La Feria 'cierra' en el centro de Málaga, pero la fiesta sigue
A las seis, con puntualidad británica, deja de sonar la música en las casetas y carpas del casco histórico, para señalar el fin de la jornada festiva en las calles
Frente a las señales de que hay que retirarse, malagueños y visitantes que se resisten y siguen por plazas y vías para entrar en bares a seguir la fiesta
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Cuando el reloj marca las seis en punto, la música en las carpas de la Feria del Centro de Málaga deja de sonar. Un gesto que en teoría señala el fin de la jornada festiva en las calles del casco histórico. Sin embargo, la realidad es distinta: la celebración no termina, solo cambia de forma. Las plazas y vías siguen llenas de malagueños y visitantes que, lejos de pensar en retirarse a casa, buscan alternativas para prolongar la celebración.
En la plaza de la Constitución y sus alrededores, la imagen es la de un sábado de feria en pleno auge. Grupos de jóvenes y familias, con sus copas en mano, continúan brindando y cantando al ritmo de la música, que ahora sale de pequeños altavoces portátiles. Los más entusiastas sacan sus trompetas para mantener el ambiente, aunque la Policía interviene, recordándoles que no será hasta mañana cuando puedan volver a hacerlo.
Marta, una catalana con familia en Málaga, llegó a las cinco de la tarde vestida de gitana. “Nos acabamos de meter en el ambiente, ahora vamos a seguir la fiesta en el Real”, comentó. Otros, como Alicia Carretero, que vino desde Toledo para disfrutar de esta feria, reconocen que el cierre de la música en el Centro les ha dejado un sabor agridulce. “Habíamos cuadrado las vacaciones con amigos para estar aquí, pero al llegar nos encontramos con que ya no había música”, explicó mientras decide con su grupo si seguir en los bares, que están abarrotados, o si –al igual que Marta–, trasladarse al Cortijo de Torres.
Mario, que viajó desde Almería, llegó ayer por la tarde con sus amigos para disfrutar de la Feria del Centro, solo para encontrarse con la sorpresa del cierre a las seis. “Llegamos como a las dos, nos tomamos unas cervezas y dimos una vuelta. Luego vinimos al Centro, pero la música ya había terminado”, comentó, recordando que en Almería ocurre algo similar. Aunque la música oficial se apague temprano, su plan es seguir disfrutando. “Nos quedaremos aquí un rato y luego ya veremos a dónde vamos”, concluyó.
La saturación de los bares es un realidad. Marivi Villasclaras, una malagueña que conoce bien la feria, comenta con resignación: “Hemos intentado entrar en varios bares, pero todos están llenos. Fuimos a la Plaza del Obispo, y no cabía un alma. Ahora estamos dando vueltas, pensando si al final nos vamos al Real, porque aquí ya no hay donde estar”. Su frustración es compartida por muchos que, ante la falta de espacio en los locales, optan por seguir la fiesta en las calles o considerar el traslado al recinto ferial.
A pesar del cierre oficial, se mantiene el ambiente festivo en el centro. La feria, en su esencia, se resiste a terminar. Los malagueños y visitantes han hecho suya la celebración, adaptándose a las circunstancias y manteniendo el espíritu festivo. Ya sea en los bares, en el Real o en las mismas calles del casco histórico, una cosa es segura: nadie tiene intención de irse a casa tan temprano.
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