Feria Taurina de Málaga | Tarde redonda de Emilio de Justo
Cayetano se lesionó en el primero de la tarde y Pablo Aguado lidió con el peor lote
Programa completo de la Feria de Málaga 2024, día a día
El ambiente de la Corrida Picassiana en La Malagueta tiene cierta disincronía: los areneros y monosabios vestidos de arlequines, las tablas decoradas con obras de Pedro Sandoval y la Orquesta Sinfónica de Málaga acompañada de solistas. Todo ello forma parte de una puesta en escena diferente a la que le hizo frente la bella corrida presentada por Torrealta. Toros parejos, con variedad de capas y de buen juego de esos que te hacen no necesitar más aderezo que un capote y una muleta. Si existe el llamado ‘toro de Málaga’, es este.
Desafortunadamente, continuamos la tónica de improvisados mano a mano cuando Cayetano se lesionó en el primero de la tarde. De nuevo, hubo un torero con nombre propio que se echó la tarde a la espalda para reanudar su idilio con La Malagueta. Emilio de Justo sumó cuatro orejas en una tarde de dulce para él.
Con el segundo de la tarde, un toro largo, firmó el primer ramillete de verónicas que calcaría en los tres toros que lidió. No fue fácil el toro, en banderillas esperó mucho y se cambió el tercio con cuatro banderillas puestas. En la muleta hubo que imponerse y De Justo ya lo hizo en el inicio por trincherazos e hizo sonar la música en la segunda serie. Si la faena fue redonda, con la derecha y al natural, desmayando la figura en algún muletazo, mejor aún fue el estoconazo. Da gusto verlo hacer la suerte suprema. Las dos orejas fueron indiscutibles.
Se lució con el capote en el cuarto de la tarde con un quite por chicuelinas, una media y una revolera al que contestó Pablo Aguado por el mismo palo. El toro que tuvo nobleza pero sin excesiva clase pegaba un derrote al final del muletazo, lo que no impidió que resonaran los olés con fuerza. Con la izquierda bajó un poco la calidad y De Justo remató la faena cogiendo la derecha al natural en el epílogo con algún enganchón. Mató de otro estoconazo ligeramente contrario y aunque se le pidió la segunda oreja solo le fue concedida una.
El melocotón que cerró plaza fue el broche de oro en presencia y fue de esos toros que salen sueltos en los primeros tercios pero que apuntan maneras para quedarse en la muleta y formar un lío. Así fue y, tras el brindis al torero malagueño Fortes, el extremeño comenzó la faena en el tercio con una rodilla en tierra. El toro transmitía por su movilidad y alegría y se vino siempre a distancia. Con la derecha, Emilio de Justo mandó y templó la embestida, con la muleta siempre puesta en la cara. En esta ocasión, fueron mejores los naturales y con la última tanda de derechazos largos acabó poniendo al público en pie. Terminó la faena toreando a dos manos, la estocada cayó algo tendida y falló con el descabello. El público, ya rendido a las virtudes del torero, quiso seguir recompensando una tarde de ensueño, con infinidad de recursos y consistencia.
De Pablo Aguado vimos destellos, muletazos y series que iban por buen camino, pero en los que no se consiguió redondear. El tercero, al tercer muletazo, valga la redundancia, se venía abajo y aunque Aguado quiso aliviarlo combinando muletazos por alto con muletazos a media altura y cuidando la composición de la figura, mató de media estocada tendida. La cuestión de la distancia fue debatible con el quinto de la tarde. También el toro se vino a menos y tampoco estuvo acertado con los aceros.
Cayetano en el primero dejó un ramillete de verónicas coloridas, puesto que fue el único que innovó con su traje de luces multicolor. Se enfrentó a un oponente que ni humilló ni transmitió y su faena fue más laboriosa y de esfuerzo, incluso llegó a parar la música, que de lucimiento. Mostró signos visibles de dolor antes de pasar a la enfermería tras un derrote del toro cuando ya había dejado un pinchazo y media estocada tendida. Al inicio del festejo, debatí con un compañero de la prensa sevillana la inclusión de Cayetano en los carteles. Huelga decir que en una feria en honor a su padre su presencia estaba de sobra justificada.
De libro y para enmarcar: la presentación de los toros y las tres estocadas de Emilio de Justo.
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