Fernando Rey puso un toque de luz
Es un privilegio contar en la plaza con la música de la banda de Miraflores Gibraljaire
DICEN que lo importante de los hechos no es como empiezan sino como acaban, pero claro, si terminan igual de mal que como comienzan, no hay consuelo que valga. Era la primera de abono de la Feria de la etapa del empresario José Cutiño al frente de La Malagueta. Y hubo cosas buenas. Al menos, esperanzadoras, como por ejemplo la entrada de público que ocupó media plaza. Es cierto que aunque hubo tendidos casi deshabitados esta tendencia en cuanto a la asistencia en una novillada, que suelen ser las de entradas más flojas, hace ilusionarse con lo que puede venir los próximos días. Hasta ahí, por buen camino. Por el otro lado, nos encontramos un camino pedregoso que desembocó en un espectáculo gris y aburrido a causa del mal juego de los novillos de Santiago Domecq. A excepción del segundo, que le tocó en suerte a Fernando Rey y entre los dos consiguieron los mejores momentos de la tarde. No se le vio demasiado capote pero en la muleta se empleó a fondo. Demostró mucha firmeza, mucha seguridad y madurez y ya había mostrado sus intenciones en el quite que realizó al novillo que abría plaza y que fue muy aplaudido. Comenzó por estatuarios para luego seguir por naturales. Ese aplomo le permitió exprimir al novillo gustándose mucho. Mató a la primera con una estocada tendida y atravesada. Hubo una oreja y también una fuerte petición para que se le concediera un segundo apéndice, que no llegó. Si llegaron las consecuentes recriminaciones al palco.
En su segundo, aunque salió algo más atolondrado. Parecía que le podían las ganas y por eso no levantó el pie. Enlazó varias series con mucho gusto , muy en torero. Mostrando mucha versatilidad y mucho gusto en los cambios de mano. Se le adivinó que no quería dejar escapar la tarde. Tanto fue así que el novillo le premió con una voltereta que se saldó sin consecuencia. Tras unos breves segundos de cierto aturdimiento, la cuadrilla le retiró la chaquetilla y a seguir, que allí no había pasado nada. Tras sonar un aviso, el segundo trofeo de la tarde al esportón.
Tras él venía José Garrido. Muy placeado y que se había ganado su puesto en la corrida tras ser el vencedor en 2012 del Certamen Internacional de Escuelas Taurinas La Malagueta. Se le vieron muchas hechuras. Experiencia. Pero ante ese lote poco pudo hacer. Bueno sí, podría haber abreviado más, sobre todo en su segundo, ya que estaban claras las carencias del animal. Aún así nunca desistió. Se fue silenciado las dos veces.
Abría cartel el local Luis Rivera que pasó sin pena ni gloria. No hay que repetir las no aptitudes ni actitudes de los novillos pero a Rivera le faltó ímpetu torero. Le faltó creérselo. Bien es cierto, que a estas alturas de la temporada era su primer compromiso. Recibió palmas en su dos actuaciones.
Más allá de lo taurino, y para despedirse con algo agradable, es de agradecer la política de la nueva empresa de cuidar también los aspectos estéticos que rodean a una corrida de toros. Es decir que La Malagueta acoja al público no de cualquier manera. Los areneros, los alguacilillos, y el torilero presentan una estampa que hace adivinar que por detrás hay interés en que el coso y el festejo luzca en los festejos. Y a además, los clarines son de verdad clarines y timbales, no clarines y caja, que aporta un toque rancio, en el mejor sentido de la palabra. Todo esto sin olvidar que el poder contar con la banda de música de Miraflores - Gibraljaire podría calificarse de lujo, privilegio, tesoro o de bendita suerte. Como prefieran.
Para hoy, la primera parte del Desafío Ganadero con los Fuente Ymbro. Lo que pase, muchos compañeros lo contarán desde la nueva sala de prensa con la que contará el coso. Llevará el nombre de José María Vallejo, que será siempre un maestro para el que empieza y para el que ya tiene varias muescas en la recámara. Va por él.
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