Los Reyes Católicos toman Málaga cinco siglos después
La ciudad enfila la Feria recuperando el pasacalles que conmemora la reconquista de la ciudad el 19 de agosto de 1487
Programa completo de la Feria de Málaga 2024, día a día
Y la Feria de Málaga volvió a su origen. Tras cuatro años en blanco, la cabalgata histórica inundó otra vez de memoria las calles del Centro, recreando la toma de la ciudad por los Reyes Católicos con detalle. Aunque sin olvidar la diversión: una tarea de la que se ocuparon más de 200 figurantes, disfrazados de moros y cristianos, al son de desfiles y bailes.
El pasacalles, a cargo de la Asociación Cultural Zegrí y que no se celebraba desde 2019, se marca como propósito recordar a los malagueños, así como a todos aquellos los interesados, qué ocurrió el 19 de agosto del 1487, último día de la reconquista en tierras malacitanas y génesis de nuestras actuales fiestas.
Con una plaza de la Aduana cerca del lleno hicieron aparición, procedentes de la plaza de la Merced, los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, triunfales y prestos a recuperar la ciudad tras las capitulaciones del día anterior.
Vitoreados por los asistentes, los monarcas aparecieron, saludaron al respetable y ocuparon el trono rodeados de sus señas de identidad: el estandarte con el lema Tanto monta, monta tanto bordado; las banderas de sus respectivos reinos, o el escudo con el águila imperial, el yugo y las flechas.
Entraría entonces en escena la delegación musulmana encabezada por el comerciante Ali Dourdux, encargado de entregar a los representantes cristianos tanto la llave de la ciudad como la espada en señal de rendición: "Majestades, reciban esta llave en señal de la rendición de Málaga", anunció mientras procedía a su entrega. "Majestad, reciba esta espada como señor de esta querida ciudad", añadió a continuación, refiriéndose ahora solo al rey, con tono y semblante severo. Palabras que encontraron respuesta de inmediato en la figura de Fernando: "Que ondee en la torre más alta de esta Alcazaba la bandera castellana", exclamaba al tiempo que la insignia se batía con el viento y el público estallaba en aplausos.
Finalizado el acto se daría rienda suelta a las licencias: soldados de infantería, arqueros y religiosos abandonaban la plaza, al tiempo que el bando musulmán, que aguardaba a un lado de la fortificación, le iba a la zaga, amenizando el pasacalles con desfiles y bailarinas danzado de árabes maneras, uso del vientre incluido.
Velos, túnicas, capas, cascos, lanzas… Todos los accesorios lucían en perfecto estado. Entre los asistentes, muy entretenidos con el espectáculo, coexistieron todos los pareceres. Lo más repetido, siempre pasa, era preguntarse si entonces ya hacía tanto calor como ahora para llevar tanta parafernalia; como si no quedaran bochornos a estas alturas, con toda la Feria por delante. Menos comprensivos fueron otros tantos, visiblemente molestos porque no lograban ver con claridad la recreación con tanta gente, ante lo que no quedaba más remedio que advertir que todos llegamos cinco siglos tarde.
Se pondría en marcha entonces una comitiva que llevaría la presencia real por Císter, Santa María, Molina Larios, plaza del Obispo, Strachan, Bolsa o plaza de la Constitución, entre otras, hasta desembocar nuevamente en la plaza de la Aduana. Y los malagueños, claro está, quedarían nuevamente encantados de entrar al reino de Castilla.
También te puede interesar
Lo último