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Feria Taurina de Málaga | Arte, valor y reconocimiento

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Feria Taurina de Málaga | Tarde redonda de Emilio de Justo

Juan Ortega cortó la única oreja de la tarde. / Jorge Zapata
Irene Martín Moya

16 de agosto 2024 - 23:44

Parar al toro significa templar la embestida y reducir la velocidad con la que sale de chiqueros. Un imposible al alcance de muy pocos, entre ellos Morante de la Puebla y Juan Ortega. Añadiéndole valor y exquisitez, se conquista al público, como lo hizo también Ponce. Málaga estaba dispuesta a hacerlo triunfar en su adiós a toda costa. Se le pidió la oreja en el primero de la tarde y se le obligó a dar una vuelta al ruedo en su segundo toro. Totalmente merecido el reconocimiento y el cariño a toda una trayectoria plagada de éxitos y tardes memorables. Sin embargo, fue Juan Ortega el que se llevó el gato al agua en el último toro. El público ansiaba poner en valor una tarde de mucho arte y emotivo reconocimiento.

Juan Ortega recibió al sexto de Juan Pedro Domecq. Cuesta arriba, con verónicas flexionadas y una media al ralentí. Conociendo su facilidad con el capote, aprovechó incluso antes del primer puyazo para hacer un quite. Al inicio de faena de muleta ‘amorantado’ se le reconoce que hay que tener valor para hacerlo en presencia del maestro. Luego hubo mucho adorno pero el toro no correspondió en calidad. Al natural, la media muleta arrastrada fue un buen planteamiento pero de mala ejecución que nos quedamos con ganas de ver en su esplendor. Ay, si hubiera embestido el toro estaríamos todavía pronunciando el ‘olé’.

Eso pasa cuando se templa, que se firman chicuelinas a dos tiempos en las que se alargan los olés, como ocurrió en el tercer toro de la tarde, fino de cabos y despegado del suelo, justo de presencia. En el saludo hubo verónicas por el izquierdo en las que se durmió, ralentizando al máximo la embestida. Ya con la muleta pareció que el animal se dañó la mano derecha.

Cómo espera el público a Morante es otra forma de expresar el ‘olé’. Antes incluso del lance, antes de saber si será bueno o si el toro enganchará el capote, con el de La Puebla ya van por descontados los olés. Y lo merece. Cuando Morante empieza a brillar en cada paso, en cada colocación, en cada embroque, en cada detalle y final, poco se puede decir más. Así fue en el segundo de la tarde, con un inicio soberbio y al natural llevando al toro enganchado en los vuelos.La estocada al encuentro caída pudo ser la culplable de que se le privara de la oreja.

Morante de la Puebla en el inicio de faena al segundo de la tarde. / Jorge Zapata

El primero de la tarde tuvo nobleza y clase aunque justo de fuerzas, por eso Ponce lo mimó cuidando los tiempos y sin bajar mucho la mano. Tras el final genuflexo y la estocada trasera tampoco le fue concedida la oreja. El quinto no ofreció opciones pese a la insistencia de Ponce que lo pasaportó de una estocada baja al segundo intento. Se llevó el calor del público en su adiós. 

Plaza de toros de La Malagueta

3ª de abono

Ganadería: Seis toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación y juego. TOREROS: Enrique Ponce, ovación tras leve petición y aviso y vuelta en el toro de su despedida; Morante de la Puebla, ovación tras petición y silencio; Juan Ortega, ovación y oreja. Saludó tras parear al segundo Joao Ferreira.  

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