifinal. El de Eliseo Morán mostró desde el primer momento la nobleza de su embestida y la poca fuerza en el arranque, pronto y directo. Sin humillar demasiado pero con movilidad. Tardó en adaptarse al pulso que exigía el novillo pero en los últimos compases de la faena sacó tandas de elegante corte clásico, rematando a favor de la condición del animal (por alto y sin tirones). Se complicó el cierre con la espada, dejando dos estocadas bajas y escuchando palmas tras el uso del descabello.
Cayetano López se fue a porta gayola para recibir al segundo con una serie de largas cambiadas y un vistoso ramillete de verónicas. Se lo llevó hasta el centro el ruedo en un par de doblones por bajo y allí, el bravucón pero flojito novillo, comenzó a embestir con transmisión. En largo. Cayetano profundizó con la izquierda en la recta final de la faena, conectando especialmente con los tendidos en una serie de pases de pecho encadenados con la rodilla flexionada. Dejó una sensacional estocada en todo lo alto –de las mejores en los últimos años– y cortó una oreja con mucha fuerza. Dio la vuelta al ruedo envuelto en la bandera de Minotauro, asociación taurina universitaria a la que el novillero pertenece.
Jesús Romero mostró una combinación equilibrada de gusto y lo que se conoce estar en novillero. Con el capote se creció a la verónica y tomó las banderillas –con la montera calada- para dejar un último par por los adentros con su consiguiente ovación. Comenzó con unos péndulos cambiados en el tercio y pronto empezó a evidenciar la calidad de una buena mano izquierda. El tercero –más recogido en hechuras que los anteriores– embistió con clase a raudales y el novillero ligó otra tanda reseñable por el derecho, con temple y profundidad. Los olé se cantaban por doquier. Dejó una buena estocada en lo alto y cortó dos orejas tras aviso.
El cuarto, Jesús García, mostró un buen concepto del toreo durante la faena. Las tandas en redondo florecieron con corte clásico aunque con poca respuesta en los tendidos a causa de la falta de fuerza del novillo. Se alargó la faena entre algunos trincherazos y molinetes destacables y con la espada se truncó el cierre de la faena. El público, cariñoso en estos festejos, ofreció una ovación cálida para animar al novillero que se encontraba enredado en la espada. Tras varios pinchazos y dos avisos hubo palmas.
Francisco Fernández cerraba la terna. Estuvo voluntarioso ante un novillo manso y que exigía pocos tirones y llevarlo muy pegado a la muleta. Inició con un péndulo en el centro del ruedo y el devenir de la faena se vio afectado por la querencia en tablas. No llegó a tomar en profundidad la mano izquierda y basó la composición en la diestra. Acabó por luquesinas. Tardó tiempo en entrar a matar, pinchó, sonó un aviso y al final hubo palmas.
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