Los Díaz, cinco generaciones de flores y abanicos en la Feria de Málaga

El alma de las fiestas se vende en los puestos ambulantes de la calle Larios

Se pueden encontrar desde complementos de flamenca hasta camisetas de fútbol

Las reservas de última hora casi llenan los hoteles de Málaga en la Feria

Julio Díaz y su hija en uno de los puestos de calle Larios
Julio Díaz y su hija en uno de los puestos de calle Larios / Lucía Serrano

Durante esta semana, Málaga se viste de flores, lunares y volantes. Es posible verlos por la Alameda Principal, autobuses y calles colindantes, lo que significa una única cosa: Málaga está de Feria. Al atravesar la portada de la calle Larios, en la que dan la bienvenida dos bailaores, no es más que un adelanto de lo que se puede encontrar tras ella. Parece que la ciudad se transforma en verdiales y música, brindis y colores.

No es necesario acudir a la Feria de Málaga totalmente ataviado, estos puestos ofrecen lo imprescindible para convertirse en toda una flamenca. Cultura, tradición, alegría y, sobre todo, familia son lo que estos transmiten y venden. Los Díaz cumplen ya cinco generaciones de Feria y más de seis puestos en el Centro. Desde el año 1979, cuando Julio Díaz, de la primera generación, colgó las flores y los coloridos abanicos en un pequeño puesto junto a la figura Hans Christian Andersen no ha parado de vender en las fiestas del centro de Málaga.

Algunos complementos de los puestos ambulantes
Algunos complementos de los puestos ambulantes / Lucía Serrano

En aquella época, Julio Díaz, que comenzó en el negocio con 33 años, explica que la mayoría de estos puestos ambulantes se situaban en la Plaza de la Marina y Paseo del Parque y que con el paso del tiempo, fueron ampliando sus puntos al ver la gran acogida que tenían: "Antes compraban mucho los cordobeses y sevillanos que venían a la Feria, ahora es muy raro encontrar a alguien que hable español".

La tradición ha continuado y ahora son hijos, nietos y sobrinos de la familia Díaz los que regentan los puestos y Julio, el supervisor que camina de uno a otro para comprobar que todo está en orden. "Me acuerdo cuando venía de pequeña con mi padre y lo vivía todos los días, ahora son mis hijos los que me dicen: Mamá nos encanta habernos criado en la Feria", comenta la hija de Juan, que va totalmente complementada con abalorios de su propio puesto y que ha tomado el relevo de lo que considera "la pasión de mi padre".

"No sé nada de inglés, para hablar con los extranjeros lo hago con las manos"

Juan Díaz coloando una flor a un cliente
Juan Díaz coloando una flor a un cliente / Lucía Serrano

Los casi dueños de todas las flores que pasean por la calle Larios explican que los principales clientes estos últimos años son un público extranjero: "Cuando se ven con su flor puesta se sienten guapas, ya son un poco malagueñas", relata Julio entre risas al comentar el asombro que tienen los turistas que visitan la Feria de Málaga. "Con 2 euros se hace feliz y bonitas a muchas mujeres", comenta.

"Sí que hemos notado que estos dos últimos años la venta ha bajado mucho porque el Centro está muriendo", explica Julio ante la gran acogida que está teniendo el Real Cortijo de Torres, pero mientras la familia Díaz siga en pie, la Feria siempre tendrá ese toque especial que ellos saben darle. "Estoy muy orgulloso de que mis hijos hayan continuado con el negocio", concluye emocionado.

Además de complementos y atuendos, también es posible encontrar pequeños puestos de algodón de azúcar, frutos secos y demás picoteo para los más golosos de las fiestas. Paqui y su marido cumplen ya 35 años, más bien ferias vendiendo estos productos. "Lo que más vendemos es el agua, no damos abasto para llenar las neveras porque a todas horas estamos metiendo para que estén frías", explica Paqui, que deja constancia de que durante las fiestas es muy importante hidratarse para no caer rendido antes de tiempo.

Frutos secos puesto calle Larios
Frutos secos puesto calle Larios / Lucía Serrano

Estos productos no son solo comerciales, una pequeña parte de Málaga se vende en estos puestos que, más que ninguno, son los que visten la Feria de agosto y la hacen tan característica. Así, estas familias hacen que la calle Larios se convierta en un gran escaparate de color, donde principalmente las flores y abanicos juegan el papel fundamental de mantener viva la esencia de la festividad.

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